Bajo este cochambroso
titulo influido por mi continua lectura durante años de Popular 1 hoy quiero
dedicar unas líneas al cachondo de Michael
Caine. Pero esto me ha venido tras leer un interesante artículo escrito por
Ignacio Julia y publicado en el Ruta 66 de diciembre. El texto en
cuestión se centra en los inicios de Caine que son lo que menos conozco de su
filmografía. De esa época tan sólo he visto la archiconocida Alfie
y Funeral en Berlín una película que mencionaba a menudo Dave
Wyndorf en todas las entrevistas que le hacían a finales de los
noventa.
Pero la primera película
en la que me fijé en este sujeto fue Sangre y Vino. Un film dirigido por Bob Rafelson en el que Caine compartía protagonismo con Jack Nicholson y en que salía una
despampanante Jennifer Lopez.
Seguramente la película no es la mejor de ninguno de los implicados pero tiene
un pase y sobre todo los personajes que interpretan Jack Nicholson y Michael
Caine tienen su jugo. Se trata de una cinta que encaja en los patrones del
cine negro y que tiene la baza infalible de un humor corrosivo y negro cortesía
de los dos veteranos intérpretes.
Caine ha sido siempre un
vividor encantador y así lo contó en el primer volumen de su biografía (Mi
vida y yo, Ediciones B,
1993). Su filosofía hedonista y sus ambiciones le emparentan directamente con Robert Mitchum. Ambos no se daban mucha
importancia y son dos de los actores que mejor saben escuchar. En el artículo
firmado por Ignacio Julia en Ruta
66 aparecen unas cuantas sentencias que me han recordado a lo que leí sobre
Mitchum. Frases cargadas de sentido
común. Por ejemplo: Sé que hay miles de
actores, mejores que yo, que no tuvieron mis oportunidades. No digo que yo no
mereciese el éxito, sólo que soy consciente del carácter voluble de un negocio
en el que, estar en el momento y lugar correctos, puede cambiarlo todo.
Después de Sangre
y vino he visto a Caine en unas cuantas películas. En La
Huella simplemente se sale y aquella fue una película a la que acudí no
sin temor por tratarse a priori de algo muy teatral y difícil de llevar al cine
pero el resultado me noqueó. El personaje que interpreta en Hannah
y sus hermanas es también de los mejores de su carrera con algunas
escenas memorables. Recuerdo con cariño también sus intervenciones en las
divertidas Lío en Rio y Los seductores donde compartía
protagonismo con otro de mis favoritos: Steve
Martin.
Desgraciadamente últimamente
le tengo bastante perdida la pista. En los últimos años me ha convencido con su
papel en Batman Begins, sobresale en A la vuelta de la esquina
una película que tuvo poca repercusión pero que tiene muy buenos momentos y el
aliciente de verle compartir escenas con otro actor entrañable: Christopher Walken. Me quedan de ver
muchas de sus películas y tengo especial ganas de dos de finales de los noventa
que tuvieron bastante fama: Little voice y Las normas de la casa de la sidra.
Para finalizar su filosofía a la hora de escoger papeles está a la altura de lo
que me espero de este sujeto: Primero,
escojo entre los grandes papeles. Si no me llega ninguno, elijo entre los
mediocres. Y si estos tampoco llegan, me quedo con los que pagan el alquiler.
Espero que traduzcan el segundo volumen de sus memorias porque Caine sabe actuar y también contar.
divertidas e hilarantes historias.