lunes, 26 de noviembre de 2012

Casablanca


Tal día como hoy hace setenta años se exhibió por primera vez en el Teatro Hollywood de Nueva York Casablanca. Fue una especie de preestreno para hacerlo coincidir con la invasión de las tropas aliadas de la costa norte de África y la captura de la ciudad de Casablanca. La película fue bien considerada tanto por parte del público como de la crítica pero ha sido el paso del tiempo y sus continuos pases televisivos en todo el mundo la que la han convertido en un referente cinematográfico.

Recuerdo ver la película hace muchos siendo un canijo y posteriormente en el pase televisivo de Qué grande es el cine donde emitieron un documental realizado por el presentador de dicho programa José Luis Garcí. Aquel espacio de Garcí fue una bicoca para descubrir grandes películas. A veces en el coloquio se les iba la pinza un poco y siempre había algún contertulio muy pedante pero también otros que sabían transmitir con sencillez su pasión por el cine.

Casablanca es una película sencilla y que toca la fibra del espectador porque contiene todos los elementos básicos de las buenas historias. Todo gira en torno al amor,  la justicia, la libertad, la fidelidad, la nobleza de espíritu. Y si, puede que esté poblada de arquetipos pero en mi casa funcionan de maravilla. Ese Humphrey Bogart cascarrabias, cínico que no parece ir con nadie pero que en el fondo es un tipo noble y romántico, Claude Rains el rey de las réplicas ingeniosas, la clase de actor que cuando aparecía en pantalla robaba el protagonismo al más pintado, otro tanto de lo que ocurre con el atormentado Peter Lorre. Ya sólo por la interpretación de estos tres merece la pena ver esta película.

Hace unos años en Bilbao pusieron Casablanca en versión original en el Teatro Arriaga. A pesar de que era tarde y a la mañana siguiente tenía que madrugar quería volver a gozar de aquella película en una pantalla grande oyendo las voces originales de los actores. Y reconozco que volví a flipar con aquellas escenas memorables como cuando en el bar de Rick los nazis están todo bravucones cantando una canción alemana y el personaje de Victor Lazlo que está arriba con el de Rick observando la escena desciende unas escaleras y pide a la banda del local que interprete el himno francés. Los de la banda piden permiso a Rick que asiente. Nos la pusieron en primero de carrera para explicarnos el montaje cinematográfico. Sigue siendo una de mis escenas favoritas de todos los tiempos.