Recientemente Su me contó que un día en la tienda un cliente le preguntó por este disco y daba la casualidad de que le encontró la última copia que quedaba. Y en los tiempos que corren, dadas las irrisorias ventas era un oportunidad única. El tipo en cuestión le dio efusivamente las gracias diciéndole que era uno de los discos que más le había gustado de los últimos años, que era lo más parecido al nivel de Neil Young en los setenta cuando estaba on fire. De modo que ese comentario y mi buen recuerdo de esos dos temas han hecho que lo escuche en el tubo primero y después aprovechando una jugosa oferta con el Bono Denda me lo haya pillado en vinilo junto al There´s Riot Goin´On de Sly & Family Stone y el Neither Fish Nor Flesh de Terence Trent D´Arby. Todo por 41 euros. Salí de Power Records con un gran sonrisa.
La primera vez que escuché a Israel Nash llevaba el Gripka en su apellido. Mi camello me grabó un disco que me gusto mucho, Barn Doors And Croncrete Floors de hecho tenía momentos sublimes. Incluso le vi en directo en la sala Azkena en un buen concierto al que tal vez le falto algo de punch, más duración un poco más de salir a conquistar a la audiencia. Después sinceramente le perdí la pista pero nunca es mala hora para recuperarla y más con un disco tan espléndido como Topaz que sinceramente me tiene loco. Es la misma eufórica sensación que tuve con el Part Of The Light de Ray Lamontagne con el que tiene cierta conexión.
No me olvido de la segunda pista Closer en una línea algo diferente donde juega un papel fundamental la atmósfera que proporciona el órgano de Edward Brailiff Una pequeña obra de arte. Música para sentirla de arriba a abajo. Al igual que los dos temas que completan la cara A: Southern Coasts y Stay, este último un tema que si te dicen que es un éxito de uno de los grandes de los setenta te lo crees. Esa parte final con la guitarra deudora del mejor David Gilmour me tiene prendado por completo y de nuevo se le suman de forma sutil e inmejorable la sección de viento perfectamente ajustada sin restar ni un ápice, dejando a la canción fluir. Esos dos últimos cortes me recuerdan a los mejores momentos de Ray Lamontagne. No en vano por aquí esta Seth Kauffman que se encarga de la batería, percusión y algún bajo, un excelente músico que ya colaboró con Ray en Part Of The Light.
La cara B no baja el pistón ni por un momento. Ahí está ese bella apertura con Canyonheart un tema que reúne como otras canciones del álbum un perfecto compendio de folk, cierto aire soul y momentos progresivos pero sin abrasar al personal. Una brutal combinación que le vuelve a emparentar con mi adorado Ray Lamontagne. Tanto Indiana como Howling Wind son evocadoras a más no poder, la clase de canciones que recompensan con creces las escuchas atentas. Sumergirse en discos así es una auténtica delicia, una experiencia sonora poderosa que requiere tener buenas canciones de las que este disco va sobrado y músicos competentes y con alma que las hagan volar alto. Aquí se dan ambos aspectos. El final con Pressure es un ejemplo tan bueno como cualquiera de las otras nueve.