viernes, 30 de septiembre de 2016

Back To Vinyl

Diez años después de trabajar en la sección de música de unos grandes almacenes cuyo nombre no voy a mencionar vuelvo al redil. Esto no habla especialmente bien de mi ambición profesional. Pero mentiría si dijese que no estoy contento. Las circunstancias me han favorecido, tengo un buen horario y trabajo en una sección que me gusta. Mi espalda lo esta sufriendo pero doy gracias a que estoy en una forma física envidiable.

Los últimos dos años los he pasado en librería y tampoco me quejo, de hecho si me preguntan esa sin duda, sería mi segunda opción, miento la tercera, la primera sería no trabajar y bajar en albornoz al buzón de casa a recoger el sobre con la pasta porque el Gobierno está haciendo un experimento sociológico para ver si una persona puede estar pongamos diez años seguidos sin trabajar y cobrando el sueldo pero sin pegar un palo al agua. Luego escribiría un libro para contar, que si, que de hecho se vive de traca así. Que no te pido que me lo mejores, igualamelo.

En fin que la primera toma de contacto con la sección tras tantos años alejado de su venta (que no de su compra) ha sido positiva. No corren buenos tiempos para la industria discográfica pero aunque parezca mentira los ha habido peores. Hoy en día casi todo quisqui tiene el puto Spotify (ojalá David Lowery les gane la batalla que les ha planteado) y se compran muchas menos novedades. A cambio sigue bastante fuerte la serie media y ha vuelto el vinilo. No se si con tanta fuerza como algunos se empeñan en señalar pero su presencia es destacable. Queda guay decir que compras vinilo y para mi sorpresa se vende mucho más de lo que pensaba. Porque no están especialmente baratos. 

Desde hace tiempo creo que a la industria discográfica le queda poco tiempo hasta verse reducida a un asunto menor. Mi percepción es que se trata de una cuestión generacional. Los que nacimos en los setenta y ochenta y de ahí hacia atrás estamos acostumbrados al formato físico, cd o vinilo, pero los que nacieron en los noventa y sobre todo en la década de 2000 no han convivido con esta historia y su forma de consumir es diferente. Todo está en el móvil. Desconozco hasta cuando aguantará el sector. Me conformo con diez años pero no lo veo nada claro. Mientras a disfrutar.



viernes, 23 de septiembre de 2016

The Afghan Whigs. Black Love

Siempre me parecieron una banda diferente, inclasificable, una rara avis de esas que no encajan en ninguna escena por mucho que al principio les metiesen en el saco grunge. Lo tenían todo para lograr más éxito del que obtuvieron. En Popular 1 les señalaban junto a Fun Lovin´Criminals y Urge Overkill como el trío con más clase del momento. A mediados de los noventa se incrustaron en mi casa y se quedaron para siempre. Recuerdo leer en el Popu imbatibles entrevistas con Greg Dulli, un tipo la mar de interesante, con un punto de fuga indudable pero con una habilidad innata para componer canciones aplastantes. 


El 8 de marzo de 1996 publicaron Black Love uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. Y no es una exageración. El comienzo es perfecto, de esos que das al play de nuevo sin remisión ni escapatoria. Tonight, tonight I say to everyone who loves me, stick it to my enemies tonight then I dissapear... canta de forma dramática Greg Dulli en Crime Scene Part One... Ese tono desesperado va a estar presente en todo el álbum y hace que no puedas dejar de prestar atención a cada canción y te preocupes de lo que te cuenta este sujeto. Así me sucedió desde el comienzo. Las letras son una parte fundamental en esta obra. Lo maravilloso es que están acompañadas de una música que transmite lo mismo pero elevado al cubo. La instrumentación me sigue fascinando veinte años después. Y sigo sin saber cómo describirlo. Simplemente hay que escucharlo y perderse en él una vez más. Repito, tenían canciones a borbotones y estilo para exportar, sin que me recordasen a nadie. Un caso similar a Screaming Trees sin que su música conexión entre sí. Curiosamente muchos años después Greg Dulli y Mark Lanegan juntaron sus caminos en The Gutter Twins. Esa es otra historia.


