Hoy nos hemos levantado con un impresionante manto de nieve. Inusual por estas latitudes he escuchado que ha sido la mayor nevada en treinta y tres años. Si soy sincero no me acuerdo de aquella. Este fenómeno meteorológico es el favorito de los niños, se vuelven locos con las posibilidades lúdicas que ofrece mientras que para el resto de la población se convierte en un trastorno curioso. El transporte público se colapsa y el caos se apodera de las carreteras, la vida cotidiana sufre un cortocircuito pero los niños son ajenos a todo y disfrutan haciendo muñecos de nieve y lanzándose bolas. Cada cuesta se convierte en una improvisada pista de esquí y las campas son el lugar favorito para tirarse por la nieve fundiéndose con la materia blanca. Todo el mundo saca fotos a tutiplén deseando capturar este insólito paisaje y es que a saber cuándo tenemos otra igual.
There goes the last dj, who plays what he wants to play, and says what he wants to say...
miércoles, 28 de febrero de 2018
lunes, 26 de febrero de 2018
sábado, 24 de febrero de 2018
¿Cuándo será liberado Fariña?
La decisión de la jueza Alejandra Pontana de secuestrar temporalmente el libro Fariña de Nacho Carretero atendiendo la petición del ex regidor gallego Jose Alfredo Brea que siente malherida su reputación ha causado un importante revuelo mediático. El libro de Carretero se publicó en 2015 y es un documentado y despampanante relato sobre el narcotráfico en Galicia. Escrito con un brillante pulso narrativo y plagado de un curioso humor gallego lo recomendé infinidad de veces durante mi estancia en la sección de librería. Y es que no exagero si escribo que es uno de los mejores libros que me he leído en los últimos años. Lean, lean y alucinen con los tejemanejes de la droga en esa comunidad durante décadas. A ver qué tal la serie.
martes, 20 de febrero de 2018
Bruce Springsteen. Ain't Got You
Bruce Springsteen reina en la portada de este mes en Popular 1. Hacía muchos años que el amigo Springsteen no ocupaba ese lugar en la revista y la excusa esta vez es recordar los treinta años del disco Tunnel Of Love. Un álbum que me costó tiempo apreciar pero que hoy suena mejor que cuando se editó. Felicidades al autor del artículo, Luis Aragón. Me gusta mucho como escribe y me parece el mejor fichaje que ha hecho la revista en tiempo. Además de glosar las peripecias del mencionado disco y su posterior gira hay dos entrevistas muy interesantes, una con Erik Kirschbaum autor de Rockin the Wall, The Berlin Concert that changed the world y otra deliciosa con Nils Lofgren. Brindo por ello al ritmo de Ain´t Got You, el tema que abre Tunnel Of Love y que originó una buena discusión entre Little Steven y Bruce. A mi siempre me encantó y por cierto Solomon Burke hizo una antológica apropiación en aquel tremendo Nashville.
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martes, 13 de febrero de 2018
Warren Zanes. Petty
He devorado la biografía autorizada de Tom Petty escrita por Warren Zanes en unas horas repartidas en tres días. Un atracón a gusto, sumergido en la lectura sobre la obra y vida de una banda que me apasiona: Tom Petty & the Heartbreakers. Y se me ha hecho corta, muy corta. Cuando iba por la página 272 y veía que todavía no se había abordado ni Full Moon Fever pensé que no iba a encontrar respuestas a mis delirantes ( o tal vez no tanto) y numerosas preguntas. El libro consta de 396 páginas y se lee de un tirón. Esta muy bien escrito. Desconozco si Zanes es tan habilidoso componiendo y tocando la guitarra como lo es juntado letras pero en esa tarea realmente lo borda. Tiene el punch, el toque especial para contar una historia fascinante.
