Da la imagen de ser alguien irascible. Muy trascendente, parece que siempre está de mal humor y se toma a sí mismo demasiado en serio. Rodeado de la vanguardia neoyorkina da miedo acercarse a él. Lou Reed tiene un alto concepto de su arte y le encanta compartir halagos con lo más de la gran metrópoli. Al mismo tiempo, pocos como él han sido capaces de realizar una radiografía tan áspera y cruda pero no exenta de amor hacia Nueva York.
Corría el año 1989 cuando Lou Reed grabó una de esas obras maestras, capaces de revitalizar la carrera de un músico. El disco New York es una de las más precisas visiones sobre la vida en la gran ciudad que se han grabado jamás. Es imprescindible escucharlo con las letras bien presentes, es como una pequeña novela en la que te puedes perder una tarde. Hasta que plasmó su visión sobre esta gran ciudad Lou Reed llevaba unos años perdido con unos cuantos discos prescindibles.
El disco se abre con la revisión de la historia de Romeo y Julieta en la gran urbe. Pero nada de cursiladas. Por estas canciones desfilan el SIDA, putas, yonquis, asesinatos y una serie de personajes a los que la ciudad les aplasta. Uno de sus protagonistas, el Peter de Dirty Boulevard encuentra un libro de magia en un cubo de basura y cuenta hasta tres para volar de este sucio boulevar.
Con New York Lou Reed inicio una recuperación sorprendente y vitalista que le llevó a grabar una maravilla compartida con John Cale, Songs for Drella y un doloroso disco sobre la muerte Magic and loss, que te puede hundir el día. Pero esta tarde me he vuelto a sumergir en New York, grabado de forma sencilla bajo-batería-guitarra-voz y que cuenta historias sobre el otro New York, la otra cara de la moneda, tan mísera como atractiva. And fly, fly away from this dirty boulevard.