La mendacidad como decía el personaje que interpretaba Burt Ives en La gata sobre el tejado de zinc se huele. A algunos les asusta y otros se sienten cómodos, no pueden vivir sin ella. Un aterrador ejemplo de ella son los gobiernos. Están más a gusto que nadie con la medacidad. Invasiones, guerras, todo vale. Todo esto se me ocurre después de ver Cuando se rompen los diques: un drama en cuatro actos el documental de Spike Lee sobre el desastre del Katrina. ¿Cuántas mentiras se dijeron allí? Joder, qué miedo.