Asocio los domingos a la mañana a tranquilas jornadas con la familia tomando algo y dando una pequeña vuelta por parajes conocidos. Suena muy pureta. Es muy pureta para que engañarse. Pero a veces la jornada festiva amanece tormentosa y no me refiero a la climatología. Puyas con la pareja, los niños desbocados, desorden... Un panorama peligroso. Y como jamás he sido un tipo valiente en esa tesitura lo mejor es huir. De modo que a eso de la una del mediodía, así en plan silencioso, me he fugado a ver Hendrik Röver al Residence Café en Bilbao.
Era la primera vez que entraba en ese pequeño garito y me ha encantado. Muy buena selección musical, variados y jugosos lúpulos y licores de todo tipo para perder la noción tiempo - espacio. Un poco más tarde de la una y media Hendrik Röver se ha calzado la guitarra y ocasionalmente la armónica para desgranar a los allí congregados unos cuantos temas nuevos que no han hecho sino acrecentar mi ya de por sí ansia por llevarme a los oídos nuevas canciones de este sujeto. Mi memoria pez me traicionará pero recuerdo títulos como Herencia, Hielo, Mitín, Muchachas, La reina del baile, Champán, caviar.. y no sé que más que glosarán sus futuros trabajos. Y compruebo que las constantes vitales de este tipo están mejor que nunca. Buenas letras y destreza con la guitarra. Curiosidad por saber dónde acabarán y como lo harán, con qué arreglos y demás.
Junto a las nuevas canciones unos cuantos clásicos por lo menos en mi casa. De Salud! han caído Merecido, Segunda vez, Perdedor y Salud. El blues de M de Saluda al campeón. De sus discos en solitario dos imprescindibles: Cambio de aires y Loco de atar. Y ya perdonará el posible lector pero no me acuerdo de todas. Eso si me lo he pasado pipa y me he llevado un valioso botín, autoregalo de cumpleaños. He echado en falta a mi amigo Diego que sé que hubiese disfrutado del evento tanto como yo. El ambiente era tranquilo y relajado y hubiésemos podido ir hasta con las criaturas. O tal vez eso sea ser demasiado optimista. Me he venido arriba. Ha sido un placer saludar de nuevo a Hendrik Röver y conocer de primera mano que prepara nuevos lanzamientos con Los Míticos GTs y Los Deltonos. Abandono el Residence tras apurar una cerveza mientras escucho The Dark End of The Street interpretada por James Carr, dato que le pregunto al dueño del bar porque la versión que conocía es la de Dan Penn. La de James Carr es espectacular. Sonrisa millonario y a casita.