Escuchar Black Love sigue siendo una experiencia intensa. Por encima de la temática conceptual que tiene su miga está una música evocadora, pasional, llena de recovecos que descubres en sucesivas escuchas. Me alucina como suena el bajo en este disco con momentos esplendorosos en Blame Etc o Going To Town, es imposible no derretirse ante algo tan majestuoso como Step into the light, las guitarras pueden sonar poderosas y con toque funky por igual, siempre perfectas. Un puto diez para Rick McCollum. La aparición del violoncello de Barbara Hunter en Night By Candelight, Going To Town o Faded suma hasta el infinito. Los arrebatos vocales de Dulli son de verdad. Además sin atender a ni un puto canon establecido. Mi favorito acontece en Summer Kiss, con ese pequeño increscendo inicial hasta que Dulli salta todo por los aires con ese Did you feel the breeze? My love, Summer´s kiss is over baby, over.... Me vuelve loco. Es imposible terminar un álbum mejor que con Faded. Pura elegancia. 




jueves, 22 de septiembre de 2016

Fun Lovin´ Criminals. Mimosa

A mediados de los noventa en Nueva York surgió una de las bandas con más clase y estilo que han pisado este mundo. Fun Lovin´Criminals no encajaban en ninguna escena ni falta que hacía. No pudieron triunfar en NY pero lo petaron en el Reino Unido donde siguen teniendo una amplia base de fans tanto que continúan estirando la celebración del 20º aniversario de la publicación de su maravilloso debut: Come Find Yourself. Fieles a su modus operandi. Las nuevas canciones pueden esperar. Si es que las hay. Pronto se les vieron las costuras pero con resultados despampanantes. Aquí está Mimosa. Si no lo has escuchado, hazlo ahora. Estira el verano un poco más. 

Corría el año 1999 y antes de entrar a grabar Loco, la continuación de 100% Colombian, FLC se divirtieron un poco con unas cuantas versiones y sus propios temas en las Schmoove versions... Un rollo lounge music que les quedo chulisimo, venga ya, ultracool que si no lo escribo, reviento. El planteamiento es perfecto y se puede resumir si observas la portada y contraportada del álbum. La situación perfecta para escuchar semejante artefacto.





Las versiones elegidas encajan a la perfección en su particular universo juerguista. Ahí esta ese fabuloso y vitalista arranque con Couldn´t Get It Right (Climax Blues Band) la delicadeza y cachondeo de Shining Star (The Manhattans) o la portentosa Crazy Train (Ozzy Osbourne) llevándose este tema por donde quieren con resultados incendiarios. Impagable escuchar a Huey decir eso de Ay, ay, ay,  Que Cosa Fai?

De su propio repertorio cabe destacar la vuelta que le pegan a su cancionero sin ponerlo patas arriba pero con arreglos diferentes y jugosos como en su megahit Scooby Snacks, como son capaces de transformar Bombin´the L Circa 1956 Version  en una canción tan buena como la titular o lo cachonda que suena We have all the time in the world en su Copacabana Version. En fin que se acaba el verano pero este artefacto es perfecto para estirarlo más. 


domingo, 18 de septiembre de 2016

Trumbo

Basada en la biografía que sobre Dalton Trumbo escribió Bruce CookTrumbo, la película es una aceptable adaptación del mencionado libro. Inevitablemente se quedan cosas en el tintero pero ya sabemos como es Hollywood y lo difícil que es trasladar a la gran pantalla un abundante material literario. El director Jay Roach elige un camino adecuado para sintetizar lo más destacable de la apasionante historia de Dalton Trumbo. Si se quiere profundizar, vista la película lo mejor es leerse el maravilloso libro de Bruce Cook. Algo que recomiendo de todas todas.

La película lógicamente se centra en el momento en el que Dalton Trumbo fue citado ante el Cómite de Actividades Antiamericanas. En los primeros fotogramas se dan pinceladas de la exitosa carrera de Trumbo a punto de firmar el contrato que le convertía en el mejor guionista pagado de Hollywood. El film se centra en el paso de Trumbo por la cárcel y su posterior salida cuando se hace un hueco trabajando para los hermanos King a la sombra, sin que su nombre figurase en los créditos. Y haciendo tan buen y abundante trabajo que pronto conseguirá más empleo para sus colegas represaliados de la lista.

Uno de los aciertos de la película es el casting. Bryan Craston se mete con verdadera devoción en la piel de Dalton Trumbo y es secundado con maestría por Helen Mirren en el papel de la nociva Hedda Hopper, John Goodman en el del productor de serie b Frank King o Dean O´Gorman en el joven Kirk Douglas. Lástima que no se haya sacado el mismo jugo a Diane Lane que a Hedda Hopper. Su personaje debería haber dado mucho más juego. Claro que puedo estar condicionado por la lectura del libro de Bruce Cook donde Cleo tiene mucho peso y protagoniza una singular historia de amor con Dalton Trumbo.

