sábado, 22 de enero de 2022

Erase una vez.... Aquí y ahora

Los dos últimos meses del pasado año Popular 1 consagró sus portadas a dos iconos de finales de los ochenta y principios de los noventa: Axl Rose y Eddie Vedder. La de diciembre se titulaba Erase una vez... 1991 un año en el que se publicaron una cantidad asombrosa de buenos discos. Aunque si profundizas un poco tal vez compruebes que eso mismo se podría escribir de 1987,1992,1999, 2002 o 2021... Vamos que si te pones a rascar anda que no hay música por descubrir de cualquier año que se te pase por la cabeza. Pero irremediablemente tendemos a la nostalgia y a glorificar los años formativos, esos que te pillan entre la adolescencia y los veintipico...Y se suele instalar el discurso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando lo único cierto es que cualquier tiempo pasado fue anterior ja ja. 

En este sentido me ha gustado la respuesta que The Man da a un lector en el Apéndice de este mes de enero en Popular 1. Con su habitual ímpetu el ínclito redactor jefe de Popular 1 viene a decir que la revista no es presa de la actualidad y que venía pensado en todo el año en dedicar un amplio reportaje a ese mítico año. Y no me parece mal. Lo he disfrutado tanto como el reportaje del mes de enero que se centra justo en lo contrario, en dar cancha a unos cuantos músicos y bandas que hasta ahora no habían aparecido mucho por las páginas de esta atávica publicación (Marcus King, Yola o Billy Strings

Pero volviendo a la mitificación del pasado, aspecto insisto que es antropológico, forma parte del comportamiento humano, voy a sugerir a los millones de lectores de este cochambroso blog que se imaginen la siguiente situación. Pongamos que en 1991 que el menda tenía 17 tacos tuviese un amigo o amiga que en ese mismo año tuviese 45. Que fuese de pasta porque sólo de esa manera hubiese podido disfrutar en 1971 de todos los discos míticos de los que se ha celebrado su cincuenta aniversario por ejemplo (What´s Going On de Marvin Gaye, Sticky Fingers de Rolling Stones, Master Of Reality de Black Sabbath, Who´s Next de The Who, Tapestry de Carole King, el atómico debut de Rory Gallagher y un larguísimo etc... ) Estoy seguro, vamos convencidísimo que el de 45 tacos miraría por encima del hombro a todos esos discos que nos chiflan a nosotros de Red Hot Chili Peppers, Metallica, Pearl Jam, Nirvana, Guns And Roses... Apostaría fijo, casi seguro ocho de cada diez te dirían que la música ya no es como la de antes.... Es un comportamiento que se repite hasta la saciedad...

Puede que hubiese alguno que disfrutase por igual del material independientemente de la época en la que haya sido publicado. Y ahí estoy yo. Tengo discos mitificados de los noventa, de décadas anteriores y posteriores pero no vivo instalado en la permanente nostalgia y puedo escribir sin miramiento alguno que muchos discos que he escuchado en los últimos años me han volado tanto la cabeza como el Blood Sugar Sex Magik que sigo adorando, el Achtung Baby, Badmotorfinger o otro larguísimo etc... Sigue siendo una gozada disfrutar de la música con la misma pasión o más que hace treinta años al mismo tiempo que me parece respetable el que se quede instalado en la retranca de lo de antes era mejor. Allá cada cual. Me voy a poner ahora mismo The Innermost Journey To Your Outermost Mind de Sami Yaffa un álbum muy especial que disfruto mucho y a la noche mientras escucho por millonésima vez It Rains Love de Lee Field & The Expressions a ver si junto unas letras sobre él porque me tiene loco. ¡A gozar!

 

jueves, 13 de enero de 2022

Israel Nash. Topaz

En las últimas semanas estoy viviendo un constante y gozoso descubrimiento de discos publicados el pasado año y que estoy catando ahora. Tanto es así que planeo un anexo a mi clásico Top Seventeen 2021. Y cuidado que me pueden salir otros diecisiete para mi algarabía sin límites. Y sin duda uno de los que podría estar ahí y en las primeras posiciones es Topaz de Israel Nash. Llevo unos cuantos días absolutamente prendado de este artefacto. Tan sólo había escuchado Divinding Lines y Pressure en un podcast de El Maquinista de la General allá por marzo. La primera me flipó y me propuse darle cancha pero luego por unas u otras circunstancias tiré hacia otras cosas. Pero le tenía pendiente y sabía que antes o después me lanzaría a por el. 

