jueves, 15 de febrero de 2007

Tom Waits: The early years


Fue un domingo de perros, como los que estamos viviendo estos días. Lluvia, granizo, amenaza de nieve. Para no salir de casa, vamos. Sin embargo, un domingo de hace algo más de dos años me tocaba currar en estas condiciones, pero quitémosle dramatismo, al menos lo hacia bajo techo, en una tienda de discos, que así a priori no suena nada mal.
Mi compañero de curro era un furibundo admirador del jazz y apenas estaba interesado en el rock´n roll. En aquella época estaba recién editado Real Gone de Tom Waits. Por supuesto, como toda esa semana en cuanto se abrió la tienda, a eso de las cinco de la tarde, lo primero que hice fue ponerlo en el reproductor. A la tercera canción mi compañero, Carlos, me comentó: Joder, qué es esto! Este tío cada vez es más raro. Total, que por no oírle cambie el disco y puse The Heart of Saturday Night, también de Waits. Cuando sonaba la estupenda San Diego Serenade, Carlos me miro y me dijo: ¿Como un tío que canta así de bien, que hace este tipo de canciones, tiene que coger un megáfono y forzar la voz de esa forma? En aquella época casi todos los discos que tenía de Tom Waits pertenecían a la época del Swordfishtrombones en adelante. Ya sabéis, la etapa más experimental en la carrera de este hombre. Aquella en la que empezó a producir sus discos junto a su mujer Katheleen Brennan y rompió con todo lo que suponía la etapa anterior: productor, manager, composiciones. Una nueva era que rápidamente contó con el beneplácito de la crítica y con un creciente número de seguidores que tuvo su culminación con la publicación de Mule Variations en 1999 del que se vendieron más de un millón de copias, cifra mágica para muchos músicos e inimaginable para alguien como Tom Waits. Y así nos encontramos hoy en día con un músico que goza del respaldo casi unánime de la crítica, con un número cada vez mayor de seguidores y con el respeto y admiración de sus compañeros de profesión.
Pero me apetece mirar hacia atrás, a esa primera etapa tan olvidada hoy en día por críticos, seguidores e incluso el propio Waits. Esa en la que el productor de todos sus discos fue Bones Howe, alguien que respetaba y admiraba profundamente a Tom Waits. Alguien que cuando rompió su relación profesional con Waits no sólo no tuvo ni una mala palabra contra el músico californiano sino que le invito a volver a trabajar con él cuando quisiera, hiciese lo que estuviese haciendo en ese momento.
Con Bones Howe en la cabina de mandos, Tom Waits grabó ocho fantásticos discos que tienen una sonoridad similar, entre el jazz y el cabaret, con la omnipresente voz del músico californiano ya ronca pero no tan mutilada como la actual. En todos y cada uno de esos discos hay memorables canciones que nada tienen que envidiar a cuando Tom Waits y su mujer tomaron los mandos en la producción. Mi favorito es The Heart of Saturday Night, una delicia que escucho prácticamente a diario desde aquel lluvioso domingo. Puede que a partir de 1983 Tom Waits fuese más innovador, vanguardista o esas cosas que tanto le gustan a cierta crítica, puede que el sonido clásico de los primeros años de Waits no fuese excesivamente original, puede, incluso que tanto la música como la facha del músico en aquellos años oliese demasiado a personaje marginal y bohemio, al típico perdedor, que fuese un recurso muy gastado. No importa, todas y cada una de las canciones de esa primera época son maravillosas, y como las grandes historias tienen un poder de seducción aplastante. Disfrutando como lo hago del momento actual de Tom Waits con ese fantástico triple álbum llamado Orphans brindo por aquellos maravillosos años.