martes, 8 de septiembre de 2009

Gran Torino

El pasado fin de semana por fin vi Gran Torino, la última película dirigida e interpretada por Clint Eastwood. Este hombre es un mito viviente del séptimo arte. A menudo comparado con John Ford tanto por su maestría cinematográfica como por su posicionamiento político conservador cuando no facha para unos cuantos. Pero dejo este tema para otra entrada y me centro en el film.

Gran Torino es una película modesta de bajo presupuesto rodada en apenas 33 días. El argumento es sencillo. Un hombre mayor que vive en un barrio residencial de Detroit acaba de enterrar a su esposa con la que se intuye ha tenido un gran relación y ahora está solo. Tiene dos hijos con los que no se entiende y unos vecinos asiáticos por los que siente desprecio. Es un individuo anclado en los valores del pasado. Lucho en Corea, trabajo en la Ford y tiene una preciada posesión el Gran Torino al que hace referencia el título. Pero esta cabreado y desconectado del mundo que le ha tocado vivir hasta que un hecho le hace poco a poco conocer y relacionarse más con parte de su vecindario y por ende con el mundo.

La película trata aspectos como la intolerancia, la convivencia, el racismo, la soledad, la familia… En fin temas muy trillados en el cine con el gran reto para Eastwood de no caer en los tópicos y clichés de siempre. Y aunque no siempre lo consigue si lo hace a menudo sorteándolos con su clase y maestría habitual. El cine es en buena parte una cuestión de mirada. El director de San Francisco tiene una mirada curtida. Lleva en el negocio más de cincuenta años, ha trabajado con los más grandes directores y domina el medio de forma poderosa. Tal vez este material en manos de otro tipo podría ser pasto de telefilm de sobremesa. Con Eastwood se convierte en una gran película.

El film crece según avanza el metraje. Lo que en principio puede parecer una vuelta de tuerca al personaje de Harry el Sucio para echarse unas risas se convierte en una conmovedora reflexión sobre la tolerancia, la vejez o el racismo. Clint Eastwood lleva unas cuantas películas tocando los mismos temas pero lo hace de tal forma que me resulta cuanto menos atractivo y en ocasiones excelente. Y esta película esta en el segundo grupo. Este retrato de un hombre que vive cargado de prejuicios de los que poco a poco va a ir desprendiéndose esta contada no solo de forma brillante sino creíble. Y me alegro de que escogiese ese final. Me alegra que a pesar de toda la mierda que nos rodea y de lo enferma que está la sociedad en muchos aspectos todavía haya un poco, aunque sólo sea un poco de esperanza.