domingo, 26 de enero de 2014

Somebody Up There Likes me

Somebody Up There Likes Me fue la segunda película en la que intervino Paul Newman y la que lanzó su carrera. En España para variar fue estrenada bajo un título que no se acercaba ni de lejos al original: Marcado por el odio. Así la conocí yo cuando era un canijo en el correspondiente pase televisivo. Es de esas pelis que te marcan de pequeño y que vista treinta años después no ha perdido un ápice de su grandeza. 

He empezado escribiendo que esta fue la segunda película que protagonizó Paul Newman porque de su debut, El cáliz de plata el primero que reniega es el propio Newman. Hasta tal punto que es conocida la anécdota de que cuando se estrenó en televisión el actor compró un espacio en prensa para pedir disculpas por semejante ataque contra el séptimo arte. El actor no la soportaba y es cierto que debe ser horrible pero sin lugar a dudas se redimió con creces con su siguiente film.  Somebody Up There Likes Me es una película repleta de fuerza que engancha desde los primeros fotogramas.

En la silla del director se sentaba Robert Wise y eso fue casi siempre garantía de calidad. Lo notas desde los primeros fotogramas. Se ve una panorámica de una sucia calle en Nueva York y ahí aparece huyendo por primera vez de la policía un Rocky Graziano que no llega ni a adolescente. Con un bonito montaje el siguiente que aparece en esa misma calle es un joven Graziano (ya interpretado por Newman) de nuevo perseguido por la pasma. Y es que la película es una lucha constante del protagonista por encontrar un sitio en el que encajar, algo que le aleje de la delincuencia y de problemas mayores. 

Para resarcirse de su penoso debut en el cine Paul Newman da vida de forma brillante a un tipo siempre a punto de estallar, en ebullición pero que poco a poco va evolucionando sin perder ese punto de efervescencia. Y Newman se mueve a la perfección en todo el film. Una de esas interpretaciones que se me quedaron grabadas a fuego en mi infancia. Además la película cuenta con actuaciones muy buenas de Pier Angeli, Sal Mineo o Harold J. Stone. Uno de esos films que puedes ver en cualquier momento sin que haya perdido un ápice de vigencia. 



jueves, 16 de enero de 2014

El regreso de Fun Lovin´ Criminals

A estas horas de la noche ya habrá terminado el primer bolo de una pequeña gira que Fun Lovin´Criminals van a realizar por algunas ciudades europeas. Comienzan en Manchester, siguen por Glasgow, luego a Dublin... Tan sólo son siete fechas por los lugares donde son más populares y siguen manteniendo una base sólida de fans pero menos es nada. En el Academy de Dublin han vendido todo el papel y a buen seguro así será en el resto de fechas pero un friki de esta banda como el menda espera que amplíen la gira y se pasen por estos lares. En esta gira presentan un nuevo dvd grabado en directo en el Shepherds Bush Empire de Londres que no ha hecho más que confirmar lo mucho que me sigue gustando la música de estos tipos y como me gustaría volver a pasármelo pipa en uno de sus conciertos.




lunes, 13 de enero de 2014

El futuro de Jesse Pinkman

Por fin he visto el final de Breaking Bad. Aviso a los millones de lectores de este blog que este post contiene spoilers. Bueno ya me he quitado un peso de encima. Breaking Bad ha sido una serie que he seguido con entusiasmo desde que me la descubrió una compañera de trabajo allá por octubre de 2010. Eran mejores tiempos para mi (por lo menos en lo laboral porque tenía trabajo) y también para la serie porque sus tres primeras temporadas son bastante mejores que las dos últimas. Como todo cuestión de gustos. Y no me voy a quejar porque en cualquier caso el nivel es bueno. Aún con altibajos, Breaking Bad juega en la liga de Los Soprano o The Wire aunque en conjunto sea inferior a estas. 