No dudo de que debido a su amistad con Petty, Zanes haya pulido algunas partes, seguro que si, pero la sensación al terminar el libro no es que Tom Petty es un tío guay y se lleva de cine con su banda. Hay mucha oscuridad, resentimiento, malos entendidos, pasajes inesperados. Lo único que le reprocho a Zanes es que se ventila el período más fructífero de la carrera de este hombre en apenas cien páginas. Eso se merece otro libro. No me jodas. No se debe pasar de puntillas por algo tan esplendoroso como She´s the one. Eso no es justo, joder! Tampoco son suficientes las líneas destinadas a Echo, The Last Dj merece más atención e incluso Mojo es un álbum peculiar y en el que perderse más.
En cualquier caso el volumen merece mucho la pena. La descripción del ambiente sureño en que vivían Tom Petty y sus compinches está muy lograda, sin recurrir a psicología barata ni a subterfugios, ni clichés mil y una veces sobados. Petty lo pasó mal de pequeño. Tuvo una infancia muy chunga con un padre que tenía antepasados cherokees de los que de alguna forma renegaba y huía. No solía estar mucho por casa y era mejor así porque cuando aparecía Petty era el saco de las hostias. El propio Petty cuenta que con apenas cinco años recibió una paliza brutal, totalmente desproporcionada y no fue la única. Su punto de apoyo era su madre y ésta pronto enfermó. Se quedó solo demasiado pronto y tuvo que lidiar con mucha mierda a una edad muy temprana lo cual marcó su carácter. Encontró su refugio en la música y aunque suene a cuento de hadas ahí es donde halló la salvación. Pero no fue fácil. Nunca. De hecho ni cuando alcanzó el éxito pudo escapar de sus demonios. Le persiguieron hasta el final.
En el plano musical las descripciones de Zanes son muy chulas. Mis partes favoritas son cuando hacen su aparición Mike Campbell y Benmont Tench. El primero un tipo tímido que estaba loco pòr la música y que terminó siendo algo más que el fiel escudero de Petty. No se concibe la carrera del rubio de Florida sin Campbell a su lado. Sus caminos nunca se separaron y eso que también hubo malos rollos y malentendidos. Pero Mike Campbell seguramente sacrificó parte de su talento por seguir al lado de Petty porque veía que aquello iba a ser muy grande. Tench, por su parte era posiblemente el mejor músico de la banda, alguien superior, con una vida mucho más fácil que los demás, un tipo que de alguna forma se vio en un incómodo segundo plano. Tienes la sensación de que quería más pero al final también se conformó y vio que lo mejor es que hubiese un líder para lo bueno y para lo malo.
El grano en el culo de esta historia es Stan Lynch. Inevitablemente le he cogido cariño. Lynch hubiese encajado perfectamente en cualquier combo angelino de hard rock. Sus prioridades eran la juerga y las mujeres. Así lo confiesa en el libro. Y eso me encanta, es decir, él no se da importancia pero la tuvo y mucha. Era un buen batería al que el productor Jimmy Iovine tocó los cojones en varias grabaciones. Le echaban y volvía al grupo. Era peculiar, hasta el propio Petty reconoce que en directo era muy bueno aunque deja caer dudas de su prestancia en el estudio. Se ganó esa fama, además de ser el causante del mal ambiente y de los vaivenes de la banda. En un momento dado creo que voy a leer que mató a Kennedy.... Sin duda podía ser como un dolor de muelas y siempre retaba a Petty, mientras el resto miraba para otro lado. Me ha gustado. Su salida de la banda se veía venir y Petty confiesa que fue un asunto que no supo abordar de la mejor forma. Curiosamente el valedor de Lynch en el seno de la banda fue Campbell hasta un desagradable incidente en una gira con la familia de Campbell de por medio. Un momento desgarrador y posiblemente el detonante de su marcha. Si tocas los cojones al único tío de la banda que intercede por ti y casualmente ese tío es musicalmente la mano derecha del jefe, pues ya sabes donde esta la puerta...
