domingo, 2 de septiembre de 2007

Sarah Vaughan: Jazz Sessions 1944-50

Algunos días te levantas con la imperiosa necesidad de escuchar un disco. Por la noche has estado soñando con una determinada música y las melodías de ese álbum acuden a tu cabeza una y otra vez. Entonces, lo primero que haces nada más levantarte es poner el disco en cuestión. Y compruebas con regocijo que la magia sigue ahí, que alguna música te acompañará toda tu vida.

Este domingo en el que el sol no se decide a salir, en el que la criatura que esperamos se lo está tomando con calma, este día, me acompaña la dulce y a la vez vehemente voz de Sarah Vaughan acompañada de, entre otros, Miles Davis, John Coltrane, Dizzy Gillespie, Ben Webster, Max Roach y una representación de los mejores músicos de jazz de los años 40.

El disco recopila grabaciones de un periodo mítico en la historia del jazz. Son canciones como East of the sun, No smokes blus, Lover man o All too soon cantadas con la maestría de Sarah, una cantante capaz de pasar de registros graves a operísticos con una facilidad pasmosa. Puedes escuchar la más dulce de las voces y al poco una voz barítono que impone. Le apodaban La Divina y no les faltaba razón.

Junto con el Bone Machine de Tom Waits y una jarra de Nueva York, Susana me regaló, Sarah Vaughan Jazz Sessions 1944-1950 en unas navidades de hace unos años. Es una suerte que con quien compartes tu vida se preocupe por ti en todos los sentidos y te haga regalos como estos. Muchas veces hemos escuchado juntos estas canciones y hoy también entre el liquido amniótico las ha escuchado Unax.