viernes, 11 de noviembre de 2016

Bill Withers. Just Am I & Still Bill

Cada vez que quedo con un amigo a tomar unas cervezas e intercambiar algo de música (he de reconocer que yo salgo infinitamente más beneficiado) siempre me repite que uno de los mejores documentales que ha visto en su vida es Still Bill sobre Bill Withers. Mi colega lo define como las aventuras de un jubileta feliz, en chandal, un tipo que ha sido capaz de componer algunas de las canciones más bellas de la historia y que abandono el tinglado como y cuando quiso. Todavía no he conseguido ver el documental pero mi amigo me grabó sus dos primeros discos en un cd hace ya más de un año y los he escuchado infinidad de veces durante este tiempo. Y terminé por pillarme una edición de 2003 de un sello australiano que me salió tirada de precio.

Bill Withers es un soulman atípico. Al menos musicalmente no tiene mucho que ver con tipos como Sam Cooke, James Brown o Solomon Burke. Su música tiene un componente folk aunque luego el desarrollo camine por otros derroteros. No se dónde está el truco pero este tío tiene un talento especial para componer canciones que te desarman. Temas a los que tienes que prestar la debida atención. Sin hacer nada más en ese momento. Además su forma de interpretarlos atrapa, engancha. Va como in crescendo y tiene unos arranques inigualables.

Just As I Am y Still Bill editados en 1971 y 1972 respectivamente son dos discos básicos en mi dieta desde hace muchos meses. Suelo terminar mis jornadas con ambos. Creo que jamás los he puesto de día. Le vienen perfectos a la noche. El primero producido por Booker T Jones tiene unos cuantos temas excelentes y apunta muy buenas maneras pero el segundo lo pulveriza en segundos. Bill encontró su voz y consiguió un resultado fabuloso que al parece logró en más ocasiones algo que estoy deseando comprobar en breve. 



Cuando Withers publicó Just As I Am (1971) ya tenía treinta y dos años. Con anterioridad había estado nueve años enrolado en la Armada e incluso trabajo instalando lavabos en los aviones en compañías aéreas. De esa época datan sus primeras composiciones que acabarían formando el grueso de este disco. Por fortuna Booker T Jones escuchó unas demos de su luego célebre Ain´t No Sunshine y enseguida quiso conocer al autor y organizar unas sesiones de grabación.

El primer disco de Withers está grabado por un auténtico all star. Stephen Stills (guitarra) Chris Etheridge  y Donald Duck Dunn (bajo), Jim Keltner y Al Jackson (batería) más los teclados del propio Booker T Jones. Me los imagino en la gloria tocando esas maravillosas canciones que componía el Sr Withers. Temas como Harlem, Grandma´s Hands o I´m Her Daddy son un ejemplo de lo que se puede llegar a hacer con una instrumentación sencilla y una forma sentida de interpretar. Qué decir del megaclásico Ain´t No Sunshine. Lo puedo escuchar decenas de veces seguidas. Un disco pausado, que cala poco a poco y que atrae toda mi atención. Siendo sincero tan sólo me sobran los dos temas ajenos a Withers, las versiones de Let it be (The Beatles) y Everybody´s Talkin´(Fred Neil).



Si a priori parece complicado superar un debut prometedor, Still Bill (1972) es todavía mejor. Y no exagero. Lejos de repetir la fórmula de su debut, Withers cambia de músicos, da una vuelta a todo el tinglado y el resultado es arrebatador. Varios elementos nuevos se incorporan con todo el sabor: delicados y precisos arreglos de cuerda realizados por Raymond Jackson, toques funk, el groove que pulula por cada canción y la presencia fundamental de un guitarrista (Benorce Blackman) que da un toque espectacular cada vez que aparece. Me flipa como suena en Who is he (and what is he to you), ese impulso funky que guía Kissin´my love o el cariz jazzy que se apodera de la elegante I don´t Know. 

Los dos éxitos de este disco serán siempre eternos. La sensual e hipnótica Use me que conocí en la acertada versión que hizo Mick Jagger en Wandering Spirit y Lean On Me uno de los temas más entrañables de la historia. Adoro esa canción. La voz de Withers es de esas que merecen ser escuchadas y reivindicadas hasta el fin de los días. No hace falta tener un vozarrón para llamar mi atención, lo que este tipo tiene es una clase infinita, una forma de interpretar personal y arrebatadora a más no poder. Solo hace falta poner una vez más Lean On Me y volar alto. Yo quiero cantar así, joder!!!!!





1 comentario:

Félix González dijo...

En realidad, con pocos trabajos también consiguió inventarse un subgénero dentro del soul, muy nocturno y más crudo, más cerca que nunca del rock que igual no siguieron tantos, pero..ahí quedan ese par de discos