Es probable que la anterior vez que pisé el Mendigo acabase potando. Con suerte fuera del local y sin ayuda. Estamos hablando de por lo menos veinte años. Supongo que Kory Clarke hace un par de horas tras terminar el show que Warrior Soul han ofrecido en el bar Mendigo habrá terminado parecido a mi con la notable diferencia de que este sujeto tiene más de cincuenta y yo no era más que un inconsciente veinteañero.
Pues bien este elemento se ha cascado hace unas horas uno de esos conciertos tan queridos para mi. Toda una declaración de rock sucio y salvaje, sin imposturas, dándolo todo desde el minuto uno. Deliciosamente imperfecto y totalmente imprevisible. A eso de las 20:40 ha aparecido la banda dándole duro y apenas un minuto después un Kory tambaleante ha saludo a las primeras filas se ha acercado al micro y ha empezado a cantar con una voz cazallosa a más no poder. La madre que lo parió.
Dicharachero e hilarante por momentos entre canción y canción ha abierto a todo trapo con American Idol o eso creo recordar y en todo momento era imposible quitarle la vista de encima a este tipo en continua ebullición. Sus compañeros de banda a veces le miraban sorprendidos, otras desconcertados, a ver por dónde iba a salir y ha salido por todo lo alto con hard rock directo, con ramalazos punkarras y con el personal entregado. Han caído algunos temas de su clásico Spage Age Playboys y tengo la sensación de que bastante de Back on the lash su último álbum hasta la fecha. Lo mejor de todo es que han estado casi hora y cuarenta minutos a toda intensidad. Mucho más de lo que esperaba. Lástima que el bolo no haya caído en sábado. He salido con la misma eufórica sensación que tuve tras ver a The Black Halos en el Antzoki hace casi tres años.