Lo que me ha encantado es como describe Zanes la entrada en la banda de Scott Thurston, un tipo que había tocado con gente tan dispar como Tina Turner, The Motels o Iggy Pop. Al parecer Thurston (una máquina en lo musical, capaz de tocar armónica, guitarra, piano, hacer unas armonías vocales tremendas...) es un tipo de esos facilitadores, de esas personas que todo el mundo quiere tener cerca porque siempre suma y aporta vibraciones positivas. En lo musical esencial y parece que también en lo personal. Siempre recordaré lo flipado que me quedé cuando aquella noche en el MSG le escuché cantar las partes vocales de Roy Orbison en Handle with Care con una clase tremenda.
Otra persona fundamental en la vida de Petty es Dana York, su segunda esposa. Esa que le dijo un día que escuchara el Echo, que allí había canciones maravillosas. Como recuerda Tench en ese disco se hizo música hermosa, más oscura que nunca pero de una indudable belleza. Petty lo dice abiertamente, Dana le salvó, le sacó de una etapa en la que incluso estuvo enganchado a la heroína. Los pasajes pertenecientes a esa época son tremendos, un tipo con todo el éxito del mundo viviendo sólo y metiéndose por la vena sin que casi nadie lo sepa. Delirante.
No todo es oscuridad y agobio. Hay también mucha luz. Camaradería. Conexiones musicales fabulosas. Petty y Campbell, siempre juntos, más cercanos en los musical que en lo personal, esa es la sensación que me queda al leer el libro. Con quien Petty tuvo una relación especial fue con George Harrison. Se entendieron en todas las facetas desde el primer momento al igual que con Jeff Lynne y eso se palpa en la música que hicieron juntos: Full Moon Fever, Into The Great Wide Open, el primer disco con los Travellin Wilburys. Esas páginas son mis favoritas del libro. El periodo más luminoso en la vida de Petty. Hay un dato curioso, cuando Petty editó en solitario Full Moon Fever se convirtió en su disco más vendido de largo y a pesar de las fricciones con la banda su siguiente paso fue juntarse con los Heartbreakers y grabar juntos Into the great Wide Open que aunque no tuvo tanto éxito como el otro se pude escribir perfectamente que es casi casi tan bueno. Petty pudo haber tirado en solitario, tenía todo a su favor para hacerlo más cuando había desavenencias con todos pero optó por seguir con la banda y acertó porque lo que vino después fue apoteósico.
Y en eso tuvo mucho que ver Rick Rubin. Su relación profesional empezó como un tiro con Wildflowers otro disco que Petty grabó en solitario (siempre con Campbell) y en el que se entendió a la perfección con Rubin. Es una lástima que en el libro no se ahonde en su relación, quizá es uno de los puntos flacos de este estupendo volumen. A Rubin se le reconocen sus méritos en tareas musicales pero también aparece retratada su ambición desmedida y ciertas traiciones personales.
Algo que he echado mucho en falta ha sido resaltar la contribución de Howie Epstein a la banda. No estamos hablando sólo de un bajista. Era al igual que Stan Lynch un tipo capaz de hacer unas armonías vocales excelsas y ahí están las pruebas en Into the Great Wide Open, Wildflowers, Echo o She´s the one. La parte en la que se habla de su muerte y el funeral al que no asistieron ni Petty ni Campbell es muy dolorosa. Stan Lynch no entendió que Petty no asistiese al funeral de su amigo y Campbell explica que se le realizó un homenaje en una tienda de música y que cada uno lleva el duelo como sabe o como puede. Eternas desavenencias. Heridas que nunca se cerraron.
Y para finalizar las páginas dedicadas da The Last Dj, favorito personal, álbum infravalorado que contó con la labor a los mandos de George Drakoulias, tan bueno como Rubin, no me cabe duda. Ese disco también supone el regreso de Ron Blair al bajo y es un momento bueno para la banda, el mejor en lo personal en mucho tiempo y en lo musical Zanes lo pone bien, no le da toda la cancha que merece pero eso tal vez aparezca en otro libro. Tal vez sea en el de John Scott. Chi lo sa. Ojalá.
