martes, 5 de agosto de 2025

Mark Ribowsky. La extraordinaria vida de Little Richard

En apenas cuatro días me he ventilado La extraordinaria vida de Little Richard escrito por Mark Ribowsky, autor también de otros libros desgraciadamente no traducidos al castellano como The Supremes: A saga of Motown Dreams, Success and Betrayal o Signed, Sealed, Delivered: The Soulful Journey of Stevie Wonder a los que ya me gustaría hincar el diente. En cualquier caso el de Little Richard se lee de un tirón, de forma frenética, tal y como era su música a mediados de los cincuenta; un torbellino imparable de dimensiones bíblicas, algo catártico y rompedor que perdurará por los siglos de los siglos. El autor con habilidad literaria y pasión por la música de este hombre, nos cuenta todo sobre Richard Wayne Penniman y desde luego el título no exagera lo más mínimo.

Es curioso comprobar como  a pesar del impacto que supuso la música de este hombre y sus compinches (lo puso todo patas arriba y sin duda abrió el camino para otros) su discografía es un what if de manual... Porque más allá de los dos primeros discos, que en realidad eran recopilatorios de los singles más populares de sus comienzos, Little Richard ya sea porque no elegía bien el productor, los músicos, el estudio o simplemente porque era un tarambana de mucho cuidado jamás logro tener un discografía sólida, contundente... Vivió y así se relata de forma estupenda en el libro de su apabullante directo. Y es que sobre las tablas tenía pocos rivales y de sus modus operandi tomaron buena nota James Brown o The Beatles.

Ribowsky se detiene profusamente en casi todas las grabaciones acometidas por Little Richard y también en sus abundantes y delirantes devaneos sexuales, aspecto con el que parecía estar en una lucha constante el bueno de Ricardito. La lucha constante entre la religión y el rock como camino pecaminoso me ha recordado a Fuego eterno. La historia de Jerry Lee Lewis de Nick Tosches aunque el de Tosches es muy superior, con mucha más enjundia. Como también le sucedió a Jerry Lee Lewis, Little Richard encontró en Inglaterra una aliada fantástica para las giras que eran lo que le daban de comer. Hay unas cuantas anécdotas cachondas sobre el poderío de Ricardito sobre las tablas. Y es que el muy cabrón sabía a ciencia cierta que el que saliese después de el a tocar lo tenía más que crudo. ¿Se acordará Yoko Ono de lo que les pasó a ella y a su célebre marido en un festival en Toronto? Seguro que si. Ja, ja. 

Otra conexión suprema es la que existió entre Jimi Hendrix y Little Richard. El célebre guitarrista de Seattle estuvo durante un tiempo en la banda de Ricardito y su resumen es el siguiente: Mal pagado, mala vida y quemado. Ja, ja. En fin que trabajar con Little Richard no parecía fácil en absoluto. Hay muchos ejemplos de su actitud desafiante, cambiante y peligrosa no sólo sobre el escenario sino cuando se bajaba de el. Otras veces le daba por el Señor ja ja. Lo cierto es que me he echado buenas risas con muchos pasajes a cual más rocambolesco y loco. La mayoría tienen que ver con el enorme ego de este sujeto. La lectura ha culminado poniendo toda pastilla Here´s Little Richard y eso amigos sigue siendo un artefacto colosal cuyo impacto perdura en nuestros días.

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