sábado, 12 de marzo de 2022

Jesse Malin. Sad And Beatiful World

Esta soleada tarde de sábado he puesto a todo volumen Sad And Beautiful World de Jesse Malin. Mientras lo escuchaba he releído la excelente entrevista que Borja Vera Fernández le hizo para Popular 1 publicada en octubre del pasado año. Una de esas jugosas charlas que me reveló estupendas conexiones entre Jesse Malin y Michael Imperioli y James Gandolfini de Los Soprano, también con Martin Scorsese a cuyas órdenes hizo un pequeño cameo en Al límite y con Bruce Springsteen al que conoció cuando éste acudió a un concierto de Malin en el Stone Pony. Tras el show Springsteen le compró el disco y semanas después le llamó entusiasmado para felicitarle por el álbum todo lo cual desembocó en una colaboración conjunta en el tema Broken Radio del disco Glitter in Gutter

Supongo que hay un largo camino el recorrido entre ser una de las luminarias del punk rock underground neoyorquino de mediados de los noventa al frente de D Generation y un álbum tan especial, emotivo y repleto de clase como Sad And Beautiful World. Seguramente existan puntos de conexión pero lo cierto es que el último disco de Malin rompe por completo con casi todo lo que había hecho antes, tanto con los mencionados D Generation como en su ya larga trayectoria en solitario. Y lo cierto es que como tantas veces anteriormente me ha sucedido me ha costado acostumbrarme a este Sad And Beatiful World pero ya llevo un par de meses en el que raro es el día en que no aterriza en mi equipo de música.

El álbum está dividido en dos partes, una digamos más roots y otra más desenfrenada aunque lo cierto es que no es para tanto ya que ambas conviven en perfecta armonía. Pero respetemos al autor que ha querido marcar esa diferencia. Y lo cierto es que ambas son luminosas a la par que sombrías, bellas y tristes, alegres y melancólicas. La vida misma. Una banda sonora para estos tiempos tan confusos. Mi sensación al escuchar el álbum es que gana la parte luminosa y me gusta sumergirme en ambas por igual porque hay excelentes canciones de esas que tarareas a cualquier hora del día.

El álbum se abre de forma misteriosa, sugerente con una excelente canción, Green Pastures deudora de alguna forma de ese sonido americana muy conjuntado en el que es fundamental la sutileza de los músicos. Todos están a la altura dándole a la canción lo que pide. Bonita labor de Derek Cruz que demuestra ser un guitarrista de la escuela Mike Campbell o Johnny Hickman, me encantan las líneas de bajo a cargo de James Cruz y la batería de Randy Schrager tiene ese swing que deja crecer al tema. Y la forma de interpretar de Jesse Malin llama poderosamente mi atención. Una letra muy chula por cierto. Fundamental también es el piano de Rob Clores cuya parte es realmente emocionante. No se puede empezar un disco de una forma más elegante.

Cierto aire bailable y alegre empapa Before You Go de arriba a abajo. Una canción que fluye de manera extraordinaria y que se eleva a los cielos con la aparición de esas palmas hacia la mitad del tema acompañadas por una excelente línea de bajo. Un final in crescendo fantástico. State Of The Art es un claro single que en un mundo con un poco de gusto debería reventar los charts. Temazo irresistible con unos coros la mar de molones y que finaliza con un solo de guitarra excelente exactamente lo que pide la canción. Ni más ni menos. Lost Forever es sencillamente sobrecogedora. Se me eriza hasta el último pelo. Y que me aspen si en alguna de estas canciones no sobrevuela el espíritu del mejor Tom Petty.

Tall Black Horses se abre con la excelente combinación de guitarras acústicas y eléctricas. Otro tema absorbente fantásticamente construido que se me ha quedado grabado a fuego. Adoro ese último minuto épico con todo los instrumentos reinando de forma inmejorable. Get Out Of Here es uno de mis temas favoritos en la carrera de este hombre. Como lo flipo con el comienzo, esa forma de llegar al estribillo con toda la sutileza del mundo y esa guitarra punzante y llena de detalles. Una puta gozada. Me doy cuenta de que estoy reseñando cada canción y es que todas me vuelan la puta cabeza. Y qué escribir de Sinner producida por Don Dilego que también aporta bajo y guitarra acústica. Es una especie de canción góspel inusual y sumamente original. Me chiflan los coros y esos arreglos orquestales a cargo de Colin Killalea. Nuevamente el remate final de la canción es sublime. Impresionante.  Más ligera pero sin restar ni un ápice Dance Of My Grave te invita a reflexionar con esos coros tan resultones. Cierra la primera parte una conmovedora de esa inmortal canción de Tom Petty titulada Crawling Back To You.

La segunda parte del disco, esa más desenfadada y que tiene temas tan resultones y tarareables como los dos que lo abren producidos por Lucinda Williams y Tom Overby. Tanto Backstabbers como The Way We Use To Roll son dos canciones irresistibles. Pop rock de calidad con guitarras bien puestas y armonías vocales en su sitio. En la primera con la contribución de la propia Lucinda Williams. Una maravilla. Dos canciones que saben a New York.  Almost Criminal y Come On son canciones que si me dicen que son éxitos de los años cincuenta o sesenta me lo creo. Pero llevan la firma de Malin, Rob Clores y H Ramos. Capítulo aparte para Todd Youth dedicada a su compañero de banda. Una canción en la que también colabora H Ramos de Bad Brains. Vamos a la pista de baile pero ya. Igualito que con A Little Death otro tema en el que el bajo de James Cruz conduce todo con un groove irresitible. El momento más rockero del álbum llega con Dance With The System compuesto por Malin y Derek Cruz. Aquí las guitarras suenan con un punto más fuerte, colchón perfecto para que de nuevo el piano de Clores se luzca en determinados momentos. El final con Saint Christopher es de un encanto abrumador. Dice Jesse Malin que este disco es para los supervivientes, los soñadores, los que se marchan y los creyentes. Presente. 

miércoles, 2 de marzo de 2022