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domingo, 11 de febrero de 2018
miércoles, 7 de febrero de 2018
Tiempo de balance: Resistir
Agosto del pasado año. Para variar el cielo por estos lares está gris. Dicen que estamos en verano aunque cuesta creerlo. Malo para los chiringuitos de las playas, bueno para el negocio en el que estoy. Íbamos como un tiro. Incluso un compañero me dice a ver si este año es el que rompemos la tendencia y por primera vez en casi una década las ventas de música en lugar de descender, aumentan... Parafraseando al Sr Lobo le digo que no empecemos a chuparnos las p...ya sabéis como termina la frase.
Y efectivamente otro año más se vendió menos música en formato físico que el anterior. Llegamos a nuestro objetivo, cumplimos de largo pero fue imposible romper la tendencia. Resistimos que es el verbo que se conjuga en el sector editorial. No nos quedamos tan lejos de modo que este año se apuesta por la música en detrimento del cine. Más exposición y novedades golosas de importación para intentar romper la dichosa tendencia. ¿Quién sabe? Tal vez funcione. Sería un puntazo.
Trabajo en un sector que ineludiblemente va a menos. Es una cuestión estructural. Los hábitos de consumo que han cambiado por completo. Posibilidades de tenerlo todo en la Red. Plataformas como Netflix, HBO, Spotify, el libro electrónico. Cada producto resiste la embestida como puede. El cine a duras penas, la música algo mejor y los libros, pues tal vez los cómics son los que mejor libran la batalla. Porque se trata de eso, de resistir y sigo siendo incapaz de ver una vuelta al asunto. La media de edad del comprador de música es de cuarenta para arriba.
Hay algunos signos interesantes. Varios de los discos más vendidos el pasado año son fenómenos digamos juveniles. A priori una franja de edad alejada del formato físico. Ahí están las ventas de Ed Sheeran, Harry Styles, Niall Horan o Goazen. Pensaba que las personas que consumían este tipo de música se volcarían mucho más en lo digital y seguramente sea así. Pero conviven las ventas de estos jovenzuelos con lo nuevo de Sabina, Van Morrison, Berri Txarrak, la banda sonora de La La Land, Los Secretos o El Consorcio. Querido lector rockero y aledaños no se preocupe la serie media funciona de maravilla se siguen despachando unidades a cascoporro de The Wall, The River, Nevermind o Full Moon Fever y cientos de referencias más. Hasta cuándo. Chi lo sa.
sábado, 3 de febrero de 2018
David Buckley. David Bowie, una extraña fascinación
Cuando David Buckley publicó David Bowie, una extraña fascinación en 2001 ya existían multitud de biografías sobre el Duque Blanco. Buckley se postulaba en esta como una referencia ineludible. Así nos explica en el prólogo que el libro nació tras realizar una tesis doctoral en el Institute of Popular Music de la Universidad de Liverpool. A partir de ahí Buckley comenzó su trabajo para este volumen entrevistándose con todas las personas que en un momento u otro colaboraron con Bowie (todas menos el manager Tony De Fries que al parecer no se inmiscuyo en ninguna de las biografías publicadas). Es más el propio Bowie dio el visto bueno al libro en un principio para meses después retirar su apoyo poniendo a parir al autor y su libro. Detalle definitivo para que mis ganas de leerlo se hayan multiplicado por mil.
Y el resultado ha sido que a pesar de tener la biografía sobre Tom Petty en mi poder el mismo día que se editó no he podido dejar de leer este volumen sobre Bowie. Muy bien escrito y documentado, se puede o no estar de acuerdo con las opiniones de Buckley sobre los aspectos musicales de la obra de Bowie pero el libro está escrito con un pulso certero, indagando en todas las cuestiones fundamentales en la vida y obra de este singular sujeto. Y da para mucho. Más si cabe teniendo en cuenta mi absoluta ignorancia sobre la obra de Bowie (tan sólo poseo Hunky Dory, Ziggy y un recopilatorio) y sobre multitud de aspectos de su vida privada.
