Dieciocho meses en la trena pueden dar para mucho. Para salir de ese agujero con más impulso que nunca. Con más historias que contar. Incluso con ganas de gritar bien alto: I feel alright como hizo Steve Earle en 1996. Tras varios flirteos con la heroína Steve acabó como él dice pasando unas vacaciones en el guetto. En su estancia en prisión recibió cartas de apoyo de Johnny Cash, Emmylou Harris y Waylon Jennings. No cabe duda de que supusieron un aliento imprescindible para que el rockero de Virginia cogiese aire. Y vaya si lo hizo.
Tras salir de prisión Earle publicó en 1995 Train a comin un buen disco acústico que fue nominado a los grammy. Pero su verdadero puñetazo en la mesa fue un año más tarde. I feel alright es una obra cargada de rabia y fuerza, vitalista en la que todas las canciones son una maravilla y tocan con maestría varios estilos de la música americana: country, bluegrass, rock.
Entre las cosas que más me llama la atención de este disco es la forma de cantar de Steve. Con rabia, como un huracán, al estilo punk de sus adorados Dictators o Ramones. Imposible no estremecerse ante brutales declaraciones como CCKMP (Cocaine Cannot Kill My Pain), The Unrepentant o Hurtin' Me, Hurtin' You. Un artista en estado de gracia desnudando su alma. Y un dueto alucinante con Lucinda Williams en You´re still standin there.
Años después Steve declaró “Cuando salí de la cárcel, tenía dos opciones. Una era salir a los bajos fondos a comprar drogas, la otra era ir a casa y hacer algo provechoso. Escogí esta última. Todo me empezó a ir mejor.” Y todos nosotros nos beneficiamos de este nuevo Earle inspirado a más no poder y que encadenaría una espléndida serie de discos que se merecen otro capítulo aparte.
A pesar de que en los últimos tiempos se le ha relacionado casi de forma exclusiva con la causa política hay que recordar que este hombre lleva años batiéndose el cobre con dolorosas canciones de amor, truculentas historias de traficantes y apasionados cánticos sobre el amor por la música. Y que así sea por muchos años.
There goes the last dj, who plays what he wants to play, and says what he wants to say...
miércoles, 26 de septiembre de 2007
jueves, 20 de septiembre de 2007
La dignidad de Lefty Ruggiero
La figura del perdedor, del loser como dicen los yanquis, me resulta siempre más atractiva que la del ganador. En una sociedad, la americana y en general la occidental, tan obsesionada con el éxito no hace falta mirar con demasiado detenimiento para darse cuenta de que son mucho más los que encajan en la categoría loser que winner.
En la película Donnie Brasco, Al Pacino interpreta con su habitual ímpetu a Lefty Ruggiero uno de esos perdedores, un paria dentro de la mafia. Un hombre que lleva más de 30 años en una organización muy alejada del glamour de los mafiosos de El Padrino. Estos son más tiradillos, viven al día. Y Lefty jamás ha conseguido entrar en las altas esferas. Cuando conoce al avispado Donnie Brasco interpretado por Johnny Deep se gana su confianza y cree que se acercan nuevos tiempos. Incluso saborea una verdadera amistad. Pero craso error. Donnie es un infiltrado del FBI que realizará un exhaustivo informe que es el fin de la organización.
Cuando Lefty sabe que su suerte está echada, que jamás volverá a casa, se despide de su mujer como si fuese otro día más pero sus actos nos dicen que sabe cual es su final. En una de las escenas más memorables que he visto deja en un cajón sus modestas pertenencias, unos dólares, un mechero, un reloj y se quita la cadena del cuello, dándole un beso. Lo coloca todo en un cajón que deja entreabierto. A buen seguro cuando su mujer lo vea sabrá que le va a suceder a Lefty. En esos breves segundos puedes comprobar la dignidad de un hombre como Lefty Ruggiero.
Cuando Lefty sabe que su suerte está echada, que jamás volverá a casa, se despide de su mujer como si fuese otro día más pero sus actos nos dicen que sabe cual es su final. En una de las escenas más memorables que he visto deja en un cajón sus modestas pertenencias, unos dólares, un mechero, un reloj y se quita la cadena del cuello, dándole un beso. Lo coloca todo en un cajón que deja entreabierto. A buen seguro cuando su mujer lo vea sabrá que le va a suceder a Lefty. En esos breves segundos puedes comprobar la dignidad de un hombre como Lefty Ruggiero.
