Conocí a Javi cuando ambos trabajábamos en unos grandes almacenes cuyo nombre no pienso poner. El estaba en la sección de fotografía y yo en la de música y cine. Reparé en él en la sala de descanso donde en torno al humo de los fumadores nos reuníamos para charlar los 20 minutos de rigor. Llevaba una camiseta de Dylan así que supuse que por lo menos podría hablar con alguien de música. O tal vez no. Quién sabe. Aquel día no creo que cruzásemos demasiadas palabras.
Bien antes de entrar a trabajar o cuando terminaba su jornada Javi siempre acababa en la sección de cine de autor de los dichosos grandes almacenes. No es que hubiese un catalogo amplísimo de películas pero si seguramente muchas más de las que la gente se imagina. Si no estaba ahí podía pulular por la sección de jazz o de pop rock internacional. Siempre liado en esos menesteres. Y bueno al final empezamos a hablar y conectamos. Cuando nos conocimos un poquito surgieron las inevitables vaciladas.
Yo le recomendaba encarecidamente que huyese de ese cine, de Godard, Kiarostami y todos esos. Siempre le citaba a Billy Wilder y su primer mandamiento: No aburrirás. Huye de ahí muchacho, le decía, todavía hay salvación para ti… O, estás en un callejón sin salida… Mis típicas chorradas, vamos. El contraatacaba mofándose de Mellencamp, criticando a los grupos hard rockeros que yo admiraba… En fin nos lo pasábamos bien en aquel puto mercadillo con cuatro paredes, según su definición.
Y un día me dijo lo de su blog. Escribía y lo sigue haciendo en otrocine.com sobre las películas y directores que le interesaban y lo hace muy bien además. El muy cabrón tiene una prosa ágil, rápida y mordaz. Imaginativo y sarcástico cuando la ocasión lo requiere, sensible y evocador otras veces... Te lo pasas realmente bien leyendo sobre cine. Y ahora tiene un libro. La editorial Narradores.es le ha propuesto recopilar algunos de sus mejores post y ya está entre nosotros Otrocine.com, el libro.
El viernes fue la presentación. Hace un par de semanas me mandó un mensaje para hacérmelo saber. Día 13 de febrero en La Casa del Libro. Di por hecho que era la que está en frente de la FNAC pero el mismo día del evento mientras estoy en el metro me llega un mensaje que me indica que es en la calle Colón de Larreategui 41. Mi torpeza con las calles es ya mítica y llegó tarde. Pero disfruto de lo que escucho y me lo paso bien.
Acaba la presentación saludo brevemente a Javi y le mando recuerdos de un amigo común y voy arriba a comprar el libro para que me lo firme el autor in person. Pero no les funciona la tarjeta de crédito. El libro vale 15 euros y yo tengo 13’80. Salgo a la calle y voy a un cajero que aunque no me pilla muy a mano es el único que conozco cerca de donde me encuentro. Voy con el tiempo justo pero estoy en forma y creo que me va a dar tiempo.
En el cajero me espera una desagradable sorpresa. Me encuentro con un compañero del colegio totalmente demacrado que me reconoce al instante. Dice mi nombre y me pide dinero. No es ni el esqueleto de lo que fue en su día. Apenas tiene dientes, balbucea frases incoherentes y apesta a calle. Me cuenta que vive ahí precisamente en la puta calle, que hace un par de días que no come y que solo el tinto le cura el alma…Joder, no se me ocurre nada que decir así que le formulo una estúpida pero sincera pregunta: ¿qué te ha pasado? Su respuesta es concisa: Déjame algo de dinero vete a casa y ni te acuerdes de mi, la Diosa Fortuna les sonríe a unos y se mea en otros, yo estoy en el puto medio del charco, me suelta, por los viejos tiempos déjame algo de dinero y vete con tu familia, no sabes lo afortunado que eres… Y eso hago le dejo dinero y me voy a casa.