Cualquier biografía con cierto peso tiene que tener como baza fundamental el testimonio de los más cercanos al músico en cuestión. Aquí las opiniones de tipos como Tony Visconti, Carlos Alomar, Ken Scott esta sazonada con las disquisiciones del autor sobre cada tema. En el apartado musical, Buckley realiza un análisis completo de cada grabación, señala sin cortapujos cuáles son sus favoritos y se decanta por Aladdin Sane o la trilogía berlinesa como los momentos cumbres de su dilatada trayectoria. En lo de Aladdin Sane estoy de acuerdo, ha sido mi banda sonora mientras leía el libro y me ha alucinado. Lo de la trilogía berlinesa lo tendré que comprobar así como Diamond Dogs y Young Americans que ya he catado y las primeras sensaciones son buenísimas.
Con lo que he disfrutado de lo lindo ha sido con la carroña. A mansalva. En cantidades industriales. Reconozco mi gusto por los detalles escabrosos. Y ahí muy alto en mi top particular está la loca estancia de Bowie en Los Angeles. Dos años y medio consumiendo cocaína a lo loco, perdiendo la noción tiempo-espacio y que dan a lugar a momentos surrealistas. Mi favorito ese en el que un Bowie totalmente fuera de la realidad llama a su asistente avisando de que unas brujas le quieren secuestrar para robarle el semen o cuando detalla su excéntrica dieta a base de leche y pimientos verdes y rojos que devoraba tirado en suelo sin apenas luz.
No se puede obviar la polémica nazi. Bowie hizo unas declaraciones declarandose admirador de la inteligencia de Goebbles y de ciertos aspectos de Hitler unido eso a un saludo que hizo un día y que algún avispado en seguida dijo que era el saludo nazi. Pues ya la tenemos liada. Algo habitual en el mundo del espectáculo y que venía muy bien siempre para estar en el candelero.
Son muy interesantes las insospechadas conexiones de Bowie con personajes tan variopintos como Elizabeth Taylor, John Lennon o Bruce Springsteen con quien se rumorea que grabó una versión de It´s Hard to be Saint in the city. Como se comenta en el libro a priori no podía haber dos estrellas más diferentes y que representasen justo lo contrario que Bowie y Springsteen. También tiene tela el momento Bing Crosby acompañando al cantante americano en un especial televisivo. Lo cierto es que en los primera década de su carrera Bowie era todo menos previsible.
Carlos Alomar guitarrista en unos cuantos discos del Duque Blanco tiene una importante presencia en el libro. Especialmente cachondas son sus opiniones sobre Brian Eno, un sujeto peculiar, por escribir algo. Sus métodos de grabación eran extraños a más no poder para la cultura y la formación musical de Alomar. Así Eno se presentaba en el estudio con unas cartas escritas con lemas. Lo llamaba Estrategias Oblicuas. En las mencionadas cartas escribía pequeñas frases que entregaba a los músicos con frases como: Recuerda tus noches tranquilas, Mira cuidadosamente los errores más vergonzosos y amplificalos... Suficiente, ¿no?. Eso mismo pensaba Alomar, ja,ja.
Y no podía faltar su etapa berlinesa con Iggy Pop como cómplice. Una asociación extraña a priori. Berlin es un lugar mitificado en la carrera de Bowie y que según el autor de este libro dio como resultado la etapa más creativa del músico así como una recuperación de su descontrolado consumo de drogas aunque no las abandonaría por completo pegándose sus buenas juergas con Iggy Pop. En esta parte he echado en falta más anécdotas, mas carroña para que engañarnos. Así como de su relación con Lou Reed que una noche le arreo unos buenos hostiones a David.
Es muy interesante también la evolución de la carrera de Bowie en el Reino Unido y Estados Unidos. Mientras que en el país británico su éxito fue abrumador con cifras que sólo los Beatles habían alcanzado en Estados Unidos le costó de lo lindo. Su imagen andrógina, el jugueteo con la sexualidad y la propia música estaban lejos del estereotipo de macho alfa que triunfaba. En las ciudades grandes como Nueva York o Philly, Bowie podía rascar más que en el cinturón biblíco donde uno se imagina a los parroquianos persiguiendo a Ziggy hasta darlo su merecido.
