Cada cierto tiempo, en realidad cada muy poco, digamos que incluso habitualmente la prensa musical es muy dada a nombrar a tal o cual artista el nuevo James Brown o la nueva Aretha Franklin o el nuevo Sam Cooke. Es un recurso que sirve para enganchar al personal y que suele funcionar a las mil maravillas. No me refiero al periodista que explica unas cuantas influencias del nuevo músico o banda y señala que tiene reminiscencias de algunos clásicos, esa es una comparación que hacemos todos y que por momentos se hace repetitiva. Pero que, admitámoslo cumple su función. No, me viene a la mente lo otro, la etiqueta tajante esa que con demasiada ligereza se cuelga a un músico y que yo creo que aunque al principio le pueda beneficiar con el tiempo puede ser una losa.
Toda esto me viene porque comentando los próximos conciertos que va a haber por estos lares, le pregunté a un amigo a ver si había escuchado a Nikki Hill y me contestó que si, que es una tipa negra que hace unos conciertos muy divertidos con versiones de AC/DC o Little Richard pero me venía a decir que eso, que es una buena cantante con mucho recorrido pero que todavía no ha hecho méritos para ser la nueva Aretha o Etta James. Mi colega se mostraba un poco hastiado de toda esta fiebre que hay concretamente ahora con el soul y que calza la etiqueta del nuevo James Brown a cualquiera. Recuerdo una afirmación de César Martín en Popular 1 en la misma onda que la de mi amigo. Concretamente en el caso de Eli PaperBoy Reed y James Brown. The Man decía que poner en la misma frase los nombres de estos dos músicos era poco menos que un ultraje. Y siendo un poco rigurosos es así. Tienen razón.
A ver, las cartas sobre la mesa. No soy ningún experto en soul, qué coño no soy ningún experto en nada de nada. Yo en su día me emocioné con el Paperboy. Incluso me compré el disco que le lanzó al estrellato. Hoy en día lo escucho y el impacto es mucho menor por decirlo suavemente. La razón es sencilla me metí en el veneno soul hace unos años y empecé a volar alto con Wilson Pickett, Donny Hathaway, Solomon Burke, O.V Wright, Bill Withers, Aretha Franklin, Ann Peebles…y muchos más, y los que me quedan espero. La música de estos titanes es poderosa, como una droga, entra y no sale en la vida, no tiene fecha de caducidad. A Paperboy muchas veces le han puesto en esa liga y en mi opinión aquellos están a galaxias de distancia del chico de Boston. En ocasiones la prensa necesita vender nombres a toda costa y no repara en gastos.
Aunque supongo que al final todo se reduce a una cuestión de gustos. Porque para contradecirme con lo anterior (ley de vida) si que considero que hay cantantes que por momentos igualan a esos grandes clásicos. Por lo menos en mi casa el Be Good de Gregory Porter está en las alturas con lo mejor de lo mejor. Y por qué Gregory si y el Paperboy no. Porque uno lo tiene y el otro no. Ja, ja. Cuestión de gustos. En fin da para mucho o para nada según se vea. Descubrir y disfrutar de los grandes clásicos es una delicia a la que nadie debería renunciar siendo eso compatible con gozar con nuevos valores a los que hay que dar tiempo y liberarles de incómodas etiquetas.