La mendacidad como decía el personaje que interpretaba Burt Ives en La gata sobre el tejado de zinc se huele. A algunos les asusta y otros se sienten cómodos, no pueden vivir sin ella. Un aterrador ejemplo de ella son los gobiernos. Están más a gusto que nadie con la medacidad. Invasiones, guerras, todo vale. Todo esto se me ocurre después de ver Cuando se rompen los diques: un drama en cuatro actos el documental de Spike Lee sobre el desastre del Katrina. ¿Cuántas mentiras se dijeron allí? Joder, qué miedo.
There goes the last dj, who plays what he wants to play, and says what he wants to say...
jueves, 31 de julio de 2008
La mendacidad
Mentiras. Nos acechan. Nos rodean. Están en nuestra vida. Las hay piadosas. De esas que supuestamente se dicen para no herir al prójimo y luego se convierten en peor que la verdad. Las hay divertidas depende de para quién. Nos las decimos a nosotros mismos, a los demás. Los otros también nos las dicen y nunca son suficientes. De algunas nacen grandes historias y otras se convierten en horribles pesadillas. Pero sólo hace falta observar atentamente y comprobarás que están por todas partes.
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