Otro aspecto muy interesante en la carrera de Bowie es la espectacular nómina de músicos colaboradores. Encontrarme ahí a Stevie Ray Vaughan ha sido toda una sorpresa. Adrian Belew cuenta como Bowie le engatusó para dejar a Frank Zappa. Con ese pasaje me he reído un rato puesto que Bowie estaba viendo una actuación de Zappa y estaba embelesado viendo las habilidades de Belew. Tras la actuación quedaron fueron a un restaurante a cenar en una gran ciudad y quién estaba allí cenando, pues Zappa que al parecer puso a Bowie a parir...
En general casi todos los implicados en la carrera de Bowie parecen sinceros y aunque abundan los parabienes también hay unos cuantos reproches por su forma de manejar el negocio o su escaso compromiso con quién trabajaba , salvo excepciones. Así me ha parecido curioso el caso del pianista Mike Garson al que dijo que iban a trabajar juntos los próximos veinte años y ese es el tiempo precisamente que transcurrió entre una y otra colaboración. O el caso más extraño y sangrante el de Mick Ronson a cuyo concierto de homenaje e incluso funeral Bowie no acudió.
También está muy documentada su asociación con el productor Tony Visconti. Pieza clave en su sonido para unos, sobrevalorada su contribución para otros. No hay término medio. Lo cierto es que sus carreras están indisolublemente unidas y las apreciaciones de Visconti sobre Bowie son siempre positivas. Hubo un cisma entre ellos en una época debido a que Visconti ofreció sus testimonios para un libro que indagaba en los antecedentes de enfermedades mentales en la familia de David Bowie.
Es muy interesante también el recorrido por la etapa de mediados de los ochenta en adelante con un Bowie pisoteando todo su ideario y haciendo caja sin miramientos, luego entregado a sonidos extraños que fructificaron en discos tan poco reivindicados como Outside o Earthling y me ha gustado mucho como explica el autor la relación de Bowie con Internet en esos primeros años. El Duque Blanco estaba fascinado con las posibilidades de la Red y le gustaba enredar, valga la redundancia, e ir un paso más allá que sus contemporáneos. Desconozco si Buckley se ha planteado escribir lo que falta de 2000 hasta la muerte de Bowie. En caso de que lo haga será un placer leerlo.
Con lo que he disfrutado de lo lindo ha sido con la carroña. A mansalva. En cantidades industriales. Reconozco mi gusto por los detalles escabrosos. Y ahí muy alto en mi top particular está la loca estancia de Bowie en Los Angeles. Dos años y medio consumiendo cocaína a lo loco, perdiendo la noción tiempo-espacio y que dan a lugar a momentos surrealistas. Mi favorito ese en el que un Bowie totalmente fuera de la realidad llama a su asistente avisando de que unas brujas le quieren secuestrar para robarle el semen o cuando detalla su excéntrica dieta a base de leche y pimientos verdes y rojos que devoraba tirado en suelo sin apenas luz.
No se puede obviar la polémica nazi. Bowie hizo unas declaraciones declarandose admirador de la inteligencia de Goebbles y de ciertos aspectos de Hitler unido eso a un saludo que hizo un día y que algún avispado en seguida dijo que era el saludo nazi. Pues ya la tenemos liada. Algo habitual en el mundo del espectáculo y que venía muy bien siempre para estar en el candelero.
Son muy interesantes las insospechadas conexiones de Bowie con personajes tan variopintos como Elizabeth Taylor, John Lennon o Bruce Springsteen con quien se rumorea que grabó una versión de It´s Hard to be Saint in the city. Como se comenta en el libro a priori no podía haber dos estrellas más diferentes y que representasen justo lo contrario que Bowie y Springsteen. También tiene tela el momento Bing Crosby acompañando al cantante americano en un especial televisivo. Lo cierto es que en los primera década de su carrera Bowie era todo menos previsible.