lunes, 17 de septiembre de 2007
Unax, here comes the sun
Un nuevo rockero asoma su cuerpecillo por aquí. Le ha costado pero creo que le convencí diciéndole que iba a tener el privilegio de escuchar la discografía integra de Tom Petty & Heartbreakers. O tal vez fue el consejo de un amigo que me dijo que le pusiese el Born to run. En cualquier caso aquí está, que es lo importante. Nació el 14 de septiembre a la 1:20 de la mañana con 3,270 kg de peso y 50 cm de altura. Sus primeras horas en este mundo han sido tranquilas y parece disfrutar con su estancia. Se llama Unax y a partir de ahora va a recibir toda nuestra atención. Rock on!
miércoles, 12 de septiembre de 2007
New York por Lou Reed
Da la imagen de ser alguien irascible. Muy trascendente, parece que siempre está de mal humor y se toma a sí mismo demasiado en serio. Rodeado de la vanguardia neoyorkina da miedo acercarse a él. Lou Reed tiene un alto concepto de su arte y le encanta compartir halagos con lo más de la gran metrópoli. Al mismo tiempo, pocos como él han sido capaces de realizar una radiografía tan áspera y cruda pero no exenta de amor hacia Nueva York.
Corría el año 1989 cuando Lou Reed grabó una de esas obras maestras, capaces de revitalizar la carrera de un músico. El disco New York es una de las más precisas visiones sobre la vida en la gran ciudad que se han grabado jamás. Es imprescindible escucharlo con las letras bien presentes, es como una pequeña novela en la que te puedes perder una tarde. Hasta que plasmó su visión sobre esta gran ciudad Lou Reed llevaba unos años perdido con unos cuantos discos prescindibles.
El disco se abre con la revisión de la historia de Romeo y Julieta en la gran urbe. Pero nada de cursiladas. Por estas canciones desfilan el SIDA, putas, yonquis, asesinatos y una serie de personajes a los que la ciudad les aplasta. Uno de sus protagonistas, el Peter de Dirty Boulevard encuentra un libro de magia en un cubo de basura y cuenta hasta tres para volar de este sucio boulevar.
Con New York Lou Reed inicio una recuperación sorprendente y vitalista que le llevó a grabar una maravilla compartida con John Cale, Songs for Drella y un doloroso disco sobre la muerte Magic and loss, que te puede hundir el día. Pero esta tarde me he vuelto a sumergir en New York, grabado de forma sencilla bajo-batería-guitarra-voz y que cuenta historias sobre el otro New York, la otra cara de la moneda, tan mísera como atractiva. And fly, fly away from this dirty boulevard.
Corría el año 1989 cuando Lou Reed grabó una de esas obras maestras, capaces de revitalizar la carrera de un músico. El disco New York es una de las más precisas visiones sobre la vida en la gran ciudad que se han grabado jamás. Es imprescindible escucharlo con las letras bien presentes, es como una pequeña novela en la que te puedes perder una tarde. Hasta que plasmó su visión sobre esta gran ciudad Lou Reed llevaba unos años perdido con unos cuantos discos prescindibles.
El disco se abre con la revisión de la historia de Romeo y Julieta en la gran urbe. Pero nada de cursiladas. Por estas canciones desfilan el SIDA, putas, yonquis, asesinatos y una serie de personajes a los que la ciudad les aplasta. Uno de sus protagonistas, el Peter de Dirty Boulevard encuentra un libro de magia en un cubo de basura y cuenta hasta tres para volar de este sucio boulevar.
Con New York Lou Reed inicio una recuperación sorprendente y vitalista que le llevó a grabar una maravilla compartida con John Cale, Songs for Drella y un doloroso disco sobre la muerte Magic and loss, que te puede hundir el día. Pero esta tarde me he vuelto a sumergir en New York, grabado de forma sencilla bajo-batería-guitarra-voz y que cuenta historias sobre el otro New York, la otra cara de la moneda, tan mísera como atractiva. And fly, fly away from this dirty boulevard.
jueves, 6 de septiembre de 2007
Lynyrd Skynyrd, más allá de la etiqueta sureña
Las etiquetas en el mundo de la música han servido y todavía sirven para vender el “producto” mejor. Es cierto que en ocasiones ayudan, otras, sin embargo no son nada más que una pequeña pincelada del rico mosaico. Así, es fácil, aunque un tremendo error, caer en juicios tipo: Kiss son heavies, The Beatles son unos poperos blandengues o también muy común meter en el mismo saco, por ejemplo en el grunge, a bandas tan diferentes como Alice in Chains, Pearl Jam o Screaming Trees.