Recientemente Su me contó que un día en la tienda un cliente le preguntó por este disco y daba la casualidad de que le encontró la última copia que quedaba. Y en los tiempos que corren, dadas las irrisorias ventas era un oportunidad única.  El tipo en cuestión le dio efusivamente las gracias diciéndole que era uno de los discos que más le había gustado de los últimos años, que era lo más parecido al nivel de Neil Young en los setenta cuando estaba on fire. De modo que ese comentario y mi buen recuerdo de esos dos temas han hecho que lo escuche en el tubo primero y después aprovechando una jugosa oferta con el Bono Denda me lo haya pillado en vinilo junto al There´s Riot Goin´On de Sly & Family Stone y el Neither Fish Nor Flesh de Terence Trent D´Arby. Todo por 41 euros. Salí de Power Records con un gran sonrisa. 

La primera vez que escuché a Israel Nash llevaba el Gripka en su apellido. Mi camello me grabó un disco que me gusto mucho, Barn Doors And Croncrete Floors de hecho tenía momentos sublimes. Incluso le vi en directo en la sala Azkena en un buen concierto al que tal vez le falto algo de punch, más duración un poco más de salir a conquistar a la audiencia. Después sinceramente le perdí la pista pero nunca es mala hora para recuperarla y más con un disco tan espléndido como Topaz que sinceramente me tiene loco. Es la misma eufórica sensación que tuve con el Part Of The Light de Ray Lamontagne con el que tiene cierta conexión. 

La sombra de Neil Young sigue siendo alargada sobre todo en esas guitarras acústicas que tan bien suenan y en la propia voz de Israel pero este disco en mi opinión va mucho más allá de la bendita influencia del canadiense. Sólo hace falta escuchar la inicial Dividing Lines para percatarse de ello. Una de esas canciones arrebatadoras provista de una excelsa y emotiva interpretación vocal y jugosamente sazonada con unos coros muy emocionantes en la parte final a cargo de Rockyanne Bullwinkel y Jenny Carson que le dan cierto aire floydiano. Me tiene loco. Si a eso le añadimos una excelente sección de vientos a cargo de Derek Phelps (trompeta), Joe Woullard (Saxo barítono) y Jason Frey (Saxo tenor) pues tenemos el cóctel perfecto que se repetirá en la tercera pista Down In The Country tan buena como la primera y con los mismos ingredientes.

 

No me olvido de la segunda pista Closer en una línea algo diferente donde juega un papel fundamental la atmósfera que proporciona el órgano de Edward Brailiff Una pequeña obra de arte. Música para sentirla de arriba a abajo. Al igual que los dos temas que completan la cara A: Southern Coasts y Stay, este último un tema que si te dicen que es un éxito de uno de los grandes de los setenta te lo crees. Esa parte final con la guitarra deudora del mejor David Gilmour me tiene prendado por completo y de nuevo se le suman de forma sutil e inmejorable la sección de viento perfectamente ajustada sin restar ni un ápice, dejando a la canción fluir. Esos dos últimos cortes me recuerdan a los mejores momentos de Ray Lamontagne. No en vano por aquí esta Seth Kauffman que se encarga de la batería, percusión y algún bajo, un excelente músico que ya colaboró con Ray en Part Of The Light

La cara B no baja el pistón ni por un momento. Ahí está ese bella apertura con Canyonheart un tema que reúne como otras canciones del álbum un perfecto compendio de folk, cierto aire soul y momentos progresivos pero sin abrasar al personal. Una brutal combinación que le vuelve a emparentar con mi adorado Ray Lamontagne. Tanto Indiana como Howling Wind son evocadoras a más no poder, la clase de canciones que recompensan con creces las escuchas atentas. Sumergirse en discos así es una auténtica delicia, una experiencia sonora poderosa que requiere tener buenas canciones de las que este disco va sobrado y músicos competentes y con alma que las hagan volar alto. Aquí se dan ambos aspectos. El final con Pressure es un ejemplo tan bueno como cualquiera de las otras nueve. 



miércoles, 5 de enero de 2022

Barney Hoskyns. Tom Waits, la coz cantante

Recientemente he leído en apenas un par de días Hotel California: Cantautores y vaqueros cocainomanos en Lauren Canyon. Escrito por el periodista británico Barney Hoskyns es un apasionante recorrido por la escena vaquera que tuvo lugar en aquellos mitificados años sesenta y setenta en la soleada California. Uno de los personajes que circula por el volumen es Tom Waits. El de Pomona tenía poco o casi nada que ver con la mayoría de sus contemporáneos (tal vez a excepción de Randy Newman) y desde el principio no encajo en esa escena pero se coló a menudo por el Troubadour y encontró refugio en el mismo sello que los Eagles aunque a Waits escuchar a Glen Frey y cía le pareciese tan excitante como verse la pintura secar ja ja. Por supuesto sus apariciones son desternillantes y dan mucho juego. Se nota que al autor le gusta Waits y tanto es así que se puso manos a la obra para escribir Lowside Of The Road: A Life Of Tom Waits. Pero pronto se dio cuenta de que la tarea no iba a ser nada fácil. 

