Descomunal concierto el que se acaban de cascar en la parte de arriba del Antzoki Levi Parham & Them Tulsa Boys. Iba con muchas ganas pues los dos discos que tenía escuchados de Levi ( An Okie Opera y It´s All Good) me gustan mucho pero es que en directo todo ha adquirido una categoría de clásico desde el comienzo del bolo. Espectacular entrega la de Levi Parham con un vozarrón rompedor y viviendo cada tema con una pasión contagiosa. Si a eso le añadimos que ha venido acompañado de dos guitarristas supremos (Jesse Aycock y Dustin Pittsley) pues lo escrito bolazo total, efervescente. La misma sensación eufórica que tuve cuando vi a Ryan Bingham en el escenario grande del Antzoki hace casi cuatro años.
El bueno de Parham ha derrochado energía desde las primeras notas y ha tocado prácticamente su último álbum entero. Ha sido capaz de reproducir la magia de un tema redondo como My Finest hour en directo, alargándolo de forma sublime, ha transformado en una poderosa tonada bluesy Kiss Me in the morning y ha sonado como un cañon en los primeros temas recordándome poderosamente a mi adorado Steve Earle, aquel tipo repleto de mala hostia que hacía del country algo peligroso. Parham juega en esa liga y le añade sabrosas vetas blues y soul, mucho más presente la primera hoy que la segunda.
Además se ha sabido mover en canciones con inequívoco regusto jam gracias a la pericia de los dos hachas Aycock y Pittsley que incluso han cantado un par de temas cada uno sin que el nivel haya bajado en ningún momento. Estos dos tipos me han impresionado. Se han movido con igual soltura en las canciones más atmosféricas y en las cañeras alcanzando momentos de puta magia sobre el escenario. Una lástima que este concierto haya sido un jodido martes y no viernes o sábado y haber terminado la velada escuchando buena música y bebiendo cerveza en compañía de los amigos. En el primer bis Levi Parham ha interpretado un tema el sólo con la acústica y estábamos todos absortos con la canción, no se ha escuchado ni un murmullo. Lo escrito un puto pedazo de bolo. No sé si Parham volverá pronto o no pero de lo que estoy seguro es de que hoy ganado muchos adeptos con el pedazo show que se ha marcado.
El pasado año fue el de Ray Lamontagne, por lo menos en mi casa. El barbudo de New Hampshire publicó Part of Light que incluí en mi lista de favoritos y además de sacarle jugo a ese escuché y lo sigo haciendo compulsivamente tanto Till The Sun Turns Black, Gossip in The Grain como ahora que me lo han regalado el día del Padre, Trouble. Todos a un excelente nivel pero mi favorito es este apoteósico Good Willin´& The Creek Don´t Rise publicado en 2010 y que aquel año ni olí, ni sabía quién era Ray siquiera. Puede que poco después un colega me regalase Gossip in The Grain al que no hice demasiado caso más allá del encantador single You Are The Best Thing. Pero un día comencé a escuchar de verdad ese Gossip in The Grain y el veneno de la música de este tipo se expandió de forma irremediable. Hasta el punto de que me he hecho con todos los mencionados. Una de esas benditas obsesiones que me asolan. Un no parar, un puto descubrimiento. Ahora mismo uno de mis músicos favoritos, uno de esos por los que haría encaje de bolillos para poder ver en directo.
La música de Lamontagne se mueve en territorios tranquilos con puntuales e irresistibles arrebatos de furia. Y ambas facetas me flipan. Le comparan con The Band o con Van Morrison, también le meten en el saco de cantautores folk como Nick Drake o Dylan Leblanc. Puede ser. A mi a veces me recuerda al mejor Ben Harper, al más reposado que me gusta tanto como el fiero. Lo cierto es que el amigo Ray se lo curra y suele sorprender. Escuchando sus discos rara vez repite los mismos patrones, siempre da un pequeño giro, un desvió a veces mínimo pero suficiente para no encasillarse. Por ejemplo sus dos últimos discos tienen más que ver con Pink Floyd que con el folk así lo percibo tanto en Ouroboros como en Part of Light. Su música puede que remita a muchos clásicos pero el tío se lo hace de una forma tan personal que el resultado es que él mismo es el género.
