Hace más de un lustro cuando trabajaba en la sección de
discos de unos grandes almacenes cuyo nombre no mencionaré recuerdo que
solíamos recibir llamadas preguntando por si había salido tal o cual disco.
Teníamos órdenes expresas del jefe de no revelar el precio del artículo en la
creencia de que los que llamaban eran de la competencia para poner el producto
más barato. Es más incluso el máximo competidor de donde yo trabaja eran otros
grandes almacenes que pertenecían al mismo grupo empresarial. Una cosa de
locos.
Al responsable de discos de aquellos grandes almacenes se le
ocurrió una idea que recuerdo repelió a nuestro jefe. La estrategia consistía
en ofrecer a los clientes la oportunidad de pagar una suma fijada de antemano,
pongamos veinte euros, de cuantos cds le cupiesen en una mano. La cubeta de
donde se cogían los compactos estaba repleta de atrocidades sonoras varias pero
sin duda era un reclamo para el personal en unos tiempos en que el valor de la
música ya estaba bajo mínimos.
Hoy, seis años después uno de esos grandes almacenes ha
desparecido por la cacareada crisis y de la industria discográfica empiezan a
quedar los restos del naufragio. Las descargas digitales vía programas tipo
emule son una oferta con la que no se puede luchar. Da igual que la mayoría
tenga en el ordenador una pila de material que jamás va a escuchar ni ver, lo
importante es tener. Son los tiempos que vivimos y todos en mayor o menor
medida caemos en ocasiones en esta vorágine sin sentido.
Esta reflexión me viene tras elaborar una megalista con
discos que me gustaría conseguir. Siempre he sido de listas. Hace unos años
tardaba mi tiempo en conseguir lo que quería y se quedaban cosas fueras. Hoy en
día todo esta a tiro de click y parece que eso ha traído consigo escuchar la
música de forma diferente. Mejor dicho no escuchar, porque se premia la
inmediatez, que entre a la primera. Y toda la vida han existido discos que no
entraban a la primera que con el tiempo se revelan esenciales.
Así que he tenido épocas de acumular material que luego no
he disfrutado pero cada vez paso más de eso y me centro en unos cuantos discos.
Acabo funcionando como si Internet no existiese. De hecho para mi no existe ya
que no tengo conexión en casa. No voy a decir que vuelva al pasado, a esos tiempos
en los que adquirir un disco formaba parte de un ritual. Esa época en que te
aprendía hasta la última letra de cada álbum. Y no es que niegue la validez de
la herramienta. Todo lo contrario, pero valoro más saborear la música. Y salgo
ganando. No me cabe duda.
Todo esto me ha venido a la mente después de que dos amigos
me hayan pasado unos cuantos discos a lo que voy a sacarles jugo: Colin James
& Little Big Band, Billy Preston, Lee Fields and the Expressions, Roberta
Flack & Donny Hathaway, Chris Robinson, The Staples Singers, Alabama
Shakes, Neil Young, The Vegabonds, Howlin Rain, Gregory Porter, Raphael Saadiq me esperan y sobre todo a la espera de una jugosa caja de Sam Cooke... Y les voy a
dedicar su tiempo para sacarles jugo.