George Jackson uno de esos compositores e interpretes infravalorados de los años dorados del soul hizo suya una canción firmada por Eugene Williams y John Harris titulada Aretha, sing one for me. Una delicada pieza, emotiva dedicada a la mejor cantante de la historia según una encuesta publicada en la Rolling Stone americana en 2008. En mi casa, la más grande, eso seguro. Ni sé las veces que me he calzado aquel 100 Hits que me pillé por nueve miserables euros lo flipado que estuve hace dos años cuando por fin adquirí Rare & Unreleased Recordings From The Golden Reign of The Queen of Soul. Las noches que me he acostado tan ricamente paladeando Souls Sister: The Classic Aretha Franklin, una colección de su época en Columbia.
Aretha se ha ido. Estaba gravemente enferma desde hace mucho tiempo. Parecía indestructible la tipa. Su música es una de esas cosas que merecen la pena en este confuso mundo. Cualquier día es mejor si oyes su voz. Su legado en Atlantic es inmenso. Espero que las publicaciones rockeras que suelo comprar le dediquen la portada y artículos con enjundia. Ya lo deberían haber hecho en vida no sé por qué esperar al fatal desenlace. Lo contrario sería un ultraje. Y que todos los días suene su música en todos los rincones del planeta.