Hoy en día raro es el bolo que llega a la hora y media. Lo habitual es el racaneo de hora a hora y cuarto como mucho en el más puro Mike Ness style. Y sinceramente es una pena. Es una pena que un tipo como Israel Nash Grippa que ofreció un buen concierto el sábado en la sala Azkena de Bilbao no ponga toda la carne en el asador. No se, tal vez lo vea desde un lado demasiado romántico pero creo que cuando vienes por primera vez a un sitio y obtienes una entusiasta respuesta del público hay que salir a comerse el mundo. Recuerdo la primera vez que vi a los Yayhoos, Jayhawks, Marah o Fun Lovin Criminals en una sala pequeña y se dejaron los higadillos. Eso hace que funcione el boca oreja y que la próxima vez que vengas tengas a por lo menos los mismos que estuvieron la primera vez mas otros atraídos por las entusiastas descripciones de la gesta. Y eso es lo que diferencia un buen concierto de una noche épica. O igual soy yo que estoy demasiado ansioso y deliro, que también.
Pero siendo justos lo que vi y escuché el sábado en la sala Azkena me gusto mucho. Tiene potencial este tipo. Fuerza e intensidad y una voz muy chula. Interpretó con pasión unas cuantas canciones cojonudas de sus dos discos hasta la fecha New York Town y Barn Doors & Concrete Floors. Algunos temas me parecen soberbios, de esos que te ves tarareando a menudo como Goodbye Ghost o la stoniana Louisiana. Y unas cuantas mas. Realmente ambos discos que he vuelto a escuchar hoy en el curro son muy disfrutables. Los músicos que le acompañaban cumplieron de sobras con mención especial para el batería que con su cara de no haber roto un plato le pegaba de lo lindo a los parches. Además como dice Ander todo buen concierto de rock que se precie tiene que incluir una versión de Neil Young y en ese apartado Israel cumplió con Like a hurricane. Se nos hizo corto pero no me cabe duda de que el tipo tiene talento.