Uno de los NMJ que más me impresionó a mediados de los noventa en la ínclita Popular 1 fue el dedicado a Frank Sinatra. Por aquel entonces conocía más la faceta de actor de Sinatra que la de cantante y por supuesto ni me imaginaba lo cabronazo, pendenciero y destroyer que podía llegar a ser. No tenía ni idea de sus tratos con la Mafia, su turbulenta relación con Ava Gadner y desconocía casi por completo su carrera discográfica. Gracias a aquellos gloriosos textos escritos por The Man que salieron creo recordar en dos números consecutivos me interesé por el angelito italoamericano. Y desde que poco después una Navidad mi hermana me regalase el disco Duets, Sinatra se convirtió en uno de mis cantantes favoritos. Su música me acompaña siempre y en estas fechas a fuego, sin remisión.
En los mencionados NMJ César Martín glosaba unas cuantas escabrosas anécdotas a cual más rocambolesca protagonizadas por Sinatra y sus secuaces. De alguna manera se glorifica ese comportamiento. El primer punky se decía, ja ja. Por supuesto no todo era carroña, aunque había abundante y sabrosa de eso no cabe duda. Sinatra fue un ser contradictorio que vivió al límite y que destacó no sólo en su faceta musical si no también y de qué manera en la cinematográfica. A mi aquellos pasionales textos me sirvieron para indagar en todas sus facetas. La musical es exquisita. Cuando descubrí su legado tanto de sus años Capitol como de Reprise aluciné. Y se hizo fuerte en mi casa. No hay quién lo mueva.
Uno de los proyectos más interesantes en torno a Sinatra que desgraciadamente se quedó fuera de circulación fue el biopic que en torno al de Hoboken iba a dirigir el gran Martin Scorsese. Diferencias con la familia del actor en torno a los asuntos más escabrosos de la vida de Sinatra dieron al traste con el film en cuestión. Eso si que prometía. Babeo sólo pensar en lo que podría haber hecho Scorsese con semejante material.