En cualquier caso el final me ha gustado. Ha sido una forma elegante y coherente de finiquitar el asunto. Uno de los aspectos que más me ha gustado de la serie ha sido la evolución del personaje de Jesse Pinkman magníficamente interpretado por Aaron Paul. Pinkman logra salvar el pellejo, que tal y como estaban las cosas es más que suficiente, pero además se revela como el personaje con un fondo más noble de todo este tinglado. 

No había ninguna duda de que Walter White iba a morir y aunque es el eje principal de la serie y un personaje de esos que se quedan en el imaginario colectivo lo cierto es que al final le estaba pillando manía. Pinkman, en cambio, pasa de ser un joven alocado sin mayor pretensión que colocarse y ganar pasta fácil a ser un tipo honrado, irremediablemente marcado por tanta tragedia pero al que le puede esperar un futuro, tal vez sencillo, tal vez gris pero algo. El creador de la serie tiene preparado un spin off de la misma que se estrenará en noviembre centrado en el personaje del abogado Saul Goodman. Y sin duda, lo seguiré pero molaría ver unos cuantos capítulos más de la serie con las andanza de Jesse aunque fuese en un pueblo perdido de Minnessota viviendo otra vida. El tipo se lo merecía. 


martes, 7 de enero de 2014

Woody Allen, postales desde Nueva York

Hace un tiempo no tan lejano Woody Allen nos tenía muy bien acostumbrados entregándonos una película al año desde su adorada Manhattan. El hombre se lo montaba muy bien. En Estados Unidos sus películas nunca tuvieron un impacto comercial más allá de Nueva York. Pero eso a él no le importaba demasiado porque podía hacer lo que quería donde mas quería. Vamos que iba andando al trabajo. Y eso no tiene precio.

El Nueva York que nos enseña Woody Allen es de postal.  Lo que hay en muchos fotogramas de muchas de esas primeras películas es una declaración de amor por Manhattan sin ningún titubeo. Y lo que nos muestra es lo que Woody quiere que veamos. Lo que él vivió en su infancia y le taladro el cerebro. Pasear por Broadway y ver todas las relucientes marquesinas de los teatros, sucumbir ante el colorido de Times Square, disfrutar de unas vistas tremendas desde el Puente de Brooklyn… Nadie ha enseñado Nueva York tan bien y tan de postal al mismo tiempo que oculta la otra cara de la ciudad (para eso ya están Spike Lee o Martin Scorsese).


Así que nada de drogatas, suciedad por todas las esquinas o peligrosos manguis nocturnos. En las pelis de Allen todo eso se obvia a favor de una ensoñación tan bien contada que sujetos como yo caemos irremediablemente. Tengo muchos fotogramas favoritos en la filmografía de este elemento. El inicio de Manhattan es todo un subidón con Raphsody in Blue tronando mientras vemos imágenes nocturnas de la ciudad, las excursiones que hacen en coche tres personajes de Hannah y sus hermanas visitando el edificio Chrysler o el Greybar, la apertura de Misterioso asesinato en Manhattan sonando I happen to like New York de Cole Porter , las idílicas descripciones de cada estación en la ciudad que nos cuenta la voz en off en Todos dicen I love you.


jueves, 2 de enero de 2014

El mejor inicio

Una de las razones de más peso a la hora de elegir una novela es la impresión que me causan las primeras páginas. Últimamente me dejo llevar por ese primer fogonazo a riesgo de perderme grandes obras. Hace unos años tenía más paciencia en estos menesteres. En la era pre-internet daba más oportunidades a las novelas, era más paciente y en ocasiones el esfuerzo compensaba con creces. Pero no sé si será por la acumulación de títulos que quiero leer o porque sencillamente me he vuelto más vago todavía ahora necesito un chute inicial potente que me arrastre a las siguientes páginas. El otro día Susana me leyó el primer párrafo de una gran obra de Dickens y piqué el anzuelo. Uno de los mejores inicios que recuerdo:

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el el camino opuesto. En una palabra aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.