martes, 13 de febrero de 2018

Warren Zanes. Petty

He devorado la biografía autorizada de Tom Petty escrita por Warren Zanes en unas horas repartidas en tres días. Un atracón a gusto, sumergido en la lectura sobre la obra y vida de una banda que me apasiona: Tom Petty & the Heartbreakers. Y se me ha hecho corta, muy corta. Cuando iba por la página 272 y veía que todavía no se había abordado ni Full Moon Fever pensé que no iba a encontrar respuestas a mis delirantes ( o tal vez no tanto) y numerosas preguntas. El libro consta de 396 páginas y se lee de un tirón. Esta muy bien escrito. Desconozco si Zanes es tan habilidoso componiendo y tocando la guitarra como lo es juntado letras pero en esa tarea realmente lo borda. Tiene el punch, el toque especial para contar una historia fascinante. 

No dudo de que debido a su amistad con Petty, Zanes haya pulido algunas partes, seguro que si, pero la sensación al terminar el libro no es que Tom Petty es un tío guay y se lleva de cine con su banda. Hay mucha oscuridad, resentimiento, malos entendidos, pasajes inesperados. Lo único que le reprocho a Zanes es que se ventila el período más fructífero de la carrera de este hombre en apenas cien páginas. Eso se merece otro libro. No me jodas. No se debe pasar de puntillas por algo tan esplendoroso como She´s the one. Eso no es justo, joder! Tampoco son suficientes las líneas destinadas a Echo, The Last Dj merece más atención e incluso Mojo es un álbum peculiar y en el que perderse más.

En cualquier caso el volumen merece mucho la pena. La descripción del ambiente sureño en que vivían Tom Petty y sus compinches está muy lograda, sin recurrir a psicología barata ni a subterfugios, ni clichés mil y una veces sobados. Petty lo pasó mal de pequeño. Tuvo una infancia muy chunga con un padre que tenía antepasados cherokees de los que de alguna forma renegaba y huía. No solía estar mucho por casa y era mejor así porque cuando aparecía Petty era el saco de las hostias. El propio Petty cuenta que con apenas cinco años recibió una paliza brutal, totalmente desproporcionada y no fue la única. Su punto de apoyo era su madre y ésta pronto enfermó. Se quedó solo demasiado pronto y tuvo que lidiar con mucha mierda a una edad muy temprana lo cual marcó su carácter. Encontró su refugio en la música y aunque suene a cuento de hadas ahí es donde halló la salvación. Pero no fue fácil. Nunca. De hecho ni cuando alcanzó el éxito pudo escapar de sus demonios. Le persiguieron hasta el final.

En el plano musical las descripciones de Zanes son muy chulas. Mis partes favoritas son cuando hacen su aparición Mike Campbell y Benmont Tench. El primero un tipo tímido que estaba loco pòr la música y que terminó siendo algo más que el fiel escudero de Petty. No se concibe la carrera del rubio de Florida sin Campbell a su lado. Sus caminos nunca se separaron y eso que también hubo malos rollos y malentendidos. Pero Mike Campbell seguramente sacrificó parte de su talento por seguir al lado de Petty porque veía que aquello iba a ser muy grande. Tench, por su parte era posiblemente el mejor músico de la banda, alguien superior, con una vida mucho más fácil que los demás, un tipo que de alguna forma se vio en un incómodo segundo plano. Tienes la sensación de que quería más pero al final también se conformó y vio que lo mejor es que hubiese un líder para lo bueno y para lo malo. 

El grano en el culo de esta historia es Stan Lynch. Inevitablemente le he cogido cariño. Lynch hubiese encajado perfectamente en cualquier combo angelino de hard rock. Sus prioridades eran la juerga y las mujeres. Así lo confiesa en el libro. Y eso me encanta, es decir, él no se da importancia pero la tuvo y mucha. Era un buen batería al que el productor Jimmy Iovine tocó los cojones en varias grabaciones. Le echaban y volvía al grupo. Era peculiar, hasta el propio Petty reconoce que en directo era muy bueno aunque deja caer dudas de su prestancia en el estudio. Se ganó esa fama, además de ser el causante del mal ambiente y de los vaivenes de la banda. En un momento dado creo que voy a leer que mató a Kennedy.... Sin duda podía ser como un dolor de muelas y siempre retaba a Petty, mientras el resto miraba para otro lado. Me ha gustado. Su salida de la banda se veía venir y Petty confiesa que fue un asunto que no supo abordar de la mejor forma. Curiosamente el valedor de Lynch en el seno de la banda fue Campbell hasta un desagradable incidente en una gira con la familia de Campbell de por medio. Un momento desgarrador y posiblemente el detonante de su marcha. Si tocas los cojones al único tío de la banda que intercede por ti y casualmente ese tío es musicalmente la mano derecha del jefe, pues ya sabes donde esta la puerta...

