Los grandes conciertos son esos que recuerdas en cualquier
momento. Una canción, un olor, un paisaje, cualquier cosa te puede traer a la
memoria vete a saber por qué una de esas noches mágicas. Hoy nos hemos
levantado con el tipico sirimiri del norte y me apetece escribir sobre Chris
Isaak del que vimos un show espectacular en el Festival Azkena bajo una lluvia
muy similar a la de hoy.
Forever Blue es la clase de álbum que no te cansas de
escuchar jamás. Recuerdas cómo lo conseguiste y la emoción inicial al
escucharlo que muchos años después sigue ahí. Y cuando eso sucede te sientes
eufórico. Afortunadamente tengo unos cuantos cientos de discos que encajan en
esto que escribo. Y eso son palabras mayores.
En Forever Blue no hay ni una canción de relleno. Y eso no
sucede tantas veces. Acudir a este álbum a menudo es un verdadero placer. Son
39 minutos y 58 segundos sin desperdicio donde la voz de Isaak esta pletórica y las guitarras
suenan muy bien. Adoro ese sonido. No controlo nada de temas técnicos de
guitarra pero supongo que a la pericia de los músicos se la añadirá que el
productor sabía como tenían que sonar los instrumentos.
Como sucede tantas veces Chris Isaak encontró la inspiración
cuando estaba pasando un mal momento tras la separación de su novia. Escribió
trece temas del tirón que se regodean en su dolor y tristeza pero mentiría si
dijese que este disco me pone melancólico, para nada, es todo lo contrario.
Puede resultar paradójico que mientras que un tipo canta a su tristeza tu
tararees con alegría canciones como Somebody´s crying, Go walking down there,
Don´t leave me on my own o I believe.