martes, 19 de febrero de 2013

The Wire. Segunda Temporada


Poco a poco voy confirmando que la fama que tiene The Wire entre mis algunos de mis amigos está más que justificada. Hace tiempo que Diego me comentó que era la mejor serie que había visto y el otro día Ander me confirmó que todas las temporadas mantienen el mismo nivel. Con la segunda temporada lo he comprobado. Me parece tan brillante como la primera. Y no era nada fácil, sobre todo porque The Wire es una serie muy ambiciosa que opta por introducir numerosos personajes y escenarios nuevos en cada temporada. Hay continuidad y todo está relacionado pero la trama exige un espectador atento. Desde luego conmigo lo han conseguido. Me he devorado la segunda temporada compulsivamente.

El modus operandi en cuanto a guiones y forma de contar los hechos sigue los parámetros de la primera temporada. Tomárselo con calma pero echando poco a poco el cebo para atraer toda tu atención. En este caso la historia se centra en el puerto de Baltimore. Nos metemos de lleno en el mundo de los estibadores. Personas expuestas a numerosas tentaciones para hacerse con un más que jugoso dinero extra sobre todo teniendo en cuenta que el sector está en crisis. Sujetos que acaban relacionándose con mafias locales del peor pelaje. Y como en la primera temporada la baza infalible de ésta son unos personajes con mucho que rascar. Frank Sobotka es uno de ellos. Tal vez el mejor. Un tipo que sabe que tiene que hacer algo malo para conseguir una cosa buena. Una de esas paradojas que se dan en la vida. Sabes que lo que este tipo hace está mal pero te llegas a identificar con él y lo entiendes, de alguna manera lo disculpas.

Respecto a la primera temporada, aunque el ritmo narrativo y la filosofía sean similares hay aspectos nuevos. Por ejemplo hay muchos momentos de humor, garrulo, nada sofisticado, pero humor al fin y al cabo. Son las escenas que se desarrollan en el bar que frecuentan los trabajadores del puerto. En ese entorno destaca Ziggy, el descontrolado hijo de Frank Sobotka, un personaje de esos que no olvidas, un sicótico al que nada parece importarle y presto a liarla en cualquier momento. El entorno laboral y social de estos trabajadores está muy currado. Muchas secuencias en el bar son antológicas.

Otro aspecto que me ha gustado es que se da más cancha a varios personajes femeninos. Kima tiene más presencia con acertadas incursiones en su vida privada. Y me ha ganado la irrupción de Beatrice 'Beadie' Russell, una modesta policía que elige un trabajo fácil y a la que la suerte o tal vez la desgracia le va a dar un caso muy gordo. El de Beatrice es un personaje muy atractivo ya que tiene que evolucionar desde una posición cómoda a una de riesgo en tiempo récord.

En la segunda temporada tampoco hay final feliz, ni resoluciones mágicas de última hora ni un ADN obtenido no se sabe como ni historias raras. Si la primera deja un poso triste sobre como se desarrollan los acontecimientos en esta segunda temporada el sentimiento es directamente desolador. Los guionistas relacionande forma sencilla y coherente la trama de la droga en las barriadas con el chanchullo en los puertos de modo que todavía seguimos las andanzas de Stringer Bell, Avon, Omar y cía aunque como he comentado en la segunda temporada se centran en el puerto. Ya estoy deseando cazar la tercera temporada y continuar este viaje por Baltimore que desgraciadamente creo que tiene que ver mucho con la realidad que vivimos y con los aspectos más crueles del capitalismo descontrolado.

Y para finalizar la Segunda Temporada otro montaje excelente de imágenes al ritmo de I feel alright de Steve Earle.