A veces es la imagen, otras una canción determinada la que hace que los grupos sean metidos en estilos que aunque tocan no son su sustento principal. Uno de los más injustos me parece el caso de Lynyrd Skynyrd. Rock sureño. Si, de acuerdo. Eso y mucho más. Un grupo con esa trayectoria hay que escucharlo en profundidad. Sólo así te percatas de que eran capaces de sonar fieros, fieles a los patrones sureños y a la vez tiernos melancólicos, blueseros, acercarse incluso al country con maestría.
No creo que a Van Zant y cía les resultase muy molesto que se les colgase el cartel de rock sureño broncas allá donde iban. Sin duda estaban más preocupados de grabar canciones que desde las raíces blues y country pasarían a formar parte de la historia del rock´n roll con letras bien mayúsculas. Y es que de 1970 a 1977, hasta la muerte del gran Ronnie Van Zant, la discografía de Lynyrd Skynyrd es intachable. Una buena forma de comprobarlo es hacerse con la caja The Definitive Lynyrd Skynyrd Collection editada por Universal en 1991. 47 clásicos imperecederos y una presentación exquisita, con un bonito libreto de 62 páginas. Pues eso, Lynyrd Skynyrd, más allá de la etiqueta sureña.
A veces es la imagen, otras una canción determinada la que hace que los grupos sean metidos en estilos que aunque tocan no son su sustento principal. Uno de los más injustos me parece el caso de Lynyrd Skynyrd. Rock sureño. Si, de acuerdo. Eso y mucho más. Un grupo con esa trayectoria hay que escucharlo en profundidad. Sólo así te percatas de que eran capaces de sonar fieros, fieles a los patrones sureños y a la vez tiernos melancólicos, blueseros, acercarse incluso al country con maestría.
No creo que a Van Zant y cía les resultase muy molesto que se les colgase el cartel de rock sureño broncas allá donde iban. Sin duda estaban más preocupados de grabar canciones que desde las raíces blues y country pasarían a formar parte de la historia del rock´n roll con letras bien mayúsculas. Y es que de 1970 a 1977, hasta la muerte del gran Ronnie Van Zant, la discografía de Lynyrd Skynyrd es intachable. Una buena forma de comprobarlo es hacerse con la caja The Definitive Lynyrd Skynyrd Collection editada por Universal en 1991. 47 clásicos imperecederos y una presentación exquisita, con un bonito libreto de 62 páginas. Pues eso, Lynyrd Skynyrd, más allá de la etiqueta sureña.
domingo, 2 de septiembre de 2007
Sarah Vaughan: Jazz Sessions 1944-50
Algunos días te levantas con la imperiosa necesidad de escuchar un disco. Por la noche has estado soñando con una determinada música y las melodías de ese álbum acuden a tu cabeza una y otra vez. Entonces, lo primero que haces nada más levantarte es poner el disco en cuestión. Y compruebas con regocijo que la magia sigue ahí, que alguna música te acompañará toda tu vida.
Este domingo en el que el sol no se decide a salir, en el que la criatura que esperamos se lo está tomando con calma, este día, me acompaña la dulce y a la vez vehemente voz de Sarah Vaughan acompañada de, entre otros, Miles Davis, John Coltrane, Dizzy Gillespie, Ben Webster, Max Roach y una representación de los mejores músicos de jazz de los años 40.
El disco recopila grabaciones de un periodo mítico en la historia del jazz. Son canciones como East of the sun, No smokes blus, Lover man o All too soon cantadas con la maestría de Sarah, una cantante capaz de pasar de registros graves a operísticos con una facilidad pasmosa. Puedes escuchar la más dulce de las voces y al poco una voz barítono que impone. Le apodaban La Divina y no les faltaba razón.
Este domingo en el que el sol no se decide a salir, en el que la criatura que esperamos se lo está tomando con calma, este día, me acompaña la dulce y a la vez vehemente voz de Sarah Vaughan acompañada de, entre otros, Miles Davis, John Coltrane, Dizzy Gillespie, Ben Webster, Max Roach y una representación de los mejores músicos de jazz de los años 40.
El disco recopila grabaciones de un periodo mítico en la historia del jazz. Son canciones como East of the sun, No smokes blus, Lover man o All too soon cantadas con la maestría de Sarah, una cantante capaz de pasar de registros graves a operísticos con una facilidad pasmosa. Puedes escuchar la más dulce de las voces y al poco una voz barítono que impone. Le apodaban La Divina y no les faltaba razón.
Junto con el Bone Machine de Tom Waits y una jarra de Nueva York, Susana me regaló, Sarah Vaughan Jazz Sessions 1944-1950 en unas navidades de hace unos años. Es una suerte que con quien compartes tu vida se preocupe por ti en todos los sentidos y te haga regalos como estos. Muchas veces hemos escuchado juntos estas canciones y hoy también entre el liquido amniótico las ha escuchado Unax.
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