Tras leer hace cuatro años Sin Retorno de George Pelecanos he seguido buscando más libros de este autor. Hasta ahora en la Biblioteca de mi pueblo tan sólo tenían ese pero en una ciudad cercana he encontrado El jardinero nocturno y he conseguido que me traigan Música de callejón. Sin Retorno me gustó muchísimo y El jardinero nocturno me ha parecido de un nivel similar. Tanto en una como en otra novela lo de menos son los asesinatos y los casos a resolver. Es todo lo que les rodea lo que importa. Ambos son una radiografía de la urbe yanqui, en este caso Washington y recuerdan poderosamente a The Wire, no en vano conocí a Pelecanos porque era guionista de varios de los mejores episodios de la mencionada serie.
El jardinero nocturno narra las peripecias de tres policías a los que el destino vuelve a juntar cuando en un jardín de un barrio marginal aparece el cadáver de un joven que al parecer ha sido violado y asesinado de forma brutal. Este asesinato es similar al de otras tres víctimas que sucedieron en el mismo lugar veinte años antes. De los tres policías, uno está retirado y muy delicado de salud, otro continúa en la profesión intentando no volverse loco ante tanta podredumbre y el tercero abandonó la policía antes de convertirse en uno de esos indeseables sirvientes de la Ley que se aprovecha de su posición. En torno a los tres se teje la trama principal pero los secundarios tienen una importancia vital y están muy bien desarrollados.
Pelecanos se mueve como pez en el agua en territorio conocido. Así nos cuenta la vida en el Distrito Columbia de la ciudad del Capitolio. Los sueños de sus gentes, los conflictos multirraciales, la perra vida que les toca algunos, los implacables códigos que imperan para muchos de sus habitantes... Todo narrado con elegancia, sin establecer juicios morales ni sermonear y mostrando un retrato realista en el que según iba avanzando las páginas me acordaba una y otra vez de esa gran serie que es The Wire. Incluso algunos personajes parecían sacados directamente de la epopeya televisiva. De modo que he disfrutado como un enano con esta lectura y mi curiosidad por Pelecanos no ha hecho sino aumentar.