Ayer vino a la tienda un cliente buscando algo de Cracker. No tenía nada de la banda de Virginia y me pidió recomendación. Siempre digo lo mismo, hoy en día en que estamos cerquita de ser sustituidos por algoritmos cuando alguien se toma la molestia de ir a una tienda hay que darlo todo. Y si encima me tocan la fibra sensible y me piden consejo sobre Cracker..... Pues me vengo arriba. Tengo que disimular mi entusiasmo. Y rara vez lo consigo. Todo lo contrario floto, levito. Podría perfectamente ir a la balda en cuestión besar el cd o el vinilo de Gentlemens Blues o Berkeley To Barkesfield cual Jack Black de la vida en Alta Fidelidad.
El problema es que si voy a la balda no encuentro nada de Cracker. Inconcebible, como diría Vizzini. Vivimos en un mundo extraño. Pero hubo suerte y por lo menos en almacén teníamos una referencia que pagada por adelantado viene de un día para otro. Así que le digo al sujeto en cuestión que nos queda la última copia de Live at the Rockapalast por 15 euros, un directo con dos cds y un dvd que grabaron en 2009 en un programa de tv alemán justo cuando presentaban el infravalorado Sunrise in the land of milk. Una joya. Una puta oportunidad. Mi entusiasmo es desmedido. No puede ser de otra forma. Y lo compra. ¡Excelente inversión! Y por supuesto también le dije que Johnny Hickman es el puto amo por si había dudas.