Dust my Broom. La historia de Elmore James y Robert Johnson entra en la categoría de ensayo pero si alguien tan poco preparado como el menda le ha sacado jugo, ustedes millones de lectores la van a gozar. El autor, Gonzalo de la Torre Puig, más conocido en el mundillo musical como Dolphin Riot, ha escrito un libro maravilloso, con mucho estilo, literario incluso y plagado de interesantes reflexiones acerca de muchas cuestiones que van mucho más allá del blues, aunque este estilo de música sea el nexo común del volumen. El libro se adentra en la profundidades del Delta de Mississippi, una vasta región de Estados Unidos en muchos sentidos ajena al desarrollo socio económico de territorios colindantes. Y ese contexto es fundamental para entender por qué y cómo surgió el blues. De hecho una de las tesis que plantea el autor es precisamente que si en esa región no se hubiesen dado las circunstancias que se dieron, plantaciones de algodón, esclavitud, tal vez el blues no hubiese como fue. Sin caer en defensas de regímenes chungos ni nada por el estilo, que se me entienda, por favor.
Los dos bluesman que aparecen en el título son un reclamo perfecto para melómanos como el menda. La primera vez que supe algo de Robert Johnson fue en los noventa. Mi primo Oscar tenía un recopilatorio, The Complete Recordings editado en 1990 que se convirtió en el disco de blues más vendido de todos los tiempos, con más de un millón de ejemplares. Me imagino que mi primo llegó a el muy posiblemente por Popular 1 o por los Red Hot Chilli Peppers que hicieron una versión de They´re Red Hot en su maravilloso Blood Sugar Sex Magik. Como miles de personas en el mundo compré la versión oficial sobre Robert Johnson que tan popular y a la que tanto rédito comercial se le sacó. Ya sabéis el pack completo, fue el primer bluesman, vendió su alma al Diablo, nadie había hecho lo que él antes... A grosso modo algo así. Es muy interesante leer lo que cuenta Dolphin Riot sobre Robert Johnson y sus acertadas ideas sobre lo que supone abrazar milongas como lo de vender el alma al Diablo. El autor indaga en la vida y obra de Johnson de una forma fascinante, llegando a interesantes reflexiones que comparto casi casi al 100%. Y en el trayecto de conocer más sobre Johnson he descubierto a pioneros de los que no tenía ni idea: Tampa Red, Tommy Johnson, Scrapper Blackwell y a mujeres fundamentales y que como tantas otras veces la Historia a ninguneado como Ma Rainey, Bessie Smith o Memphis Minnie.
En el caso de Elmore James mi conocimiento sobre su vida y obra era prácticamente nulo más allá de conocer que estuvo ligado al blues de Chicago y de que es conocido por ser el padre del bottleneck guitar. Sus andanzas me han fascinado en especial esa forma de ir por el mundo sin atenerse a reglas ni leyes establecidas. El tipo necesitaba pasta y allí donde estaba iba sin importar sin infringía leyes de sindicato de tocar en tal o cual región. Tuvo que hacer frente a multas por esos temas en muchas ocasiones pero reincidía una y otra vez. Su trascendencia en el mundo del blues es defendida de forma apasionada por el autor, de tal forma que según leía iba indagando en su legado musical con fantásticos resultados.
Lo que hace a este libro especial y esencial es su mirada sobre el blues más allá de los tópicos mil y una veces tratados. Contar la historia de este género a través de dos de sus máximos exponentes pero dejando claro con datos que la música es un arte en donde las influencias y el constante reciclaje y puesta a punto de ideas preexistentes es el nexo común, que todo quisqui ha tomado prestado de alguien antes. Evidente y muy bien explicado y documentado. A todo esto hay que añadirle los personajes secundarios, por así decirlo, algunos con vidas tan o más fascinantes que los protagonistas de esta historia. Me ha llamado la atención la historia de Morgan Clyde Bobby Robinson, nieto de esclavos y que en 1946 abrió una tienda de discos situada entre el Teatro Apollo y Frank´s uno de los restaurantes más famosos de Harlem. Bobby´s Happy House se llama la tienda, que no te digo me lo mejores, iguálamelo.