A sus setenta y seis castañas ahí sigue Paul McCartney al pie de cañon. El pasado viernes publicó Egypt Station su decimoctavo disco y en breve iniciará una gira que ojalá pasase por estos lares. La jubilación no parece entrar en sus planes. Y no deja de sorprenderme. Paul podría quedarse en su casa haciendo lo que le salga del nardo sin necesidad de componer nuevos temas y mucho menos salir de gira. Vivir de las rentas como hacen muchos, algunos escandalosamente más jóvenes que él y que estiran la gallina de los huevos de oro hasta límites insospechados. Pero no, el tipo es de esa pasta especial y no parece tener ganas de quedarse en su hogar. Y lo celebro. El pasado viernes también aderezó temas de su último álbum con unos cuantos clásicos imbatibles en la Gran Central Station de Nueva York. Toma esa.