¿Y qué hace de este Good Willin´& The Creek Don´t Rise algo tan especial? Pues además de una ristra de canciones perfectas, diez temas a cada cual mejor sin relleno que lo grabó con unos músicos excepcionales. Pura crema. Me refiero a uno de mis baterías favoritos de todos los tiempos: Jay Bellerose y a dos guitarristas con curriculum espectacular Greg Leisz (imposible mencionar la ristra de clásicos en los que ha participado este sujeto) y Eric Heywood (Alejandro Escovedo, Joe Henry o The Jayhawks). Ambos se compenetran a las mil maravillas intercambiándose la pedal steel y la eléctrica. Y sin olvidar a Jennifer Condos al bajo, otra que ha grabado con todo quisqui (Ryan Adams, Joe Henry o Jackson Browne). Imposible imaginar que el amigo Ray haya estado mejor acompañado en su vida. Escuchar a esta troupe en directo tiene que ser la hostia.
En Good Willin´& The Creek Don´t Rise da rienda suelta a su particular mezcla de blues, folk y country-soul todo ello servido con una elegancia sublime. Y lo percibes desde esa inicial Repo Man, un tema con un contagioso toque negroide que me atrapa sin remisión. Le sigue una de las baladas más emocionantes que he escuchado en mi vida. Joder, a ver quién no se derrite ante New York City´s Killing Me. La puta de Oros, qué emoción. La que da título al álbum no le va a la zaga, es igual de sobrecogedora, tanto Heywood como Leisz arropan con su pedal steel a la acústica de Lamontagne y el tema va creciendo hasta el infinito y más allá.
Me puedo imaginar sonando a toda mecha en la sala BBK o en el Antzoki Big Steal Or Borrow con ese sugerente inicio de nuevo cortesía de Heywood y Leisz. Y es que a veces no necesitas que un tema sea cañero para percibir una fuerza descomunal que es lo que me ocurre con la música de este sujeto a menudo. En mi cabeza Big Steal Or Borrow es tan cañera como cualquier puto tema de Anthrax o Monster Magnet. Yo sé lo que me escribo ja ja. Por supuesto en todas las mencionadas y las que quedan la interpretación vocal de Lamontagne es contagiosa a más no poder, con esa voz rasgada y esos ocasionales falsetes como en This Love is Over, otra pieza antológica. Su voz transmite en cada palabra que canta.
Like Rock & Roll Radio es la única canción de todo el disco que Ray no cuenta con la estratosferica banda mencionada anteriormente. No importa el tipo se las apaña con la acústica y mete la armónica en el momento justo para que el tema no decaiga. Antes Old Before Your Time nos ha llevado por la senda más folk con el banjo de Greg Leisz comiéndose la canción y For The Summer es otro de esos temas que me imagino interpretado a cholón, a fuego, a toda máquina en una sala pequeña dejándome llevar por completo. El cierre con Devil´s In the Jukebox es perfecto. Una coda blues, apegada a la tierra con ese puto sonidazo grueso. Madre del amor hermoso pero como lo flipo con el colgado este.
Supongo que una de las giras más exitosas de 2017 fue la que conmemoraba el 30 aniversario de la edición de The Joshua Tree el álbum que sitúo a U2 en lo más alto. No hay como desempolvar un disco de esos míticos y montar una gira para seguir haciendo caja. Lo hacen casi todos. Y por supuesto U2 no iban a ser menos. Desconozco los resultados comerciales (insisto supongo que los irlandeses habrán obtenido pingües beneficios) y los artísticos. Tal vez Bono, The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton no estén para muchos trotes o quizá en directo siguen siendo una banda fiable. En estudio sus últimos pasos son anodinos a más no poder como comprobé la semana que salió Song of the innocence. Lo tuvimos puesto varios días en la tienda y aquello era de una sosez supina.
