La banda que surgió tras Small Faces era tan buena como en la que estaba Steve Marriot y Ronnie Lane fichó a dos músicos increíbles, el nunca del todo valorado Ronnie Wood y uno de los cantantes con más feeling de la historia: Rod Stewart. The Faces no se entienden sin la participación decisiva y peculiar de sus cinco componentes Rod Stewart (voz) Ronnie Wood (guitarras y coros), Ronnie Lane (bajo y voz), Ian Mclagan (teclados, piano y voz) y Kenny Jones (batería). Por separado eran buenos, juntos invencibles, sencillamente irrepetibles. Unos músicos de un estilismo asombroso capaces de hilar igual de fino en piezas rockeras sucias y canallas como en medios tiempos dotados incluso con toques folk y que te agujerean el corazón. Canciones para el hígado y para el alma.
Este año se cumple el cincuenta aniversario de la publicación de Oh La La su disco de despedida que se grabó en todo menos en armonía y que paradójicamente produce ese efecto, un halo de buen rollo y magia circula por cada canción de este álbum que apenas sobrepasa la media hora. En su día escribí una entrada sobre este disco pero me arrepiento de una cosa que puse. Porque con los años si que considero que The Faces tienen algún disco a la altura de Exile on Main Street o Who´s Next. Y es precisamente este. Un pequeño manjar que con los años se ha convertido en mi favorito, siempre me viene bien escucharlo. Lo adoro de la primera a la última canción pero mentiría si no escribiese que los cuatro últimos temas me ponen los pelos como escarpias. Lloro de emoción. Curiosamente el disco se cierra con la canción que da título al álbum y está cantada y muy bien por cierto por Ronnie Wood. Ha adquirido cierta notoriedad en los últimos tiempos porque sale en una escena de Todos quieren a Daisy Jones. No me imagino cerrar una carrera de una forma más chula que con Oh La La que tuvo el premio de llegar al número 1 en el Reino Unido en la semana del 28 de abril de 1973.