La verdad es que cuando leí el libro de Bruce Cook pensé que había material para realizar una brillante serie de televisión. En esta época dorada para ese medio (sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido) hubiese sido la caña que alguien se hubiese atrevido a contar de principio a fin la historia completa de Dalton Trumbo. En cualquier caso la película es un buen vehículo para conocer una parte muy importante de la historia de este sujeto y recordarnos de paso hasta donde pueden llegar los fachas en este jodido mundo.



lunes, 12 de septiembre de 2016

Stephen Witt. Como dejamos de pagar por la música

En el año 2000 se vendió más música que nunca. La industria discográfica conoció su récord histórico al mismo tiempo que se hablaba del mp3 y del intercambio de música. Los jerifaltes del negocio se creían a salvo de la hecatombe o les daba igual mientras su sueldo estuviese garantizado.  El formato estrella era el cd y no había dudas al respecto. En poco tiempo se iba a quedar obsoleto. Incluso volvería el vinilo. Una época en el que comenzaron a proliferar los programas de intercambio peer-to-peer. Ya no se podían poner puertas al campo. 

Stephen Witt nos cuenta esta historia en How music got free (Como dejamos de pagar por la música) de forma concisa, exhaustiva y brillante. Hace acopio de todos y cada uno de los datos y elige a tres protagonistas activos en el desarrollo de los acontecimientos: Karlheinz Brandenburg, inventor de la tecnología que posibilitó el mp3, Doug Morris, jefazo de Universal Music Group y Dell Glover trabajador en una planta de cds de Universal desde donde filtró a la Red más de 20000 referencias. Witt se entrevistó con todos ellos y más actores de reparto para crear un libro en el explica la historia con de una forma irresistible. Parece una novela negra salpicada de humor e ironía por doquier. 

Witt estructura el relato en base a cada uno de los protagonistas y todos tiene su miga. Comenzando por Brandenburg y su equipo de investigación que logró comprimir el audio hasta el formato que se conoce hoy: el mp3. Además, según Brandenburg y su equipo la calidad de sonido se mantenía ya que el oído humano no puede percibir ciertos sonidos por mucho que ingenieros de sonido o músicos como Neil Young digan lo contrario. Por cierto, Young está casi sordo... Toda esa fase está explicada al detalle a la vez que se hace una semblanza fantástica de todos los implicados con descripciones cargadas de ironía y una retórica irresistible.



En lo concerniente a la industria discográfica las andanzas de Doug Morris darían para otro libro. Witt resalta la capacidad de este ejecutivo para olfatear los éxitos pero deja claro que la industria discográfica ganó los pleitos equivocados y desde su posición en lo alto de torre ninguneó a Brandenburg y su equipo. Había una posibilidad real de haber hecho las cosas de otra forma. Pero ningún sello de los grandes apostó por una alternativa al formato físico y lo que no existía por lo legal pronto fue pasto de internautas de todas las latitudes. Uno de los aspectos más chocantes de este punto es que la RIAA llevó a juicio a muchos consumidores que se habían bajado música. Lo hizo de forma aleatoria, sin criterio, y el resultado es que aunque pillaron a piratas organizados muchas demandas fueron contra amas de casa, niños, personas de toda índole que tan sólo habían conseguido música a través de su ordenador.

Pero la palma en esta historia se la lleva Dell Glover trabajador de Universal en la planta de Kings Mountain en Carolina del Norte. Dell comenzó como trabajador temporal y en una fiesta de la empresa a la que asistió se percató de que la música que sonaba en la discoteca no la conocía y cayó en la cuenta de que así era porque no se había publicado. Alguien había sacado el master de la planta. Dell, apasionado del hip-hop, entre otras muchas y variopintas aficiones, se dio cuenta del filón que había en el filtrado de cds a la Red, comenzó a enredar y pronto se convirtió en el más destacado proveedor de novedades para la plataforma RNS (Rabid Neurosis) además de vender cds y películas piratas antes de que todo quisqui se bajase música de la Red.