El libro fue publicado por estos lares en la desaparecida Global Rhythm Press con el título de La Coz Cantante. Me lo regalo Su y se lo envíe a mi primo diciéndome que ya lo pillaría yo más adelante. Cuando fui a por el ya no quedaban y no sólo eso sino que estaba descatalogado. Menudo gilipollas estoy hecho. De modo que ahora que me ha entrado una de esas obsesiones irrefenables que me dan le pedí a mi primo la semana pasada que me lo enviase y como es un tipo muy eficiente me lo hizo llegar por Correos. Y como no podía ser de otra forma me lo he devorado en dos días mientras degustaba compulsivamente la obra de Waits. Todo esto sólo se puede hacer cuando uno está confinado o en su hogar está rodeado por confinados ja ja. 

Como he indicado antes Hoskyns comprobó enseguida que escribir un libro sobre la vida y obra de Waits iba a ser muy compliado. El músico no tenía ninguna intención de colaborar y no quería que nadie juntase unas cuantas letras sobre sus andanzas por este mundo. Hoskyns explica en la introducción como un día estaba todo contento porque había conseguido una cita con Keith Richards que estaba dispuesto a hablar de su colaboración en Rain Dogs y Bone Machine. Al día siguiente le llamaron de la oficina de Richards indicándole que Waits y Brennan preferían que no hablase con ningún periodista sobre él. Eso mismo le paso con muchos otros músicos que colaboraron con Waits. Suena todo a Mafia Calabresa. Perfecto. Encaja a las mil maravillas en el universo Waits.


A pesar de todas estas trabas afortunadamente Hoskyns no se rindió y se puso a ello. Contactó con unos cuantos colaboradores de Waits sobre todo de su etapa en Asylum y consiguió armar un libro apasionante sobre la obra del gruñon de Pomona. Partiendo de una clara admiración por la carrera de Tom Waits pero sin deja de ser crítico y ofreciendo un completo y preciso análisis de todos sus discos y sus peculiares contribuciones cinematográficas. Como escribo siempre para llevar a cabo una tarea de estas dimensiones además de documentarse mucho (y el autor lo ha hecho de lo lindo) hay que saber hilar las historias y en eso Hoskyns es un maestro dotando al libro de un robusto armazón literario. Barney escribe muy bien, es mordaz, agudo y sabe sugerir más que mostrar. Su prosa es contagiosa y el libro se lee de un tirón. Si eres un zumbado como el menda te lo ventilas echando viruta. 

El libro no escatima en elogios a Waits pero no elude las sombras y las polémicas que rodean la figura del cantante. Una de las más perdurables es la división entre los que se quedan con la etapa Asylum y los que prefieren la de Islands para adelante. Y luego estamos los más afortunados como el autor de este cochambroso blog que se regocija cual cerdo en el lodazal en ambas. Un recuerdo muy claro que tengo de cuando pude ver a Tom Waits en directo es que el personal estaba más que entregado. Quiero decir si sale Tom Waits y hace unas pedorretas con el sobaco la chusma hubiesemos aplaudido igual. Es más estoy convencido que hubo gente que compró esas camisetas con cuatro chorretones... En el puesto de merchan ponía diseñadas por Tom Waits. 30 pavos. Mi colega Rober y yo nos miramos y nos descojonamos. Maldito Filibustero!!!! 

El autor no elude la supuesta impostura de Waits de sus tiempos en el Tropicana o su posterior personaje de tipo gruñon y aislado en un remoto pueblucho de vete a saber donde. Y ambas son  dos interesantes reflexiones al igual que el eterno debate de qué música es mejor si la más clásica de la primera etapa o la del Reino de la Cacharrería de la segunda. Si que estoy de acuerdo con Hoskyns en señalar que en Real Gone y algunas canciones de Orphans había cierta autoparodia y Waits forzaba demasiado... Interesante. 

Se me hace complicado juntar unas líneas resumiendo o destacando algo del libro porque el conjunto es abrumador y merece la pena desde la primera a la última página. Por lo que voy a estructurar este post citando a los personajes principales o los que mas impacto me han causado empezando por el inimitable y firibustero de Tom Waits. Esto va a ser largo.

