El pasado viernes estuve en el Kafe Antzoki viendo el show de Lisa & The Lips. Fue un concierto divertido, ágil y más inspirado que el ofrecido el año pasado en el WOP Festival. El show duró unos 75 minutos más o menos. Hoy en día es raro el concierto que pasa de hora y media. Supongo que jueves pasado la duración estaba mediatizada por la sala ya que era en el día grande de las fiestas de Bilbao. En cualquier caso en eso quiero incidir en la duración de los conciertos.
Los shows más largos que he visto en los últimos años corresponden a los veteranos del rock´n roll que siempre ofrecen conciertos de más de dos horas e incluso en el caso de Bruce Springsteen & E Street Band se van fácilmente a más de tres. La duración no tiene porque ir ligada a la calidad pero echo de menos sobre todo en salas pequeñas y en grupos más o menos jóvenes que se dejen la piel. Que se presenten en la sala en cuestión con ganas de arrasar. Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que The Jayhawks pisaron la Península. En Bilbao en el Antzoki ofrecieron un increíble concierto de más de dos horas y media y porque la sala no les dejo más.
Eso es sembrar para luego recoger. O la primera vez que ví a Marah en la sala Azkena de Bilbao, más de dos horas a toda mecha. Esos conciertos que corren como la pólvora y que hacen que la siguiente visita de la banda a la ciudad en cuestión esté llena de grandes expectativas. Hace un par de años me sucedió algo similar a lo antes descrito con el concierto de The Delta Saints también en el Antzoki. Estuvo bien pero quiero más. Quiero esas noches míticas en las que nadie se quiere ir a casa.
Claro que a veces es cuestión de ir mentalizado. Siempre será mejor ver a Social Distortion en un festival que en una gira por salas pequeñas porque la duración va a ser prácticamente similar. El amigo Mike Ness rara vez estira un show más allá de la hora y eso en una banda con semejante repertorio es un ultraje. Por otro lado y para contradecirme con todo lo anterior en ocasiones un buen concierto de hora y poco a toda pastilla como el que ofreció Michael Monroe en la Sonora de Erandio es también muy disfrutable.
Tal vez es una impresión equivocada pero creo que las bandas más jóvenes deberían ofrecer un plus. Salir a matar, a volver loca a la audiencia de modo que la siguiente vez que se pasen por tu ciudad las expectativas sean altisímas y el reto superarlas. Pero esto tan sólo son los devaneos de una tarde de sábado en la que tengo que ir a trabajar.