Lo que me ha encantado es como describe Zanes la entrada en la banda de Scott Thurston, un tipo que había tocado con gente tan dispar como Tina Turner, The Motels o Iggy Pop. Al parecer Thurston (una máquina en lo musical, capaz de tocar armónica, guitarra, piano, hacer unas armonías vocales tremendas...) es un tipo de esos facilitadores, de esas personas que todo el mundo quiere tener cerca porque siempre suma y aporta vibraciones positivas. En lo musical esencial y parece que también en lo personal. Siempre recordaré lo flipado que me quedé cuando aquella noche en el MSG le escuché cantar las partes vocales de Roy Orbison en Handle with Care con una clase tremenda.

Otra persona fundamental en la vida de Petty es Dana York, su segunda esposa. Esa que le dijo un día que escuchara el Echo, que allí había canciones maravillosas. Como recuerda Tench en ese disco se hizo música hermosa, más oscura que nunca pero de una indudable belleza. Petty lo dice abiertamente, Dana le salvó, le sacó de una etapa en la que incluso estuvo enganchado a la heroína. Los pasajes pertenecientes a esa época son tremendos, un tipo con todo el éxito del mundo viviendo sólo y metiéndose por la vena sin que casi nadie lo sepa. Delirante. 

No todo es oscuridad y agobio. Hay también mucha luz. Camaradería. Conexiones musicales fabulosas. Petty y Campbell, siempre juntos, más cercanos en los musical que en lo personal, esa es la sensación que me queda al leer el libro. Con quien Petty tuvo una relación especial fue con George Harrison. Se entendieron en todas las facetas desde el primer momento al igual que con Jeff Lynne y eso se palpa en la música que hicieron juntos: Full Moon Fever, Into The Great Wide Open, el primer disco con los Travellin Wilburys. Esas páginas son mis favoritas del libro. El periodo más luminoso en la vida de Petty. Hay un dato curioso, cuando Petty editó en solitario Full Moon Fever se convirtió en su disco más vendido de largo y a pesar de las fricciones con la banda su siguiente paso fue juntarse con los Heartbreakers y grabar juntos Into the great Wide Open que aunque no tuvo tanto éxito como el otro se pude escribir perfectamente que es casi casi tan bueno. Petty pudo haber tirado en solitario, tenía todo a su favor para hacerlo más cuando había desavenencias con todos pero optó por seguir con la banda y acertó porque lo que vino después fue apoteósico.

Y en eso tuvo mucho que ver Rick Rubin. Su relación profesional empezó como un tiro con Wildflowers otro disco que Petty grabó en solitario (siempre con Campbell) y en el que se entendió a la perfección con Rubin. Es una lástima que en el libro no se ahonde en su relación, quizá es uno de los puntos flacos de este estupendo volumen. A Rubin se le reconocen sus méritos en tareas musicales pero también aparece retratada su ambición desmedida y ciertas traiciones personales. 



Algo que he echado mucho en falta ha sido resaltar la contribución de Howie Epstein a la banda. No estamos hablando sólo de un bajista. Era al igual que Stan Lynch un tipo capaz de hacer unas armonías vocales excelsas y ahí están las pruebas en  Into the Great Wide OpenWildflowers, Echo o She´s the one. La parte en la que se habla de su muerte y el funeral al que no asistieron ni Petty ni Campbell es muy dolorosa. Stan Lynch no entendió que Petty no asistiese al funeral de su amigo y Campbell explica que se le realizó un homenaje en una tienda de música y que cada uno lleva el duelo como sabe o como puede. Eternas desavenencias. Heridas que nunca se cerraron.

Y para finalizar las páginas dedicadas da The Last Dj, favorito personal, álbum infravalorado que contó con la labor a los mandos de George Drakoulias, tan bueno como Rubin, no me cabe duda. Ese disco también supone el regreso de Ron Blair al bajo y es un momento bueno para la banda, el mejor en lo personal en mucho tiempo y en lo musical Zanes lo pone bien, no le da toda la cancha que merece pero eso tal vez aparezca en otro libro. Tal vez sea en el de John Scott. Chi lo sa. Ojalá.