domingo, 30 de agosto de 2015

Whiplash

Este fin de semana he visto Whiplash. Tanto mi primo Oscar como Rober me habían recomendado encarecidamente esta película. Mis expectativas se han cumplido en parte. He disfrutado del film, me lo he pasado bien viéndolo y ha provocado un interesante debate con uno de mis cuñados y con Susana. Si una película consigue todo eso ya es bien recibida por lo menos en mi casa. Pero al mismo tiempo que reconozco todos esos méritos la sensación que me dejó la película fue de que le faltaba algo para ser una de esas que te apetece volver a ver. Un clásico de esos que revisitas y a los que encuentras mil y un matices diferentes.

El film se hizo con bastantes premios el pasado año y generó bastante polémica entre críticos y músicos. El planteamiento es el siguiente: Andrew Neiman (Miles Teller) es un joven de 19 años cuya obsesión es convertirse en un excelente batería de jazz. Ingresa en el prestigioso Conservatorio de Música de la Costa Este donde tendrá como profesor al prestigioso y polémico Terence Fletcher (J.K.Simmons) capaz de cualquier cosa para lograr que alguno de sus alumnos alcance la brillantez absoluta en el campo musical. Y cualquier cosa incluye insultos, vejaciones y salidas de tono de todos los estilos y condiciones.

Uno de los aspectos que más me interesa de la película es el clásico y habitual planteamiento de que todo vale para conseguir un fin. Parece que para ser un genio en una determinada disciplina no sólo son necesarias esas 10.000 horas que te convierten en experto sino que se precisa un profesor despiadado, capaz de apelar a los más bajo con tal de conseguir su objetivo. Ese papel lo borda el actor J.K.Simmons y su actuación me parece uno de los aspectos más sólidos de la película junto a la réplica de Miles Teller que también es capaz de dar credibilidad a ese joven cuya ambición y filosofía es muy parecida a la del propio profesor.

Vi la película con verdadero interés. Me atrajo tanto el planteamiento, como las actuaciones así como el debate que propone pero le falta algo más de sutileza y le sobra pirotecnia. Al mismo tiempo mi sensación cuando terminó es que el film en el fondo se alinea con el peligroso, nocivo y falso mensaje de que todo vale para conseguir la excelencia. En cualquier caso no tendría ningún problema en que todas las películas que veo tuviesen este nivel y por supuesto la música me encanta.

martes, 25 de agosto de 2015

Kirk Douglas. Yo soy espartaco

En Yo soy Espartaco, un nonagenario Kirk Douglas, de 95 años toma como base la gestación de Espartaco para hablarnos de una época  fascinante en la historia de Hollywood. Unos tiempos convulsos marcados a fuego por las nefastas listas negras que llevo a cabo el denominado Cómite de Actividades Anteamericanas. Uno de los damnificados por tamaña atrocidad fue Dalton Trumbo guionista represaliado por negarse a facilitar nombres al nefasto Cómite. Un tipo que perdió su empleo pero no su dignidad y que continúo trabajando en la sombra con diferente pseudónimos hasta que su nombre volvió a aparecer en los créditos de Espartaco gracias entre otros al tesón y la valentía de Kirk Douglas

Douglas recuerda con una prosa ágil y directa como actúo en aquella convulsa época. Y aunque como he mencionado antes Kirk toma como excusa explicarnos cómo fue llevar a cabo una de las mejores películas de la historia lo cierto es que pesa más el contexto. El asunto de la firma de Dalton Trumbo y las injusticias contra muchos que como Trumbo que se negaron a perder su dignidad ocupa buena parte de las páginas. Es entretenido a la par que didáctico. Nos muestra sucesos que jamás deberían volverse a repetir.

