martes, 4 de agosto de 2015

Cadena perpetua

Hace un par de noches me volví a enganchar a Cadena Perpetua. No es la primera vez. Ni la segunda. Siempre que la pilló en uno de los escasos zappings televisivos que hago si la están emitiendo vuelvo a caer en sus redes. No importa las veces que la haya visto ni siquiera que la tenga original en casa y la pueda visionar cuando quiera cosa que además he hecho en varias ocasiones. En definitiva que me encanta esa película.

La primera vez la vi hace más de veinte años en el Cine Java de Portugalete. Antes de acudir a verla había leído Rita Hayworth y la redención de Shawsknak, la pequeña novela de Stephen King en que se basa la película, y mis expectativas eran muy altas. Y se cumplieron todas. En ocasiones literatura y cine se complementan a la perfección y este es uno de los mejores ejemplos que se me ocurren. 

Cadena perpetua aguanta los visionados años después de su estreno porque tiene todos los ingredientes para ser una película clásica que no importa las veces que hayas visto. Siempre descubres algo nuevo o simplemente te deleitas con las interpretaciones de sus actores tanto de los protagonistas como de los secundarios.

Uno de los aspectos que más me gusta de la película es la utilización de la voz en off, un recurso que empleado de forma precisa y con una actor a la altura de las circunstancias es todo un acierto. En Cadena perpetua se cumplen las dos premisas. La película está contada desde la perspectiva del personaje de Red (Morgan Freeman) pero en un momento de la película toma un pequeño pero significativo relevo Brooks (James Whitmore). Las escenas contadas por el personaje de Brooks son emotivas y están rodadas con maestría por Darabont.



Pero la palma se la lleva un Morgan Freeman en estado de gracia que al siguiente año estrenaría Seven. La primera secuencia en la que aparece Freeman es cuando va a ser evaluado por la Junta que otorga la reinserciones. Una escena rodada en plano contra plano. Se ve a Morgan Freeman indicando a las personas que tienen que decidir si puede acceder al tercer grado que se ha reinsertado, que ya no es un peligro para la sociedad diciendoles lo que quieren oír pero sabiendo que le van a rechazar. 

Esta escena se repite dos veces más. En la segunda ocasión todo transcurre igual que en la primera y se cierra con el consabido rechazo para el régimen abierto. La tercera es una de mis secuencias favoritas de la historia del cine por todo. Por el texto, es decir, por lo que dice el personaje de Morgan Freeman y por cómo esta rodada. Me encanta como la cámara se va acercando al rostro de un desencantado Morgan Freeman que está a vuelta de todo.