En los cincuenta si había algún actor que tenía un par de pelotas bien puestas ese no era otro que Robert Mitchum. Este tipo singular que según algunos críticos deambulaba por las películas con cara somnolienta se fraguó una curiosa carrera que atesora algunos grandes títulos y otras películas disparatadas en las que salió del desaguisado como pudo. Pero a pesar de que Mitchum siempre respondía con desdén cuando le preguntaban por el séptimo arte en unas cuantas ocasiones se involucró en proyectos que le atraían como esta Thunder Road.
Para este film Mitchum quería que Elvis Presley interpretase el personaje del hermano del protagonisa (interpretado por el propio Mitchum) y ni corto ni perezoso pidió audiencia con el rey del rock´n roll para tratar de convencerle. Desde el principio el intento estaba abocado al fracaso porque el carroñero manager de Elvis, el desgraciadamente célebre Coronel Parker, manejaba a su antojo la carrera del cantante. Pero a Mitchum no le impresionaba nadie. Ni que llevase el titulo de coronel ni hostias.
Cuando el bueno de Mitchum se acercó al Rey del rock´n roll lo hizo a su estilo, con mucha clase. Se presentó en la suite del hotel donde se alojaba Elvis con el guión en una mano y una botella de whisky en la otra. Presley reconoció que Mitchum le había influido, el pelo que el actor había lucido en una película le había inspirado su peculiar peinado. Pero hacía falta más que ese toque sentimental y el reconocido fanatismo de Elvis por Mitchum para convencer al perrete del Coronel Parker. El sueldo de Elvis era más alto que todo el presupuesto para Thunder Road.
En la reunión con Elvis, Mitchum alucinó con el sequito que rodeaba al muchacho de Tupelo. En aquella época solo contaba con 22 añitos y ya tenía toda una corte de seguratas formando un muro infranqueable, pero lo que más decepcionó a Mitchum fue la dependencia del cantante respecto a su dominante manager. La puerta se cerró y nos perdimos la unión artística de dos tipos con mucho talento y la ocasión de ver a Elvis en una película con un poco de enjundia.
No es que Thunder Road sea una obra maestra pero sin duda tiene un encanto especial. Posee la impronta de Mitchum, su carácter aventurero, pendenciero, su lado romántico siempre cerca de los perdedores está presente en el metraje. Alcohol de contrabando, el profundo Sur, persecuciones, fetichismo por los coches, velocidad… Con el tiempo la película se ha convertido en una referencia de culto en la América profunda. Y a mi me encanta. Con sus fallos, con sus escenas raras, la película es un canto al individualismo. Un muy buen reflejo de lo que fue Mitchum, un outsider muy cool, el primero digno de recibir ese calificativo.