Muchas películas basadas en hechos reales terminan naufragando, sumergiéndose en las chuscas aguas del telefilm. Este no es el caso de American Gangster. En los mandos tenemos a todo un Ridley Scott, director entre otras cosas de dos clásicos de la ciencia ficción como Alien y Blade Runner y experto realizador que se mueve por todo tipo de géneros con envidiable soltura. Desde luego American Gangster pasa a ocupar un lugar muy destacado en su filmografía.
Ridley Scott es un director muy valorado entre otras cosas por su dominio del montaje. La piedra angular del lenguaje cinematográfico. Scott teje un relato ágil y se sirve de su habilidad en el montaje para realizar secuencias perfectas que me han recordado a la maestría de Coppola en las primeras dos partes del Padrino. Solo hace falta ver las primeras escenas cuando nos presentan a los principales protagonistas para darse cuenta de que el tío a sus 70 años no ha perdido el pulso para nada. A una película de estas características que cuenta con actores conocidos (Denzel Washington, Rusell Crowe y Cuba Godin jr) se le presupone una factura impecable y esta la tiene pero es que además el material es de primera.
La película se centra en las andanzas de Frank Lucas (D. Washington) un joven negro que a finales de los sesenta era la mano derecha del ganster Bumpy dominador del Harlem gracias a sus manejos con las drogas. Cuando éste fallece Lucas hereda su imperio y aplica la lógica capitalista al negocio de la droga. Elimina los proveedores e introduce heroína directamente desde Vietnam sirviéndose para ello nada más y nada menos que del ejército de los Estados Unidos gracias un contacto familiar. Algo sorprendente pero real, no olvidemos que la película esta basada en hechos reales.
El caldo de cultivo social en el que se desarrolla la película es muy atrayente. Con la omnipresente guerra del Vietnam, la corrupción policial por todos los lados, y la droga presente en cada esquina. Una vez mas otra película situada en Nueva York en la que el director sabe meterse en sus calles rodando de tal forma y articulando las secuencias con tal pericia que hace las dos horas y media que dura el film se te hagan cortas. También es justo destacar tanto a Denzel Washington como a Rusell Crowe. Ambos componen dos personajes muy atractivos, nada planos con mil matices y con la lección bien aprendida. Una de esas películas para ver varias veces.