Hacía bastante tiempo que no veía una película. Últimamente me he centrado más en las series así que cuando el viernes fui al videoclub comprobé que en el camino se me han quedado unos cuantos títulos que tengo ganas de visionar. Uno de ellos es Cuestión de honor. A priori el tema me interesaba: la corrupción en la policía neoyorkina. Una cuestión tal vez muy trillada en el cine pero que si está bien llevada es siempre muy atractiva para mí. Además el reparto me atraía fundamentalmente porque participaba Edward Norton que es uno de mis actores favoritos de los últimos años.
A veces cuando veo determinadas películas me digo que no puede ser, no puede ser que exista tanto corrupto e hijoputa suelto. Pero segundos después pienso que lo que no puede ser es que yo sea tan ingenuo. Y es que como decía Billy Wilder si no puedes decir que todo el mundo es corrupto es porque no conoces a todo el mundo. Basta con leer la prensa o informarse un poco para percatarse de que como dice la manida frase: la realidad supera la ficción. Aunque en el fondo me gusta pensar que no, que todavía hay esperanza y personas que tienen principios.
Y la película me gusto mucho. El argumento es sencillo: Cuatro policías de Nueva York mueren en un tiroteo a manos de, presumiblemente, un capo de la droga local. Los agentes estaban bajo el mando del hermano mayor de una familia en la que todos son policías: el padre (John Voight), un policía jubilado que guarda un secreto de su pasado en activo; el hijo mediano (Edward Norton), un detective de homicidios que ha dejado la calle a causa del sentido de culpabilidad; el hijo mayor (Noah Emmerich), encargado del cuerpo policial del distrito del Bronx que, sin ser corrupto, ve solo lo que quiere y hace la vista gorda con lo que no quiere ver; y el marido de la hija menor (Colin Farrell), uno de los agentes bajo su mando, más preocupado por llenar sus bolsillos negociando con los narcotraficantes que por detenerlos. El personaje de Edwardd Norton tras ser convencido por su padre vuelve a las calles para capturar al asesino de policías y lo que se encuentra es una madeja de corrupción en la que casi todo el mundo está implicado o mira a otro lado.
El director Gavin O´Connor opta por mostrar la parte oscura de NY, esa que no sale en las postales pero que casi toda gran urbe tiene. Los bajos fondos son retratados con intención realista, cámara en mano en las escenas de acción y con muchos primeros planos cuando se dan conversaciones entre los personajes. Es una película de género como la que en su día rodaba Sidney Lumet o las más reciente American Ganster y el resultado se acerca bastante a ese nivel. Lo cual para mi es mucho decir. El mayor hándicap tal vez sea el poco peso que tienen los personajes femeninos que están un poco desaprovechados pero en conjunto es una muy buena película y un placer volverse a encontrar con un Edward Norton en plena forma, un John Voigth muy convincente y hasta un Colin Farrell creíble. Tras ver el film te queda la sensación de que en efecto como decía Billy Wilder…..