viernes, 8 de febrero de 2013

Cuando la mente se dispara....


Woody Allen es uno de mis cineastas favoritos. Tal vez ahora no pase por su mejor momento artístico pero casi siempre encuentro cosas interesantes en sus películas. Incluso en las más flojas se cuela alguna perla alleniana que remueve tu interior o simplemente hace que te rías bien a gusto. Uno de los temas frecuentes en las películas del neoyorkino es la hipocondría, unida a la aprensión y conectada con una imaginación desbordante que siempre piensa en la peor de las opciones ante cualquier posibilidad. Y, qué le voy a hacer, pero conecto con eso. Y lo hago porque a menudo me pasa a mí. Y cuando ves en la pantalla grande algo con lo que te sientes identificado es… extraño. Pero Allen lo cuenta tan bien que mi opción es descojonarme, reírme de sus neuras porque a veces son las mías.

Hoy a eso de la cuatro de la tarde estaba tan tranquilo en casa viendo el dvd de Nashville de Solomon Burke (qué raro, no) cuando he empezado a escuchar por la cocina un ruido. Parecía que algo golpeaba contra la pared de la terraza y ese algo no era otra cosa que el colgador. A consecuencia del viento, muy fuerte en esa zona de la casa expuesta al norte, el colgador se ha soltado de la pared por su punto de apoyo principal y estaba balanceándose de un lado a otro con el consiguiente peligro para mi seguridad y la de mis vecinos. Justo en ese momento para no variar ha empezado a diluviar de nuevo acompañado de mucho viento de tal forma que me era imposible salir a la terraza a cazar el colgador. He tenido que ir a recoger a los peques al cole y ahí he dejado el colgador haciendo un potente solo de batería.

Afortunadamente a mi vuelta han parado el viento y la lluvia por un rato. Tiempo suficiente para atar el colgador. Pero estaba en casa solo con los niños que en ese momento estaban viendo un poco la tele y yo estaba por toda la casa buscando una maldita cuerda. Ni rastro. Las únicas que había por casa son las de los niños y hace un par de meses fueron a parar a una caja al camarote. Lo lógico y lo que he hecho otras veces que he tenido que bajar al trastero es hacerlo con los niños y no dejarles solos. Pero hoy estaban enchufados a la tele y he pensado que no pasaba nada por bajar al camarote y dejarles solos durante un par de minutos. Pero en cuanto me he montado en el ascensor a una velocidad de vértigo me ha venido un pensamiento catastrofista, uno de esos momentos de miedo irracional en los que la mente se dispara y he pensado, ¿y si me quedo encerrado en el ascensor? Esa ráfaga se me ha pasado cuando he visto que el ascensor marcaba el piso del camarote. He salido zingando, he abierto la puerta del trastero, cogido lo que necesitaba y he subido a toda leche corriendo los cinco pisos para estar de nuevo con los niños, por cierto de cinco y casi tres años la peque. En total no habrán sido ni dos minutos y seguramente en una peli de Woody Allen hubiese sido gracioso. Pero a mi no me ha hecho ni maldita la gracia. Es la primera y última vez que elijo esta opción. La próxima vez bajan conmigo y la mente quietecita.





Humble Pie. Rain



When the rain comes they run and hide their heads. 
They might as well be dead. 
When the rain comes, when the rain comes. 
When the sun shines they slip into the shade 
(When the sun shines down.) 
And drink their lemonade. 
(When the sun shines down.) 
When the sun shines, when the sun shines. 
Rain, I don't mind. 
Shine, the weather's fine. 
I can show you that when it starts to rain, 
(When the sun shines down.) 
Everything's the same. 
(When the sun shines down.) 
I can show you, I can show you. 
Rain, I don't mind. 
Shine, the weather's fine. 
Can you hear me, that when it rains and shines, 
(When the sun shines down.) 
It's just a state of mind? 
(When the sun shines down.) 
Can you hear me, can you hear me? 
If the rain comes they run and hide their heads.