De modo que me olvido de los U2 actuales. Realmente es una banda de la que me desentendí por completo hace años pero no reniego de varios de sus discos. Para nada. No los escucho como a finales de los ochenta y principios de los noventa (que era a todas horas) pero si estoy en un garito y suena cualquier tema de The Joshua Tree, Rattle & Hum o Achtung Baby los sigo disfrutando y mucho. Aunque mi exposición a su música ha disminuido mucho un par de veces o alguna más al año hago sonar a tope uno de los discos mencionados. Mi favorito siempre fue The Joshua Tree. Incluso cuando salió la edición conmemorando el 20º aniversario ( si también celebraron esa fecha) me regalaron la consiguiente caja conmemorativa. Una edición a la que fui sacando partido con el paso de los años.
Poco queda por escribir sobre The Joshua Tree. En mi caso mi fascinación por este álbum viene del mismo momento de su publicación. Y todavía me acuerdo cuando dos años después de la misma mi tío Julio me compró el vinilo en El Corte Inglés. Un disco que escuche compulsivamente y del que lejos de renegar sigo aplaudiendo cada uno de sus cortes. Es más incluso la trilogía inicial, radiada hasta la saciedad me parece sublime. Y eso es algo que no me sucede con los singles sobreexpuestos de otras bandas. Por ejemplo no soporto Walk of life o Money for nothing de Dire Straits, ni Roxanne de The Police, ni Born in the USA de Bruce Springsteen (el mejor momento para ir al baño en sus conciertos).
Pero The Joshua Tree es mucho más que esas tres canciones tan famosas. Todos los cortes rayan a una altura espectacular ahí esta la cortante Bullet The blue sky a la que le sigue una de mis favoritas de su amplio repertorio Runnig to stand still con una excelsa interpretación vocal de Bono una constante en todo el álbum. La cara B es para enmarcar con algunos de los momentos más sobrecogedores en la carrera de estos tipos: Red Hill Mining Town, In God´s Country o Trip Through your wires hubiesen podido ser unos singles tan atómicos como los Where the streets have no name, I still haven´t found what I´m looking for y With or without you. Y no es ningún farol.
Mentiría si no escribiese que One Tree Hill es una de mis canciones favoritas y no sólo de este disco o del conjunto de las rodajas de los irlandeses. De la puta historia, para que nos vamos a engañar. Ni se las veces que la pude pinchar y todavía hoy me emocionó con la coda final: Oh, great ocean, Oh great sea, running to the ocean, running to the sea... Según la Wikipedia fue lanzada como single pero sólo en Nueva Zelanda y Australia y está dedicada a Greg Carroll. Un tema que rompió moldes fue Exit, con una hipnótica progresión que desemboca con los cuatro músicos dándole caña al asunto. Un aspecto importante del álbum, vital es la producción a cargo del zumbado de Brian Eno y Daniel Lanois. Lejos de moverse en los resbaladizos terrenos de los ochenta el disco tiene un sonido muy bueno en el que se aprecian con nitidez todos los instrumentos y en el que la mezcla me parece cojonuda. Esta tarea corrió a cargo de Steve Lillywhite y el tipo se luce, la verdad. Se aprecia todos los instrumentos en igualdad de condiciones. Es innegable la importancia de la guitarra de The Edge, un sonido peculiar, personal, reconocible y que siempre me encandiló pero no menos fundamental es la perfecta sincronización de la sección rítmica con Adam Clayton al bajo y Larry Mullen Jr a la batería. Lo dicho jamás renegaré de este vinilo.
Una de las pocas cantantes que por trayectoria y calado en la música popular que se me ocurre podría hacer sombra a la inigualable Aretha Franklin es sin duda Etta James. Desconozco si se admiraban, pasaban la una de la otra o simplemente ni se conocían. Pero considero que tal asunto podría dar para una buena serie de ficción. Chaladuras que tiene uno. En cualquier caso Etta James en mi casa está muy cerca de Aretha y tiene unos cuantos discos que son tan sublimes como las grandes obras de Franklin. At Last! sin duda es una de esas rodajas apoteósicas en la brillante trayectoria de Etta James.
