domingo, 22 de enero de 2017

Cafe Society

Tenía ganas de volver a gozar con una buena sesión de cine de sábado a la noche. Y qué mejor elección que Woody Allen. Café Society ha resultado ser una de las películas más encantadoras del cineasta neoyorkino. Un film que le muestra en un estado de forma estupendo. Desde los familiares créditos iniciales he tenido la esperanza que luego se ha hecho realidad de hallarme ante otras de esas joyas del séptimo arte que consigue realizar Allen. Nada falla en Café Society, todo está en su sitio. El mejor Allen ha vuelto. He tenido la misma satisfactoria sensación de cuando leí Brooklyn Follies de Paul Auster. Dos autores sabedores de donde están sus puntos fuertes, dándoles cancha sin miedo y logrando una obra final a la altura de sus mejores trabajos.

En Café Society Allen de nuevo logra que Nueva York brille como en sus mejores films, que sea tan protagonista de la historia como los propios actores. Nadie ha retratado de forma más bella esa ciudad, de postal sí, alejada de los suburbios pero auténtica a su manera. El tantas veces mostrado contrapunto con Hollywood tiene aquí una importancia capital. Las imágenes son reveladoras al respecto y algunas de ellas están entre las mejores que ha rodado Woody Allen en su vida. Y la música por supuesto está elegida al detalle, en eso nunca hay dudas. La historia es sencilla a más no poder y en ocasiones ahí reside el encanto. Esta película sería un inicio perfecto para alguien que nunca haya visto ningún film de este autor. 

Los mejores ingredientes del cine de Woody Allen están presentes en cada fotograma del film. Los hilarantes diálogos entre los progenitores del protagonista me han hecho desternillarme de risa, los planos de NY a la vuelta del protagonista a la ciudad tras su paso por Hollywood te dejan embobado, y el final de la película es para enmarcar. Todo rodado con un gusto exquisito y contando con unos actores a la altura de las circunstancias. Tanto Jesie Eisenberg como Kristen Stewart están estupendos y muestran una química total en todas las escenas que comporten. Todos los secundarios parecen haber nacido para estar justo ahí en ese momento. Por no hablar de la pequeña pero antológica aparición de Tony Sirico (el gran Paulie de Los Soprano) en un par de entrañables escenas. Bravo por Woody que es la voz en off de la película, detalle que me ha parecido fundamental.