Tom Waits

El autor se muestra entusiasmado por la obra de Waits. Mi percepción es que le gustan las dos etapas de Tom por igual aunque en un momento dado escribe que ninguna canción de Tom Waits de la etapa Islands en adelante le conmueve tanto como Tom Traubert´s Blues, Kentucky Avenue o Broken Bicycles. Discrepo. Lo que si hace Hoskyns en mi opinión como buen periodista es en hurgar en las contradicciones del músico. Nadie escapa a ellas y todos los culos cagan mierda. Waits sale bien parado casi siempre pero también a veces se le ven las costuras. Lo que es innegable es que Tom Waits tiene una verborrea espectacular. Me he desternillado de risa con sus múltiples metáforas y comentarios sobre los más variados temas. No sabría ni por donde empezar. Pero ahí van unas cuantas perlas:

Sobre su gira teloneando a Frank Zappa: Todas las noches Waits tenía que salir ante el público de Zappa. Y le caía de todo. El bueno de Frank parecía disfrutar con los padecimientos de Tom que lo cuenta así de cachondo: Me usaba para tomar la temperatura, metiéndome por el trasero de la vaca y luego sacándome.

Sobre su estancia en Nueva York: No acababa de encajar con el carácter de la ciudad. Necesitaba algo que fuera un poco más...no tan volátil. Según dijo la ciudad le hizo desarrollar el síndrome de Tourette. Me ponía a soltar obscenidades en medio de la Octava Avenida.

Sobre sus influencias musicales: James Brown, Captain Beefheart y Top Jimmy & The Rhythm Pigs

Una noche de 1962 Tom Waits tuvo la suerte de ver en directo a James Brown & The Famous Flames. Nos metimos por la valla trasera con unas cizallas. Nunca me lo he pasado mejor. Era como si te hubieras chutado o tomado una pastilla. Parecía una de esas asambleas revivalistas, con un pastor demente hablando en lenguas muertas desde el púlpito.


Una de las bandas favoritas de Waits era Top Jimmy & The Rythm Pigs que al parecer se montaban una buena juerga encima del escenario. El guitarrista Carlos Guitarlos Ayala llegó a colaborar en el mítico Swordfishtrombones. Y Van Halen tienen una canción dedicada a Top Jimmy en su álbum 1984. Conexión Tom Waits/David Lee Roth. Yo siempre la he visto clara ja ja. Al igual que la importancia vital que tuvo Jersey Girl en la carrera de Springsteen. Waits se unió a Bruce en el Sports Arena a cantar la canción juntos. Tom declaró: Ya he hecho por él todo lo que podía. Ahora va por su cuenta

De Beefheart Waits apunta: Una vez que has escuchado a Beefheart cuesta mucho limpiartélo de la ropa. Te mancha, como el café o la sangre. Según Tom la que le descubrió la música de Captain fue su mujer Katheleen Brennan que en cuestiones musicales era mucho más ecléctica que el. 

Sobre salir de gira: Conseguí un bajista negro, un saxo tenor siciliano y un batería mitad cheroqui mitad afroamericano. Podemos actuar en cualquier barrio del mundo.

A veces, cuando pienso en salir de gira, prefiriría ser atacado por un banco de mixinos. Los mixinos son criaturas marinas que se comen a otros peces de dentro afuera. Eso es lo que a veces te hacen las giras. 

Sobre las indicaciones que hace a los músicos: Este apartado es especialmente desternillante. El bajista de jazz Clark Suprynowick cuenta que la forma que Waits tenía de dirigir a la banda era propia de una persona del teatro. Y dice: Entraba en la cabina de grabación y escuchaba una toma que acabábamos de hacer. Entonces salía y miraba a Ralph y le decía ¡Suena demasiado amistoso!¿Podemos hacerlo más antisocial?

Y al loro con esta. Tras una de las primeras tomas de Good Old World (Waltz), Waits salió de la cabina y empezó a arrastrase por el estudio como si tuviera un pie deforme: ¡Chicos, Chicos! les imploró a los músicos. ¡La cosa tiene que cojear un poco! Suprynowick comenta que encontró muy educativa la forma de indicar de Tom. El bajista, cofundador de la Bay Area Jazz Composer Orchestra, afirma: A veces para obtener el resultado que buscas de la música, es la única manera de lograrlo. Hay cosas que no se pueden capturar con cosas como crescendo o disminuendo. 

