Vivimos tiempos tan buenos como otros pretéritos aunque el rock´n roll, el soul, el jazz o la música cubana no estén de moda. Qué le den a las modas. Sigo disfrutando de discos a tutiplén, verdaderas joyas que muchas veces puede que pasen desapercibidas pero que merecen la pena ser rescatadas si o si. En la fotografía adjunta aparecen unos cuantos discos que en los últimos dos años he escuchado a fuego y que no me canso de combinar con mis incunables, esas rodajas que viven conmigo si o si: Let´s get it on de Marvin Gaye, Don´t Give Up On Me de Solomon Burke, Demolition 23, Cheating at solitaire de Mike Ness, I feel alright de Steve Earle, cualquier de los primeros seis de Van Halen, los que grabó John Bush con Anthrax, los dos primeros de Bill Withers, joder la lista es infinita. Podría tirarme días en un gozo continuo y loco. De hecho deberían liberarme de mis obligaciones laborales (eso si sin dejar de cobrar, por mi cara bonita) y dejarme vivir de esto, de escuchar música. Porque yo lo valgo.
Un amigo me manda un vídeo de su hija tocando la guitarra y estoy seguro de que como siempre seguirán surgiendo bandas jóvenes que escapen al horror reggetonero y trapero. Escucho a Olivia Rodrigo y flipo. La chica tiene talento. Dewolff no se rinden jamás y tienen una discografía en la que perderse una y otra vez (impresionante su reciente show en el Pinkpop Festival), confío sobremanera en los siguientes pasos de Larkin Poe, Arlo Parks, Joy Crookes, Celeste, Myron Elkins, Margo Price o Yola. Estoy muy pero que muy enganchado a Street Sermons de Daddy Long Legs. Y no me olvido de veteranos como Ian Hunter (chulísimo su último disco Defiance part I), Lee Fields, el eterno Michael Monroe o de consolidados como Chris Stapleton o Lucinda Williams. Continua mi absoluta locura por la obra de Neal Casal y el soul no me abandona jamás. Mucho donde rascar pese a los agoreros.