Últimamente apenas tengo tiempo de ver pelis. Con un enanito madrugador circulando desde las siete y poco de la mañana cuando nos sentamos en el sofá a la noche como mucho aguantamos algún episodio de una serie. Cuarenta y cinco minutos es una duración ideal antes de acabar en los brazos de Morfeo. El último film que había alquilado hasta este fin de semana ha sido Hacia Rutas Salvajes que merece un capitulo aparte.
Este sabado alquilé, todavía soy de los que alquila, The HoneyDrippers Blues Bar la última película escrita, dirigida y producida por John Sayles. Este artista todoterreno se ha currado una más que interesante carrera. Por un lado trabajando dentro del sistema hollywoodiense para ganarse un buen sustento, ha sido guionista de algunas películas muy taquilleras y por otro poniendo en pie cada cierto tiempo proyectos mas personales y muy recomendables, ahí están Lone Star, Hombres Armados o Silver City. De los cineastas encuadrados en ese marco tan disperso que es el cine indie Sayles es sin duda uno de los mas sugerentes y atractivos.
En The Honeydrippers Blues Bar Tyrone “Pinetop” Purvis (Danny Glover) es un hombre que intenta sacar a flote un club que programa noches de blues y que ve como la competencia con el jukebox y su juerga continua le esta arrebatando casi todo el protagonismo. Una cantante de blues en el escenario no es suficiente para competir y el local se tambalea. Un pasado turbio y los acreedores acechan a Pinetop pero éste decide arriesgar sustituyendo a su vieja cantante, Bertha Mae, por un cantante de éxito en la radio, el rocanrolero y engominado Guitar Sam.
Esa es la trama principal y para mi ya suficiente. Sayles elige un estilo clásico y nada pretencioso para contarnos una buena parte de la historia del blues. Ese momento en que la tradición oral está a punto de electrificarse. Cuando esto era sinónimo de pecado. El germen del rock´n roll. Y lo hace de forma sencilla, brillante dando tiempo a que conozcamos y nos encariñemos de los personajes. Pero hay mucho más. El contexto os lo podéis imaginar. Un pequeño pueblo llamado Harmony situado en la Alabama de 1950. La América racista y rural está dibujada con tino, sin caer en el sentimentalismo fácil.
Todo funciona a la perfección en esta pequeña película. Sayles filma un pedazo de la Historia de su país con los ojos de un documentalista. Los actores están soberbios tanto los ya consagrados Danny Glover o Charles S Dutton como los neófitos algunos de los cuales jamás se habían puesto delante de una cámara. Tradición frente a progreso, negros y blancos, sermones locos, música gospel. Así, sin aspavientos, con una historia sencilla pero llena de matices el director nos contagia del blues y el rock´n roll. Y cuando acaba la película tienes ganas de ir a tu equipo de música y gozar de la música del Diablo una vez más.