Uno de los aspectos que más valoro del trabajo es ir al
mismo andando. Para mi que no tengo carnet de conducir, ni intención de sacármelo
(otra cosa es aprender a manejar un automóvil) ir a al laboro caminando es un
privilegio. Hasta ahora siempre había tenido que coger autobús, metro o ambas
cosas. Y siempre aprovechaba ese trayecto en transporte público para leer un
buen libro o revista. Un buen rato de lectura. Estos días no tengo letras que
devorar. De modo que reina la música. Perpetrado con mi imprescindible mp4
camino treinta minutos desde el portal de mi casa hasta la oficina por llamarlo
de alguna forma. En ese tiempo me da tiempo a devorar un buen álbum. Algo que
te cargue las pilas y te prepara para el momento de la verdad: la venta. Algo
que de momento todavía no se ha producido. En cualquier caso me encanta ir
contemplando el paisaje al ritmo de un buen disco. Y en mi colección tengo unos
cuantos que apenas sobrepasan la media hora. Discos perfectos para encarar de
forma positiva una jornada en la que el no es la palabra que más escucho con
diferencia.
Y en esta tesitura Van Halen son los reyes. Para ir y para
volver. Para cargarte las pilas y para recordarte que es mejor encontrar el
lado positivo a todo por muy chunga que esta la cosa, que en lo laboral lo está.