Pero no todo es política y compromiso como no podía ser menos hay buena parte de carroña. El habitual choque de egos en una película de tal envergadura era inevitable. Y me he echado buenas risas con las idas de olla de Charles Laughton, la constante socarronería de Peter Ustinov o el tormentoso de manual que parecía ser Laurence Oliver. Por mí ya le podía dar al bueno de Kirk por seguir contándonos los entresijos del cine clásico y todo lo que le rodea en un par de libros más. 


miércoles, 19 de agosto de 2015

Richard Price. La vida fácil

A rebufo de la repercusión obtenida por The Wire en todo los rincones del planeta incluso por estos lares unos cuantos escritores que ejercieron de guionistas en la serie han visto publicadas sus novelas con una publicidad extra. Y los resultados son buenos, muy buenos. Hace un par de años escribí algo sobre Sin retorno de George Pelecanos y en esta ocasión le dedico unas líneas a La vida fácil de Richard Price

Richard Price está considerado como uno de los mejores novelistas del género negro en Estados Unidos. Su fama reside especialmente en la construcción de unos diálogos realistas a más no poder y que parecen sacados de la calle según los expertos. Ese es un aspecto que no puedo cotejar pero lo que es cierto es que me resultan creíbles y son ágiles y certeros a más no poder. En esta novela son especialmente importantes y ocupan muchas páginas sin que el resultado se resienta.

La conexión con The Wire se palpa desde las primeras páginas aunque lo que se cuenta no tenga nada que ver. O tal vez todo. En La vida fácil al igual que en The Wire no hay prisas. Price parte del asesinato de un chico que una noche de juerga iba acompañado por otros dos colegas que se salvan y a partir de ahí el novelista nos cuenta los entresijos policiales para atrapar al culpable, el calvario que vive la familia del asesinado y el sentimiento de culpa y agobio de uno de los supervivientes todo ello enmarcado otra vez (faltaría más) en Nueva York. Y el el resultado es espléndido.

domingo, 16 de agosto de 2015

miércoles, 12 de agosto de 2015

martes, 4 de agosto de 2015

Cadena perpetua

Hace un par de noches me volví a enganchar a Cadena Perpetua. No es la primera vez. Ni la segunda. Siempre que la pilló en uno de los escasos zappings televisivos que hago si la están emitiendo vuelvo a caer en sus redes. No importa las veces que la haya visto ni siquiera que la tenga original en casa y la pueda visionar cuando quiera cosa que además he hecho en varias ocasiones. En definitiva que me encanta esa película.

La primera vez la vi hace más de veinte años en el Cine Java de Portugalete. Antes de acudir a verla había leído Rita Hayworth y la redención de Shawsknak, la pequeña novela de Stephen King en que se basa la película, y mis expectativas eran muy altas. Y se cumplieron todas. En ocasiones literatura y cine se complementan a la perfección y este es uno de los mejores ejemplos que se me ocurren. 

Cadena perpetua aguanta los visionados años después de su estreno porque tiene todos los ingredientes para ser una película clásica que no importa las veces que hayas visto. Siempre descubres algo nuevo o simplemente te deleitas con las interpretaciones de sus actores tanto de los protagonistas como de los secundarios.

Uno de los aspectos que más me gusta de la película es la utilización de la voz en off, un recurso que empleado de forma precisa y con una actor a la altura de las circunstancias es todo un acierto. En Cadena perpetua se cumplen las dos premisas. La película está contada desde la perspectiva del personaje de Red (Morgan Freeman) pero en un momento de la película toma un pequeño pero significativo relevo Brooks (James Whitmore). Las escenas contadas por el personaje de Brooks son emotivas y están rodadas con maestría por Darabont.



Pero la palma se la lleva un Morgan Freeman en estado de gracia que al siguiente año estrenaría Seven. La primera secuencia en la que aparece Freeman es cuando va a ser evaluado por la Junta que otorga la reinserciones. Una escena rodada en plano contra plano. Se ve a Morgan Freeman indicando a las personas que tienen que decidir si puede acceder al tercer grado que se ha reinsertado, que ya no es un peligro para la sociedad diciendoles lo que quieren oír pero sabiendo que le van a rechazar. 

Esta escena se repite dos veces más. En la segunda ocasión todo transcurre igual que en la primera y se cierra con el consabido rechazo para el régimen abierto. La tercera es una de mis secuencias favoritas de la historia del cine por todo. Por el texto, es decir, por lo que dice el personaje de Morgan Freeman y por cómo esta rodada. Me encanta como la cámara se va acercando al rostro de un desencantado Morgan Freeman que está a vuelta de todo.