Carlos Alomar guitarrista en unos cuantos discos del Duque Blanco tiene una importante presencia en el libro. Especialmente cachondas son sus opiniones sobre Brian Eno, un sujeto peculiar, por escribir algo. Sus métodos de grabación eran extraños a más no poder para la cultura y la formación musical de Alomar. Así Eno se presentaba en el estudio con unas cartas escritas con lemas. Lo llamaba Estrategias Oblicuas. En las mencionadas cartas escribía pequeñas frases que entregaba a los músicos con frases como: Recuerda tus noches tranquilas, Mira cuidadosamente los errores más vergonzosos y amplificalos... Suficiente, ¿no?. Eso mismo pensaba Alomar, ja,ja.
Y no podía faltar su etapa berlinesa con Iggy Pop como cómplice. Una asociación extraña a priori. Berlin es un lugar mitificado en la carrera de Bowie y que según el autor de este libro dio como resultado la etapa más creativa del músico así como una recuperación de su descontrolado consumo de drogas aunque no las abandonaría por completo pegándose sus buenas juergas con Iggy Pop. En esta parte he echado en falta más anécdotas, mas carroña para que engañarnos. Así como de su relación con Lou Reed que una noche le arreo unos buenos hostiones a David.
Es muy interesante también la evolución de la carrera de Bowie en el Reino Unido y Estados Unidos. Mientras que en el país británico su éxito fue abrumador con cifras que sólo los Beatles habían alcanzado en Estados Unidos le costó de lo lindo. Su imagen andrógina, el jugueteo con la sexualidad y la propia música estaban lejos del estereotipo de macho alfa que triunfaba. En las ciudades grandes como Nueva York o Philly, Bowie podía rascar más que en el cinturón biblíco donde uno se imagina a los parroquianos persiguiendo a Ziggy hasta darlo su merecido.
Otro aspecto muy interesante en la carrera de Bowie es la espectacular nómina de músicos colaboradores. Encontrarme ahí a Stevie Ray Vaughan ha sido toda una sorpresa. Adrian Belew cuenta como Bowie le engatusó para dejar a Frank Zappa. Con ese pasaje me he reído un rato puesto que Bowie estaba viendo una actuación de Zappa y estaba embelesado viendo las habilidades de Belew. Tras la actuación quedaron fueron a un restaurante a cenar en una gran ciudad y quién estaba allí cenando, pues Zappa que al parecer puso a Bowie a parir...
En general casi todos los implicados en la carrera de Bowie parecen sinceros y aunque abundan los parabienes también hay unos cuantos reproches por su forma de manejar el negocio o su escaso compromiso con quién trabajaba , salvo excepciones. Así me ha parecido curioso el caso del pianista Mike Garson al que dijo que iban a trabajar juntos los próximos veinte años y ese es el tiempo precisamente que transcurrió entre una y otra colaboración. O el caso más extraño y sangrante el de Mick Ronson a cuyo concierto de homenaje e incluso funeral Bowie no acudió.
También está muy documentada su asociación con el productor Tony Visconti. Pieza clave en su sonido para unos, sobrevalorada su contribución para otros. No hay término medio. Lo cierto es que sus carreras están indisolublemente unidas y las apreciaciones de Visconti sobre Bowie son siempre positivas. Hubo un cisma entre ellos en una época debido a que Visconti ofreció sus testimonios para un libro que indagaba en los antecedentes de enfermedades mentales en la familia de David Bowie.
Es muy interesante también el recorrido por la etapa de mediados de los ochenta en adelante con un Bowie pisoteando todo su ideario y haciendo caja sin miramientos, luego entregado a sonidos extraños que fructificaron en discos tan poco reivindicados como Outside o Earthling y me ha gustado mucho como explica el autor la relación de Bowie con Internet en esos primeros años. El Duque Blanco estaba fascinado con las posibilidades de la Red y le gustaba enredar, valga la redundancia, e ir un paso más allá que sus contemporáneos. Desconozco si Buckley se ha planteado escribir lo que falta de 2000 hasta la muerte de Bowie. En caso de que lo haga será un placer leerlo.
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