Lejos de sucumbir al éxito, repetir la fórmula o acomodarse Nathaniel sigue demostrando que es un músico inquieto, sumamente melómano y dispuesto a continuar una carrera tanto en solitario como con sus compinches The Night Sweats con los que además de grabar varios discos más que notables suele montarse unas buenas juergas en directo. Esa es una cuestión que me gustaría comprobar cuanto antes mientras voy a juntar unas palabras con The Future uno de mis discos favoritos del pasado año que fue de un nivel espectacular. Grabado en los estudios Broken Creek en Colorado de donde es el propio Rateliff el álbum desprende unas buenas vibraciones que se te incrustan sin remedio. Es algo que me pasa cuando escucho la música de este tipo. Es música ideal para elevarte el alma, para poner tu estado de ánimo a buen tono, para disfrutarla en un concierto a todo volumen un viernes a la noche en un garito como el Antzoki aunque me imagino que locales así se le quedarán más que pequeños.
The Future que como las anteriores obras de Nathaniel está publicada bajo el sello Stax es una obra interpretada de forma arrebatadoramente pasional por Nathaniel que se deja la garganta ya desde la inicial The Future, una canción con impronta dylaniana que tiene un toque arrollador. Realmente me golpeó fuerte, muy fuerte la primera vez que la escuché. De hecho durante mucho tiempo fue un tema que percibí muy por encima del resto cuando en las primeras escuchas sentí que el disco estaba bien pero que no me volaba la cabeza. Para eso tuvieron que venir más escuchas y con el tiempo el disco se me fue asentando de una forma curiosa. Lo ponía prácticamente a diario y el buen rollo y las grandes canciones terminaron por aparecer. El disco tiene pegada, una robustez anclada en la bendita sección de viento y en una banda engrasada a más no poder. Survivor fue uno de los primeros singles y aunque me costó pillarle el punto hoy me tiene cautivado. Adoro ese bajo que marca el camino. Brillante Joseph Pope III.
Aunque confieso que lo me que tiene prendado son canciones como Face Down in the Moment con esos coros fantasmagóricos a los que sujeta con una clase de no te menees la sección de viento cortesía de Andreas Wild y Jeff Dazey al saxo tenor y barítono respectivamente. Y la misma eufórica sensación al escuchar Something Ain´t Right y Love Me Till I´m Gone. Hermanas gemelas, dos canciones que no me canso de escuchar y donde también es muy importante el piano y la interpretación vocal de Nathaniel capaz de sugerir y rugir en la misma estrofa. Lo adoro.
Ni que escribir tiene que si hubiese que adscribir el disco a un género este sería el soul, soul contagioso de llamada y respuesta al menos así me suena a mí. No puedo evitar emocionarme con temazos como I´m On Your Side o So Put Out con esa cadencia tan especial y con los puntuales arrebatos vocales de Nathaniel que le dan algo más que un plus a cada tema. La despedida con Oh, I y Love Don´t es inmejorable, te deja con un regusto exquisito pensando en lo grande que puede ser escuchar todo este material en directo.