Cada vez que escucho cierta música soul en la que abundan los falsetes arreglos orquestales y secciones de viento en perfecta armonía me acuerdo de una conversación que tuve con Alvaro tras un concierto de Glenn Hughes en la sala Rockstar de Barakado. Aquel día Hughes dio igual cancha a su vertiente soul (no en vano presentaba su disco Funk) como a la más rockera. De hecho me acuerdo que otro colega (Grushecky) decía que por momentos le había recordado a Prince. Sabido es que uno de los cantantes favoritos de Glenn Hughes es Stevie Wonder, dato que jamás esconde en las entrevistas y del que algún contemporáneo suyo ha hecho chanza más de una vez.
Aquel día Alvaro me comentó tras el bolo que algunos asistentes situados a su lado se habían puesto un poco nerviosos cuando Hughes dio rienda suelta a sus falsetes y saco a pasear sin ningún tipo de rubor su faceta soul. Cierto personal quería que atronase con Burn y Mistreated de Deep Purple y no se sentía nada cómodo con lo que estaba sucediendo sobre el escenario. A mi colega y a mi no nos molestaba en absoluto y recuerdo aquel concierto con mucho cariño, de hecho salí flotando de allí ante el poderío de este hombre sobre las tablas cosa que no puedo decir de la última vez que le vi.
Pero querido lector no se deje engañar. Si estoy una semana seguida, que puede ser y fácil, haciendo sonar nocturnamente soul sofisticado o directo a dónde tu y yo sabemos ineludiblemente la siguiente tengo que salir a cazar ciervos con mi amigo Rober, ataviado con ropa de camuflaje y haciendo sonar de forma atronadora Monster Magnet, Anthrax y Corrosion of Conformity. Mi colega ya se encargará de cosas más fuertes tipo Pantera o Slayer. Eso si a la noche de nuevo Al Green. Y es que no tengo remedio...
Todo esto me viene a la mente tras haber hecho sonar en la tienda el último disco de Curtis Harding que encaja perfectamente con los parámetros antes descritos. Un par de clientes del sector heavy echaban pestes del tal Harding pero yo no he podido evitar ponerlo más alto. Va por ellos.