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Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el Exile On Main Street de los Rolling Stones. Y se seguirá haciendo a medida que nuevos oyentes se asomen a él. Un disco atemporal que captura a la banda en el mejor momento de su carrera. Un álbum que recoge de manera sublime las variadas influencias del grupo en 18 cortes a cual mejor. Blues, country, soul y rock´n roll ejecutado por la mejor formación que han tenido nunca los Stones. Mick Taylor está aquí que se sale. Entre 1968 y 1972 los Rolling Stones grabaron sus cuatro mejores discos. Exile On Main Street culmina la racha de forma inmejorable. Todo lo apuntado en Beggars Banquet, Let It Bleed y Sticky Fingers es aquí mejorado, superado y mineralizado, llevado a cotas difícilmente repetibles. Y lo curioso es que el disco se gestó en plena fase destructiva de Richards con su compinche Gram Parsons muy cerca.
Es gracioso comprobar cómo el siempre quisquilloso Jagger no le tiene demasiado aprecio a este disco. Incluso le he leído en alguna entrevista medio reírse de él, afirmar que la prensa exagera mucho con este álbum. Este Jagger siempre tan puñetero. Y es verdad, la critica siempre ha catalogado este disco no solo como el mejor de los Stones sino como uno de los mejores de la historia. Y en esta ocasión estoy no puedo estar más de acuerdo. Y eso que el disco empieza acelerado, con un tono descuidado, a toda pastilla. Tanto Rocks off como Rip this joint me transmiten esa sensación. Bendita espontaneidad y locura. El blues Shake your hips original de Slim Harpo añade misterio al asunto y el despegue definitivo nos lo proporcionan Casino Boogie con la sección de vientos reinando como tiene que ser y Tumbling Dice, perfecta canción bendecida por unos coros que te hacen sentir invencible. A partir de aquí todo es mítico. Todo. Lo tremendo de este disco es que no sobra ni una canción. Y eso no es ni tan fácil, ni tan común.
A la habilidad de los Stones hay que añadir la pócima mágica que aportan los colaboradores: Nicky Hopkins al piano, J.Price a la trompeta y el trombón, el saxo de Bobby Keys y los impagables coros de Clydie King, Vanetta, Joe Green y Jerry Kirkland. Su contribución es definitiva. Repito definitiva. Tal vez en ocasiones no se presté demasiada atención a los secundarios que contribuyen a la creación de un disco pero aquí tanto los músicos invitados antes señalados como el productor Jimmy Miller y los ingenieros de sonido Andy y Gynn Johns son piezas básicas para el resultado final. Sin su decisiva aportación este viaje de Rocks Off a Soul Sourvivor no sería lo mismo.