La evolución de este personaje es fascinante. Dell no tuvo reparos en filtrar miles de cds de la fábrica donde trabajaba de tal forma que en RNS se podía encontrar el último disco de Eminem o 50 Cent o cualquier novedad quince días antes de que se publicara. También cualquier disco de fondo de catalogo que el consumidor quisiera se podía conseguir. Dell burló los sistema de seguridad una y otra vez. Filtrar los discos le proporcionaba un subidón considerable y ser el primero era un reto que le fascinaba. 

El libro además me ha servido para conocer las andanzas de unos cuantos raperos ya que su auge y delirio sin parangón coincidió con el apogeo de esta historia. Vamos a despedirnos con uno de esos tipos que se hizo de oro cuando se vendían millones de copias, cds a mansalva:



jueves, 8 de septiembre de 2016

jueves, 1 de septiembre de 2016

Pink Floyd. Pulse

Una de las bandas que más escuchaba a principios de los noventa eran Pink Floyd. Les descubrí a finales de la década anterior gracias a mi tío Julio. Cuando iba al pueblo en verano y me montaba en su coche lo que sonaba el 90% de las veces era The Wall. Además, mi tío les había visto en Estadio Vicente Calderón en el 88 y hablaba maravillas de aquel show. No se cansaba de poner la dichosa cinta y al final acabó atrapándome. Después mi primo Oscar me grabó A Momentary Lapse of Reason, que tenía en vinilo y el directo del año posterior, Delicate Sound of Thunder que también tenía en ese formato y el veneno floydiano se acabo extendiendo. Profundicé más en su carrera y flipé con Dark Side of The Moon y Wish you were here. Eso sí, reconozco que jamás conecté con toda esa primera y esplendorosa etapa que según los puristas es lo más. Me sobra casi todo lo que he escuchado con Syd Barrett y prefiero mil veces que David Gilmour lleve la voz principal a que lo haga Roger Waters. Sacrilegio total para los sibaritas floydianos. Pero como no van a leer esto, allá películas.

El 25 julio de 1994 de chiripa tuve la fortuna de ir a verles en directo con mi tío Julio y Nuria. No era un concierto previsto en mi agenda. No estaba al alcance de mi maltrecha economía. Fui de rebote. Mi primo Oscar tenía la entrada pero compromisos laborales le impidieron ir y me dio la entrada. Yo en aquella época estaba a años luz del laboro. ¡Que buenos tiempos! A cambio le compré algún disco pero salí ganando de calle. Menudo truhán. 



He tenido la fortuna de asistir a centenares de conciertos pero en mi vida he escuchado un sonido tan perfecto como el de aquella noche. Precisamente de eso les acusan en ocasiones a Pink Floyd, de ser demasiado perfeccionistas, muy fríos, de que todo suena en su sitio... No sé... Yo aquella noche aluciné. Comenzaron con Shine On your Crazy diamond y perdí la chaveta por completo y sin drogas, algún porrillo, de acuerdo. Fue la combinación de música excepcional, un conjunto de luces como jamás he vuelto a presenciar y la excelente compañía de Julio y Nuria lo que me elevó a las alturas. Recuerdo con nitidez como a mitad de concierto o tal vez más, salió del medio del campo de fútbol una bola iluminada mientras sonaba no me acuerdo qué canción que me dejó flotando un buen rato. Mi tío que me observaba y se regocijaba mientras con la mirada me decía, lo ves, ya te lo decía yo que ibas a flipar....

En fin que todo esto viene a que hoy me he puesto Pulse un dvd que compré mientras curraba en aquellos chuscos almacenes cuyo nombre no mencionaré que recoge la gira de presentación de The Division Bell un apreciable disco que aunque no llega al nivel de sus grandes obras de los setenta yo no calificaría como basura como lo hizo el puñetero de Roger Waters. De hecho recuerdo que en el concierto de Donosti sonaron unos cuantos temas de ese álbum como High Hopes, Take it back o What do you want from me que al igual que On the turning away o Learning To fly o  a mi me sonaron a gloria y no desentonaron entre tanto clásico. 



En el dvd de Pulse, por cierto exquisito, se recogen unos cuantos temas de la era post-Waters más todos esos clásicos imprescindibles, canciones que no me cansó de escuchar nunca como Shine on your crazy diamond, Speak to me, Money, Time, The Great Gig in the sky o Wish you Were here. La calidad de sonido e imagen de este artefacto es lo que uno espera de una banda con fama de cuidar todo hasta el último detalle. Y ver aquello en directo fue todo un privilegio y una experiencia que no olvidaré jamás.