Esta primera obra para el sello Argo se reedito después en el sello Chess de Chicago nos muestra muchas de las excelencias de la sin par Etta James. Su facilidad para maravillarnos en clásicos números de querencia jazzy (A Sunday Kind of Love o Stormy Weather), el torbellino imparable cuando abordaba números R&B como I just want to make love to you o la forma inigualable de transformar el tema At Last en la puta mejor canción sobre la faz de la tierra. Recuerdo que la primera vez que escuché esta canción fue en la serie Doctor en Alaska y días después me compré mi primer recopilatorio de esta mujer.
Una de las bazas imparables de Etta James era su versatilidad. Capaz de navegar por diferentes estilos aportando en cada uno su inequívoca personalidad. En At Last nos percatamos de ello. Es un disco variado que no se decanta por ningún género y que lejos de por ese motivo carecer de unidad el empaque se lo da la poderosa voz de James. Una mujer capaz poner todo el sentimiento del mundo en cada toma. Alguien que se sumergía en la canción en cuestión otorgándole un plus. Si además estaba bien rodeada nada podía fallar. Es el caso de At Last! Una vuelta el vinilo por todo lo alto.
Es probable que la anterior vez que pisé el Mendigo acabase potando. Con suerte fuera del local y sin ayuda. Estamos hablando de por lo menos veinte años. Supongo que Kory Clarke hace un par de horas tras terminar el show que Warrior Soul han ofrecido en el bar Mendigo habrá terminado parecido a mi con la notable diferencia de que este sujeto tiene más de cincuenta y yo no era más que un inconsciente veinteañero.
Pues bien este elemento se ha cascado hace unas horas uno de esos conciertos tan queridos para mi. Toda una declaración de rock sucio y salvaje, sin imposturas, dándolo todo desde el minuto uno. Deliciosamente imperfecto y totalmente imprevisible. A eso de las 20:40 ha aparecido la banda dándole duro y apenas un minuto después un Kory tambaleante ha saludo a las primeras filas se ha acercado al micro y ha empezado a cantar con una voz cazallosa a más no poder. La madre que lo parió.
Dicharachero e hilarante por momentos entre canción y canción ha abierto a todo trapo con American Idol o eso creo recordar y en todo momento era imposible quitarle la vista de encima a este tipo en continua ebullición. Sus compañeros de banda a veces le miraban sorprendidos, otras desconcertados, a ver por dónde iba a salir y ha salido por todo lo alto con hard rock directo, con ramalazos punkarras y con el personal entregado. Han caído algunos temas de su clásico Spage Age Playboys y tengo la sensación de que bastante de Back on the lash su último álbum hasta la fecha. Lo mejor de todo es que han estado casi hora y cuarenta minutos a toda intensidad. Mucho más de lo que esperaba. Lástima que el bolo no haya caído en sábado. He salido con la misma eufórica sensación que tuve tras ver a The Black Halos en el Antzoki hace casi tres años.
Algunos de los conciertos más apoteósicos que he visto en mi vida han sido en garitos pequeños, muy pequeños. Un buen bolo de rock´n roll en las distancias cortas rodeado de amigos no tiene precio. También la he gozado en recintos más grandes sobre todo si he podido estar en las primeras filas pero nada puede competir con un buen show in your face, a escasos metros. Noches etílicas, radiantes, de esas que no quieres que acaben nunca. Y lo hecho de menos. Sigo disfrutando de la música en directo y espero seguir así por muchos años. Pero no sé porqué hoy he tenido un furibundo ataque de nostalgia y me he acordado de una banda que era la rehostia en esos antros pequeños. Las dos primeras veces que tuve la suerte de ver a Marah me volaron la puta cabeza. Les tengo muy perdida la pista, de hecho no creo ni queexistan pero dejaron un legado que en mi casa suelo recuperar a menudo en días soleados como hoy. Siempre tengo un hueco para 20000 streets under the sky e If you didn´t laugh, you´d cry.