Hace un par de semanas comenzó la nueva temporada de Salvados. El programa dirigido por Jordi Évole abrió boca con un tema siempre de actualidad en la piel de toro: la corrupción. Camino de corrupción se titulaba. Como sucede a menudo Jordi pulsó las teclas adecuadas y nos ofreció un espacio entretenido y clarificador sobre lo que sucede en muchos lugares de ese país llamado España.
Évole eligió muy bien a los tres invitados en los que basar su investigación de la corrupción por estos lares. Me encantó por ejemplo las explicaciones que dio con un lenguaje sencillo y claro, Fernando Urruticoechea, interventor en el Ayuntamiento de Castro cuyos últimos tres alcaldes han sido condenados por tejemanejes en asuntos urbanísticos. Por cierto, los tres de tres partidos diferentes. El amigo Fernando expuso lo que ya intuíamos, que para que la corrupción se lleve a cabo hacen falta muchas personas de todo tipo de escalafones mirando para otro lado, vamos que no es sólo el alcalde y el empresario de turno, que desgraciadamente este es un asunto que salpica a muchos ciudadanos.
Pero el testimonio que me impactó fue el de Carmen Lobo, ex concejal de Camas en Sevilla. Esta mujer contó que rechazó seis millones de euros y tres pisos por aprobar una recalificación de terreno de su localidad destinada a construir una urbanización de lujo. Sólo tenía que levantar la mano en la votación en cuestión para embolsarse esa pasta. Fue gracioso cómo contó que acudió a la policía para que le suministrase equipo de grabación destinado a demostrar que un empresario la estaba comprando. Al obtener largas de la policía utilizó su propio mp4 y el resultado lo escuchamos en el programa.
Y reconozco que me descojone con lo que escuché. Con la chulería del empresario que le espetaba a esta mujer que le iba a solucionar no solo su vida, si no la de sus futuros descendientes, concretamente le dijo: "te voy a resolver la vida, la de tu hija y la de veinte generaciones tuyas..." Así en un plis plas... Además para motivarla ese mismo día le entregó un sobre con 12.000 euros. Y apeló a los argumentos de siempre, aquellos de que si tu no lo coges ya lo hará otro, que esto funciona así, que lo hace todo el mundo, la retahíla de siempre que cala hondo en este bendito país.