martes, 14 de marzo de 2017

Gregory Porter. Liquid Spirit

Uno de los cantantes que más portadas ha acaparado en los últimos años de revistas especializadas en jazz y blues es sin duda Gregory Porter. La crítica casi de forma unánime le ha aupado a lo más alto. Y no se me ocurre ninguna razón para negarle el trono. Todo lo contrario. Cada paso que da es más sólido. Discos tan vibrantes como Be Good o Liquid Spirit son buena prueba de ello. Hace un par de años vino a Bilbao a un teatro por seis miserables euros. Ojalá vuelva porque ese ha sido uno de los conciertos que más me ha jodido perderme en mucho tiempo. 

Porter está actualmente en el histórico sello Blue Note, toda una referencia en el mundo del jazz. Pero aunque grabase para la disquera más pequeña del planeta es necesario que la música de este hombre trascienda. Merece mucho la pena. Talento a raudales a la hora de interpretar y componer. Así que me alegro de que esté gozando del éxito suficiente para llevar su música por todos los rincones del mundo. Liquid Spirit me ha terminado gustando tanto como Be Good y eso son palabras mayores. Y por supuesto estoy deseando escuchar con detenimiento su última obra Take Me To The Alley.

Liquid Spirit sigue los mismos parámetros que Be Good. No hay ruptura y ni falta que hace mientras Gregory Porter siga tan inspirado componiendo canciones con las que caes rendido si o si. Este disco tarde más en asimilarlo que Be Good pero con el tiempo los sitúo a la par. No hay relleno. Todos los temas están a un nivel altísimo. Nuevos clásicos que añadir ya desde la inicial No Love dying, tema adictivo con un pequeño sólo de saxo que sigue la estela del piano. Tanto Chip Crawford (piano) como Yosuke Sato (saxo alto) se salen. Lo hacen en todo el disco. Por ejemplo en la que da titulo al disco, Liquid Spirit, imposible dejar de chasquear dedos y moverte al son de esta tonada.


Lonesome Lover (Abbey Lincoln/Max Roach) es junto a The In Crowd (Billy Page) y I Fall In Love Too Easily (Sammy Cahn/Jule Styne) las únicas tres canciones no compuestas por Gregory Porter. Este tipo podría perfectamente haber dejado el disco con sus once canciones originales y el resultado sería igual de bueno. Sus temas propios son tan buenos o incluso mejores que cualquier versión que afronta. Cuando le da por realizar temas más desnudos, tan sólo su voz y el piano el resultado es tan espectacular como cuando le acompaña el resto del combo. Buena prueba de ello es Water Under Bridges.

En Nueva York Gregory Porter ha encontrado una banda fiable a más no poder. Desconozco la procedencia de todos estos músicos. Si tenían el culo pelado de actuar en los muchos garitos consagrados al jazz que hay en NY o si ya son profesionales reputados pero es una gozada escuchar lo compenetrados que están. Suena ahora Free y que me aspen si esto no podría ser un clásico de jazz de cualquier leyenda que pase por tu mente. Adoro poner este tema a todo volumen. 


La duración de la mayoría de los temas oscila entre los tres y cuatro minutos. No hay devaneos gratuitos, solos metidos con calzador ni alardes innecesarios. La canción es lo importante. Bendito Porter. Los tres temas que superan los cinco minutos son la mencionada Free que es una maravilla de principio a fin y los dos últimos, When Love Was King y I Fall in Love To Easily. En estas piezas nada corre el riesgo de descarrilar. Cuesta algo más entrar en ellas pero suponen un bonito colofón al disco.

Me compré el disco nada más editarse y durante mucho tiempo vivió a la alargada sombra de Be Good pero insisto hoy en día me parece tan bueno como ese. Además a la tienda llegó en noviembre una edición especial con cuatro temas extras y un dvd y no me pude resistir a comprarlo a un precio de risa por cierto, 6,99 euros. El que tenía se lo he regalado a un gran amigo que sé que lo va a apreciar. Con que le guste la décima parte que a mi ya lo va a flipar.