Sobre su boda: Mi mujer llevaba cincuenta pavos en el bolsillo y yo veinte. Ella pensó que aquel no era un buen comienzo. Pero, ya ves, funcionó. Hay bodas muy caras que sólo duran un par de semanas


Kathleen Brennan

La presencia de Kathleen Brennan es fundamental en la vida de Waits. La conocío cuando trabajó para Coppola en la banda sonora de Corazonada y su vida cambió para siempre. En el libro abundan los testimonios que afirman que esta mujer salvó su carrera, le dio el empuje necesario para deshacerse de su personaje de borrachín al piano y para buscar nuevos retos. Y estos testimonios los realizan personas que por estos cambios salieron perjudicadas ya que Waits cortó de raíz con su pasado como el productor Bones Howe, el pianista Mike Melvoin o el bajista Jim Hughart. O sea que un tanto y muy gordo para ella. 

Este testimonio de Waits es esclarecedor: Ella fue la que empezó a escuchar música estrafalaria. Me dijo: Puedes tomar esto y aquello y juntarlo todo. Hay un lugar en el que todas esas cosas se solapan. Grabaciones de campo, Caruso, música tribal, discos en idioma lituano, Leadbelly.... Puedes juntarlo todo en un crisol. Y como señala el autor Hoskyns, Kathleen apremió a su marido a ahondar en sus polaridades: ampliar el abismo entre lo hermoso y lo feo, lo tierno y lo abrasivo, lo melódico y lo disonante. La música debería reflejar el hecho de que la vida puede ser extraña y grotesca.  

Además de sus contribuciones en el plano creativo su labor fue fundamental en el aspecto monetario. Hoskyns cuenta que el padre de Brennan era contable y ella le invitó a husmear en las cuentas de su mánager Herb Cohen y claro salió la habitual historia de geta que se queda con dinero por aquí, dinero por allá. El asunto terminó con una demanda que ganó Waits vital para su estabilidad financiera. 


Herb Cohen

En toda buena historia sobre un músico no puede faltar un mánager avispado casualmente judío que tanga un poco por aquí un poco por allá. La descripcion que Barney Hoskyns hace de Herb Cohen es buenísima y se completa con testimonios tan perturbadores como los del productor Jerry Jester: Herbie daba mucho más miedo de lo que la gente pensaba. Creían que era un tipo judío, regordete y bonachón pero era absolutamente arrollador a la hora de batallar. Quiero decir...tenía una caja de granadas en el maletero de su coche. 

Bones Howe

Todo un caballero. Las impresiones sobre este tipo son inmejorables. Fue el productor de ocho discos seguidos de Tom Waits. Era un productor al que le gustaba el jazz y que todos esos años supo sacar rendimiento a Waits por mucho que ahora el de Pomona reniegue de todos esos discos. Cuando terminó su colaboración con Tom porque este quería probar otras cosas Bones no tuvo una mala palabra con Waits y tan sólo le dijo que si alguna vez quería volver a grabar como antes que le llamase que dejaría lo que estuviese haciendo en ese momento para grabar un otro disco con él. Un Gentleman. 


Rickie Lee Jones, Chuck E Weiss

A Rickie Lee Jones le siguen preguntando por su romance con Tom Waits. Y no le gusta nada que lo hagan. Y se cuestiona por qué nunca le preguntan a él. En cualquier caso tuvieron una relación muy intensa y casi siempre estaban acompañados por Chuck E Weiss excéntrico personaje que se dedicaba a.... NADA. Un vividor. Uno de los pasatiempos favoritos de este trío era colarse en los jardines de las estrellas de cine y pintar los enanitos de esos lugares de negro porque según Weiss: Antaño habían sido negros. Pero en lugar de quitarlos los pintaron de blanco. Así que Rickie, Tom y yo los volvíamos a pintar de negro. De ahí pasaron directamente a robar los enanos. 

Keith Richards

No podía faltar nuestro pirata favorito. Cuando Tom Waits iba a grabar Rain Dogs desde Island Records le preguntaron a qué músico quería invitar respondió socarronamente que a Keith Richars y le dijeron que le llamase ya mismo. Y le trajeron. Fue con un arsenal de mástiles y amplificadores y con su técnico de guitarra. Conectaron. Y su contribución en el disco es suprema. Ahí está Keef dando su toque a Big Black Mariah y Union Square así como aportando el sólo de la maravillosa Blind Love.

Waits flipaba con Richards y su aguante con el alcohol. Jugaba en otra liga: Llevaba aquellos zapatos viejos... parecía que un perro los hubiera mordisqueado. Y, eh, bebía aquel whisky amargo Rebell Yell... y parecía un pirata. Cuando uno de los baterías del disco Stephen Hodges le pregúnto a Waits cómo había conseguido que Keith tocase en el disco Tom le respondió que los Rolling Stones le debían dinero.